Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

martes, 21 de enero de 2014

Veintiuno.

Anteriormente
Salí fuera de la casa por al agobio.
Ni si quiera Pablo quería hablar conmigo, y me sentí completamente sola en la fiesta, ya que no conocía a nadie y Aida pasaba su cumpleaños con la demás gente.
Saqué mi cigarro semanal para quitarme esa ansiedad del cuerpo. Miraba la luna y me sentía demasiado identificada con ella.
Las dos estamos solas, sí, rodeadas de personas o de estrellas en su caso, pero solas.
Pablo salió por la puerta y se apoyó en el mismo coche en el que estaba apoyada yo.
-Pablo: Dime...que querías. -decía mientras miraba al cielo cómo yo-
Le miré a la cara y hice que me mirara él.

Narra Lucía

-Lucía: Ya no sé que hacer para contenerme, simplemente me gustaría soltarlo todo con facilidad y gritarle al mundo todo lo que me he callado. -decía mientras los nervios recorrían por mi cuerpo-
Él, me miraba extrañado sin saber a lo que me refería.
-Lucía: Verás, ya estoy demasiado harta de esconder cada cosquilleo tonto que pasea dentro de mí cada vez que estas cerca.
-Pablo: No entiendo nad...-Aida nos interrumpió-
-Aida: ¡Chicos la tarta! -dijo sonriente-
Él me miró y subió una ceja.
-Pablo: Esta conversación no se queda aquí -decía mientras me sonreía- Me has dejado pensativo, de verdad...
-Lucía: Creo que no te lo he podido dejar más claro con lo último que he dicho. -dije en voz más baja-
-Pablo: No te he escuchado bien ¿Qué has dicho?
-Lucía: Ah, nada nada, luego hablamos. -intenté disimular-
Nos adentramos de nuevo en casa de Aida, donde había demasiada gente junta y rodeando el pequeño escenario donde se encontraba ella con su gran tarta rosa.
Todos le cantamos la típica canción de cumpleaños y ella con las mejillas coloradas, seguía la canción. Adoraba verle así, se había convertido en una persona muy importante en tan solo un mes y medio que llevo aquí. Empezamos con mal piel y acabamos cogidas de las manos.
Al terminar de cantar, cogió un micrófono y comenzó a decir algunas palabras emotivas para alguno de sus amigos.
De pronto dijo mi nombre y rápidamente alcé la mirada.
-Aida: Tú, Lucía...que decir de ti -sonreía de oreja a oreja- que al principio pensaba que eras la típica buenecita repelente que pasa de todo y de todos, pero veo que no es así, eh, tienes esa personalidad única que no la tiene cualquiera. Que solamente tú puedes conseguir lo que te propones, por que vales muchísimo Lú...¡QUE DIGO! Pero si tu no tienes precio. Eres una gran persona y espero que nunca te vayas de Benalmádena, por que la gente te quiere aquí, sobretodo yo -rió- Te quiero.
Con los ojos cristalinos fui apartando a la gente hasta llegar al escenario.
Subí encima y le dí un largo abrazo, con demasiado sentimiento.
-Lucía: Te quiero tonta. -decía mientras seguía abrazándole-

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Al cabo de un rato, mis ganas de seguir con los tacones y en la fiesta estaban bajo tierra.
Busqué a mi hermano por cada rincón de la casa de Aida.
-Lucía: Borja, quiero irme. -dije con cara de cansada-
-Borja: ¿Piensas que soy tu chófer? -decía mientras cogía a una chica de la cintura-
-Lucía: Venga va por fa. -puse cara de pena-
-Borja: Estoy ocupado, déjame.
-Lucía: Oye -decía dirigiendome a esa chica pegada a mi hermano- yo de ti huiría, la última novia le dejó por que pilló hongos ahí abajo y aaaaaaahg, es asqueroso.
La chica miró a mi hermano, se separó de él y se marchó.
-Borja: ¡ESPERA! ¡ES MENTIRA! -le gritaba mientras ella se marchaba-
-Lucía: Ala, se a ido...que pena. Ya no estas ocupado, llévame. -decía arrastrándolo hacía la puerta-
-Borja: No me hace gracia, te has pasado, ahora te vas andando, que no esta tan lejos. -decía mientras se iba-
Resople mientras miraba hacia la puerta y no tenía otra opción de marcharme a casa andando, aun que solo fueran algunas calles cuesta arriba.
Me despedí de Laura y le dije que se despidiera de Aida de mi parte, ya que ella estaba ocupada con las demás personas.
Salí a la calle y comencé a andar, mirando a todos los lados, ya que eran las tres de la mañana y el miedo que tengo yo a andar por la calle a esas horas no me las quita nadie.
Me quité los tacones para andar por la calle y seguí el camino mucho mejor.
Comenzó a llover y empecé a pensar que estos días la vida no quería sonreírme para nada.
Con los tacones en la mano y la rebeca en la cabeza para no mojarme el pelo, continuaba andando.

Al llegar por fin, saqué las llaves para abrir la puerta del jardín.
-Pablo: ¿No es muy tarde para que andes sola por la calle? -decía mientras salia de su coche recién aparcado-

-Lucía: Mi hermano, que no se dignaba en traerme. -reí-
-Pablo: Tu y yo tenemos una conversación pendiente ¿no crees? Al menos me gustaría que me dijeses el por que jugaste conmigo de esa forma.
-Lucía: No jugué con nadie Pablo, yo sabía lo que hacía...
-Pablo: Lucía ya no sé, es que es imposible creerte después de esa conversación en la playa, es algo tan..-le interrumpí-
-Lucía: Creeme...no te estoy mintiendo de verdad...
-Pablo: ¡Te acostaste conmigo y luego en la playa me dijiste que no sabías por qué! Ahora no entiendo nada -dijo confuso-
-Lucía: JODER PABLO, NO QUERÍA DECIRLO ¿VALE? ME GUSTAS, ME GUSTAS DEMASIADO, YA NO SE CÓMO DECIRTE QUE TÚ Y ESOS LUNARES ME VUELVEN LOCA.  -gritaba mientras me sentía aliviada por soltarlo-
Pablo se quedó paralizado y sin saber que decir.
Mientras la lluvia seguía cayendo cada vez más, él seguía en silencio.
-Lucía: Pasó por qué pasó..-añadí para apartar ese silencio- yo no quería hacerlo a la fuerza ni nada por el estilo. Fue precioso y ya esta...me equivoqué en la playa, sí, la cagué demasiado, pero no tengo la culpa, son mis nervios...cada vez que estas cerca les da por actuar. La verdad, nunca pensé que terminaría enamorándome de una cara conocida en cualquier lado, pero eres tú y esa forma de ser conmigo que hizo que el mundo me doliera un poco menos y acabé siendo una loca enamorada más.

Mientras el pelo y la ropa de Pablo se mojaba bajo a la lluvia junto a la mía, él se quedaba sin decir palabra alguna, solo se escuchaba cómo las gotas caían con fuerza en el suelo y en los demás lugares.
Abrí la puerta del jardín y me adentré en él.
De pronto Pablo me cogió de la mano e hizo que me diera media vuelta.
Pegó mi cuerpo al suyo y junto sus labios con los míos.
Yo, algo asombrada, le seguí ese beso tan esperado por mi parte.
-Pablo: Te quiero, te quiero, te quiero -decía mientras me iba robando cortos besos en los labios-
Le cogí de la mano y mientras seguíamos besándonos íbamos caminando hasta mi casa.
Abrí la puerta y nos adentramos en ella.
-Pablo: ¿Hay alguien? -preguntó avergonzado-
-Lucía: No hay absolutamente nadie. -decía mientras le robaba besos por el cuello-
Subió una ceja y me miró muy pícaro.
De repente me cogió en brazos y subió las escaleras que llevaban hasta las habitaciones de la planta de arriba. Mientras subíamos se reía y yo gritaba cómo una tonta.
Me dejó de pie en la cama, me arrodillé y le cogí de la corbata hasta atraerle y dejarle encima de mí.
Me di la vuelta y esta vez quedé yo encima de él.
Posó sus manos en mi cintura, las subió hasta mi espalda y poco a poco fue desabrochando la cremallera del vestido azul que llevaba puesto esa noche. Fue quitándomelo lentamente.
-Lucía: Esta vez no lo tires al suelo, es de Aida. -reí-
Mientras le seguía besando su cálido cuello, estiró la mano y lo dejó encima de la silla que había al lado de mi cama.
Bajé mis manos y desabroché su cinturón mientras él acariciaba lentamente mi espalda con la punta de sus dedos mojados a causa de la lluvia.
Tras quedar sin ninguna prenda, tan solo los boxers y yo mi ropa interior, se sentó en la cama he hizo que me sentara encima de él, eso sí, siguiendo sus besos.
-Sam: Buenas noches -decía mientras cerraba la puerta de mi habitación con una sonrisa-
Pablo y yo nos quedamos mirando la puerta algo sorprendidos.
-Pablo: Con que no había nadie, eh. -me miró avergonzado y a la vez riéndose-
-Sam: ¡Y no griteis ni nada que mañana madrugo! -gritó desde su habitación- ¡Y USAR PROTECCIÓN! -añadió-
Pablo me miró y no pude resistir el reírme.
Me levanté de la cama, puse el pestillo y rápidamente volví a tirarme encima de él.
Agarró mi trasero mientras sus besos hacían que mi temperatura corporal aumentase.

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