Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

martes, 24 de diciembre de 2013

Siete.



Anteriormente.

Al hacerse de noche fui hacía casa y cuando el taxi me dejó vi el coche de Ángel aparcado en frente de mi casa.

Constantemente pensé en todas las cosas malas que podrían pasarme en esos momentos.

Narra Lucía

Bajé del taxi temblando, cómo si el frío se apoderara de mí en pleno verano, algo inexplicable.
Cogí mis llaves y abrí la puerta del jardín lo más rápido que pude. Las manos me temblaban y eso  provocaba que tardara más en abrir esa dichosa puerta que podía sacarme de todo esto.
Me giré y miré atentamente el coche de Ángel. 
Él bajó de su coche y se apoyó en él, observando como seguía intentando abrir la puerta.
-Ángel: ¿Tienes prisa? -dijo algo tranquilo-
-Lucía: Mucha. -dije con los nervios recorriendo mi cuerpo-
Empecé a escuchar los pasos de él de cómo venía lentamente hacía mi. 
Al fin abrí la puerta y intenté entrar lo más rápida que pude pero él lo impidió volviendo a cerrar la puerta de un portazo y de nuevo dejándome entre él y la pared.
-Lucía: Ángel te he dicho que necesito un tiempo, de verdad. -decía con los ojos cerrados-
-Ángel: ¿Para esto me he venido a Málaga?¿Para que te vayas a casa de otro a las tantas de la noche? -dijo con un tono muy brusco-
-Lucía: Ya te dije que no hice absolutamente nada, ni si quiera le conozco, solo le he visto en la tele y poco más, por dios Ángel, no digas más tonterías.
Él me miró de arriba a bajo y me tiró al suelo.
No pude contener mis lágrimas y comencé a llorar dejando que haga lo que quiera conmigo y que pase lo que dios quiera.
-Ángel: ¿ENTONCES POR QUÉ ME DAS UN TIEMPO, EH? PARA DE MIENTRAS TIRARTE AL FAMOSO ¿VERDAD? -dijo gritándome-
-Lucía: POR QUÉ ME GRITAS, ME DAÑAS, ME HACES DAÑO TANTO COMO EN MI EXTERIOR QUE EN MI INTERIOR. -decía mientras continuaba llorando en el suelo-
Escuché la puerta de la casa de al lado.
La hermana de Pablo salió con las bolsas de la basura y se quedó mirándome tirada en el suelo.
-Casilda: Entra dentro, vamos. -me dijo con un tono muy serio-
Se quedó mirando de arriba a bajo a Ángel y con muy mala cara.
-Ángel: A donde crees que vas ¿otra vez con el famosito? -dijo mientras cogía mi brazo impidiendo que entrara-
-Casilda: Suéltala.
-Ángel: Es mi novia, y yo hago lo que quiera, no tienes por que decirme lo que tengo que hacer.
-Casilda: Suéltala he dicho o llamo a la policía y a ellos les dices quien manda aquí ¿vale machote?.
Yo, temblando cómo siempre, me solté del brazo de Ángel y rápidamente me adentré dentro de la casa vecina.
Ángel, con la rabia comiéndole por dentro abrió las puertas de su coche y se fue de allí.
La hermana de Pablo tranquilamente tiró las bolsas de basura al contenedor y yo le esperé en la puerta muy impaciente y nerviosa.
Entró al jardín y cerró la puerta exterior con llave. Caminando hacía la puerta que lleva a la casa hubo un gran silencio que no sabía si romperlo ya con un 'Gracias'.
Nos adentramos dentro y un señor mayor que suponía que sería el padre de Pablo y Casilda, me miraba muy extrañado.
-Salvador: ¿Tu eres....? -me preguntó algo serio-
-Lucía: Hola eeeeem...soy la sobrina de Samanta, la vecina de al lado, voy a ser vuestra vecina.
-Salvador: Ah, vale -me sonrió- encantado, pero no me has dicho tu nombre joven -rió-
-Lucía: Perdón perdón -dije avergonzada- los nervios -reí- Me llamo Lucía.
Se levantó del sofá y me dio la mano. 
-Salvador: Yo soy Salvador, padre de Pablo, Casilda y Salva -sonrió-
-Lucía:  ¿Salva? -dije mirando a Casilda que estaba apoyada en la pared de brazos cruzados muy confusa-
-Casilda: Él no vive aquí, esta con su mujer. -sonrió- 
De pronto salió alguien de la cocina y se quedó mirándome igual que Salvador.
-Helena: Hola -sonrió-
-Salvador: Es sobrina de Samanta, va a ser nuestra nueva vecina. Se llama Lucía. -me presentó por mí-
-Helena: Anda, sobrina de Samanta, que alegría. -sonrió- Yo soy Helena, encantada Lucía -dijo dándome dos besos- ¿Qué te trae por aq.. -interrumpió Casilda-
-Casilda: Vamos Lucía, sígueme. -subió unas escaleras-
Le seguí hasta llegar a su habitación donde me senté en un pequeño sofá. Ella se colocó en frente de mi sentada en el borde de su cama y me observó atentamente la cara.
-Casilda: Voy a llamar a la policía, he visto todo lo que a pasado ahí fuera -dijo marcando en su movil-
-Lucía: NO! -le detuve- 
Ella me miró extrañada por mi respuesta, pero seguía marcando.
-Lucía: No lo hagas, por favor. 
Me volvió a mirar extrañada y colgó el teléfono.
-Casilda: ¿Quieres decir que estas defendiendo al mismo que te ha tirado al suelo y te a gritado? ¿POR QUÉ? -gritó-
-Lucía: No lo sé...
-Casilda: No me digas que le quieres -resopló-
-Lucía: Sí...-dije mirando hacía el suelo-
-Casilda: Pues, mal vamos Lucía, mal vamos. -dijo cabreada y levantándose-
-Lucía: No puedo denunciarle, no podría. -dije comenzando a llorar-
-Casilda: ¿Vas a dejar que te siga maltratando de esa forma? Por que seguro que no es la primera vez.
Me levanté la camiseta y le enseñé un morado que tenía en el costado.
-Casilda: No te acerques a ese, lo único que te hará es daño ¿me oyes?
Afirmé con la cabeza y me levanté del sillón.
-Lucía: Gracias -le abracé sin más- No entiendo por que tu hermano y tú intentáis ayudarme cuando soy una completa desconocida.
-Casilda: Que importa si eres una desconocida, siempre hay que ayudar a la gente, al menos es lo que nos enseñaron nuestros padres. -decía mientras me acariciaba la espalda-
-Lucía: Gracias, de verdad. -dije separándome de ella-
-Casilda: Ala y ahora tira pa' tu casa moza, que te estarán esperando -me sonrió-
Afirmé con la cabeza y salí de su habitación.
Me dirigí hacía las escaleras pero me detuve en la puerta de Pablo, la cual estaba entornada.
Observé por el pequeño hueco de la puerta por si se encontraba en su habitación.
Allí estaba él, sentado en una silla muy pensativo, con una libreta en la mano. Supuse que estaría escribiendo alguna nueva canción o ni idea.
Mientras le observaba una pequeña sonrisa desfilaba en mi rostro. Simplemente viendo su cara de niño ya sonreía.
Quién me iba a decir que estaría en casa de el famoso Pablo Alborán, observando como escribe una canción y sonriendo por él.
Lo único que pensaba cuando casi me atropella, que bueno, fue mi culpa, pero no lo quiero admitir, pensaba que seria el típico famoso que se cree más que nadie. Me a demostrado que sin conocerme me ha ayudado y me ha hecho sonreír cuando dentro de mi solo había oscuridad.
-Casilda: BU -dijo detrás de mi-
Me había pillado observando a su hermano pequeño.
-Casilda: ¿Qué haces? -rió-
-Lucía: Ya me iba -dije avergonzada-
-Casilda: ¿Te gusta? -volvió a reír-
-Lucía: ¿QUIÉN? -pregunté nerviosa-
-Casilda: El estampado de la pared, no te jode. -rió- Mi hermano, que si te gusta pregunto.
-Lucía: ¿Pablo? No, a mi no. -dije seria-
-Casilda: Creía -rió-
-Lucía: Has pensado mal. -sonreí-
Bajó las escaleras riéndose y yo avergonzada me quedé quieta y seguí sonriendo.
De pronto Pablo abrió su puerta y me hizo una pequeña cosquilla en el costado.
Pegué un pequeño chillido y me giré rápidamente.
-Pablo: ¿Qué haces aquí? -sonrió-

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Capítulo dedicado a una persona muy GRANDE: Aida Muria. Una persona que más que una amiga, es una hermana. Por su ayuda, por su apoyo, por hacer lo que sea para que sonría...le quiero.
https://twitter.com/AidaMuria

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