2 SEMANAS DESPUÉS.
Narra Pablo.
Origen Londres, destino…Málaga.
Bajé del avión con los demás y nos dirigimos hacia la salida
del aeropuerto donde me esperaba varias personas para sacarme foto con ellos.
Hice lo que debía con los que pude y me dirigí rápido hacía la furgoneta que
nos esperaba fuera. Me adentré en ella lo más rápido que pude y nos dirigimos
hacía Benalmádena, de nuevo a mi hogar.
Al llegar me bajé de la furgoneta, agarré mi maleta y me
adentré en mi casa dónde me esperaba mi madre y los demás con los brazos
abiertos, cómo siempre, y eso me encantaba.
La pequeña Paula se tiró sobre mis piernas y las agarró
con fuerza sin dejar se tirar de ellas para que supiera que está ahí. Le cogí
en brazos y le hice la misma gracia de siempre para verle sonreír.
Subí hacía mi habitación y dejé la maleta a un lado para
deshacerla más tarde. En esos momentos solo quería tirarme a la cama y quedarme
dormido hasta que el cuerpo me diga que pare.
Me tiré sobre ella y sin quitarme la ropa ni los zapatos fui
cerrando los ojos para dejarme llevar por el sueño. Escuché cómo la puerta se
abría lentamente, abrí tan solo un ojo y observé que era mi hermana parada en
la puerta con una sonrisa.
Se acercó a mí y se sentó en la cama. Me miraba a la vez que
jugaba su mano izquierda con la derecha.
-Se que no debería preguntar pero ¿Lucía? –preguntó mi
hermana muy preocupada.
-Problemas…-dije sin más, intentando esquivar el tema.
-Ya no estáis juntos ¿verdad?
-Yo no he dicho eso, pero…dije que quería un tiempo –decía
mientras miraba hacía otro lado.
-¿Un tiempo? ¿De verdad Pablo? El tiempo no lo cura todo.
–añadió Casilda muy seria.
-Tan solo tenía que pensar…
-Y que pasa…¿Ya has pensado que hacer? –subió una ceja.
-Creo que lo mejor es que me olvide ella, pero ya no por el
problema si no por qué estoy en una faceta muy importante en mi vida y que me
destrocen el corazón en estos momentos no sería una buena idea.
-¡Tendrás que crear nuevas historias en tu vida! ¡No digas
tonterías Pablo! –gritó mi hermana.
-No sé…aun…aun… ¡Aun estoy confuso! –dije mientras me daba
la vuelta y a la vez abrazaba a la almohada.
-Pues háblalo con ella, aclara las cosas y lo entenderá. Aun
que, hace días que no la veo por aquí…-dijo preocupada.
-Intentaré hablar con ella…si ella quiere.
Mi hermana acarició mi pelo y se levantó de la cama para
marcharse de mi habitación.
Este tema, cómo todos los días, me dio para pensarlo un buen
rato, hasta caer rendido y dejarme arropar por el sueño.
Al día siguiente.
Abrí mis ojos gracias a la poca luz que entraba por mi
ventana. Caí tan rendido en la cama que se me olvidó pasar las cortinas. Me levanté de la cama y me coloqué el bañador
para ir a la playa en esta soleada mañana de miércoles.
Cogí el coche y me dirigí hacía la playa donde me tumbe en
la arena y deje que el sol penetrara en piel y sobretodo dejándome el pelo
rubio. Es increíble que con tan solo una gorra y unas gafas pases desapercibido
delante de la gente, menos con las personas que me conocen desde tiempos
inmemorables.
Al cabo de dos horas me levanté de la arena, recogí la
toalla y la botella de agua y me dirigí de nuevo al garito que estuve en mi último
día en la playa. Me senté en frente de la barra del bar y la joven chica de la otra vez cuyo nombre no recuerdo se
acercó para atenderme.
-Hombre, pero mira quien tenemos aquí de vuelta. –rió
-Me gustaron esas patatas de la otra vez –reí-
-Entonces las apunto ¿no? –sonrió- ¿Quieres algo de beber?
-Ponme una coca-cola light mismo, por favor. –dije mientras
miraba hacía el agua.
-Maaaarchando señorito –dijo con una bonita sonrisa mientras
sacaba patatas de la freidora.
Me quedé mirando cada movimiento que hacía la joven mientras
hacía su trabajo con delicadeza y con una sonrisa siempre.
Puso las patatas y la coca-cola delante de mí y se sentó en
frente observando cómo miraba con hambre el plato.
-Te noto más desanimado que la última vez –me dijo ella
levantando una ceja.
-He tenido algunos problemillas –le dije con la boca llena.
-¿Cómo cuales? –preguntó sin más.
Subí una ceja y me reí.
-Lo siento, es que soy demasiado cotilla –dijo mientras
rascaba su cabeza por la vergüenza.
-No te preocupes –reí- el caso es que el amor duele y ya
esta.
-¿Me lo dices o me lo cuentas? –rió mientras se apoyaba en la barra.
Suspiré y me bebí de golpe toda la coca-cola que había en el
vaso.
-Si quieres alcohol para ahogar tus penas me lo dices –rió.
-Lo que necesito es salir más de casa, pero con esta cara no
se puede ni pasear tranquilo sin que la gente te mire y te pare para una foto.
–reí.
-Tu vente todos los días aquí conmigo y hazme compañía que
yo también lo necesito. –sonrió- además, eres buena compañía.
Subí una ceja y me reí. No sabía si intentaba ligar conmigo
o lo hacía por hacer que me sienta mejor. El caso es que cada vez me parecía
una mejor chica y con la que matar mi tiempo para olvidarme de Lucía y dejar
que mi mente descanse.
-Tan solo necesito…no sé…tiempo, aun que digan que el tiempo
no lo cura todo.
Un joven chico se acercó a la barra y se sentó justo a mi
lado. Tan solo me sonrió sin darse cuenta de quien era.
-¡EEEEESPERA UN MOMENTO! –gritó de repente- Pablo
Alborán–dijo sorprendido.
-¡Pero pero pero no grites! –dije nervioso.
-¡Perdón, perdón! –dijo tapándose la boca- ¡Encantado de
conocerte! Me llamo Carlos.
Observaba su rostro y me recordaba a mí en algunos rasgos.
Su barba, sus ojos marrones, su forma de mirar. Anda, menos mal, el lunar no lo
tiene.
-Cristina anímame la mañana con una cañita bien fresca por
aquí, por favor. –decía Carlos con una gran sonrisa.
La joven le trajo esa cerveza a él y se volvió a sentar en
frente de mí, separándonos la barra del garito.
-¿Qué tal la chica del otro día? –decía Cristina subiendo
una ceja.
-Se ha marchado a Almería, así que me doy por perdido.
–resopló.
Al oír ‘’Almería’’ me acordé en seguida de Lucía. Escuchaba
atentamente su conversación mientras me terminaba esas patatas tan deliciosas.
-Le besé y ella siguió el beso, pero nada, tenía que
marchase y me despedí de ella, eso es todo. –bajó la mirada- Y era una chica
estupenda, sinceramente es difícil encontrar personas así. –decía Carlos
mientras le salía una pequeña sonrisa de la boca.
-¡Uy! que el Carlos se me enamora –rió ella.
Bajó de la silla del garito y se despidió de ella.
-¿Puedo sacarme una foto contigo Pablo? –me dijo él con una
sonrisa.
-Claro, sin problema
-dije sin más.
Cristina cogió el móvil de Carlos y nos sacó una foto
juntos.
-¡Adiós! –gritó junto con una sonrisa mientras corría hacía
otros chicos que jugaban al fútbol en la playa.
Suspiré y miré a Cristina.
-¿Y esa mirada? –dije sonriente- ¿Te gusta verdad? -reí.
-¿Quién? ¿Carlos? ¡Pero qué dices! –decía nervios
-Que graciosa, mira cómo te sonrojas –reí.
Agachó la cabeza y se rió.
-Vale, me gusta. –sonrió- pero ssssssh –decía poniéndose el
dedo en la boca cómo señal de silencio. Y menos mal que se ha ido la tía esa
por qué no soportaría ver de nuevo a Carlos con otra chica.
Tan solo reí y me terminé las patatas al fin. Me bajé de la
silla y le pagué.
-Mañana me paso de nuevo por aquí y te hago compañía ¿Te
parece? –sonreí.
-Anda, pero si te iba a decir que te pases más veces. –rió-
me parece perfecto. Es increíble que Pablo Alborán diga eso –rió.
-Soy un chico normal, eh. –reí- Hasta mañana Cristina –sonreí.
-Llámame Cris –sonrió- Adiós Pablo –decía con un tono muy
agradable.
Salí de allí y me dirigí hacía mi casa lo antes posible para
ducharme, comer y ponerme a componer melodías nuevas.
Narra Lucía.
De nuevo en estas cuatro paredes, donde he pasado toda mi
vida menos esos meses en Benalmádena. Mientras la soledad me comía por dentro,
pensaba constantemente en que Pablo ya estará en Málaga. Cómo no, ya me caían
lágrimas de los ojos por tanto dolor en mi interior.
¡Maldito! ¡Maldito amor! Pensaba continuamente.
No había recibido llamada alguna de Pablo. Todo el mundo
tenía razón, ese ‘’tiempo’’ que me pidió Pablo solo era una escusa barata para
dejar todo a un lado y olvidarse de mí.
Mi madre entró por la puerta y me trajo la comida en una
bandeja.
-¿Piensas salir de aquí? –me preguntó preocupada.
-De momento no, mamá. –dije mientras miraba hacía la
ventana.
-No puedes estar así siempre. –decía acariciándome el pelo.
-Necesito estar sola eso es todo. –dije mirando hacía mis
pies cruzados encima de la cama.
-Si quieres estar sola al menos sal a pasear un rato por las
calles –decía preocupada- Desde que te tengo de vuelta aquí no hemos hecho nada
juntas y no hablas ni a Axel.
-Sabes que a él poco le he hablado siempre. –dije con tono
serio- Y sí, luego me daré una vuelta. –añadí
mientras colocaba la bandeja de comida entre mis piernas.
Mi madre acarició mi cara y salió de mi habitación cerrando
la puerta muy despacio mientras seguía observándome con cara de preocupación.
Encendí la radio y sonaba ‘’Suplicando’’ de Pablo López.
Hizo que de mi cara saliera una bonita sonrisa al recordar el día que fue a su
concierto. Es lo único que me hacía sonreír en estos momentos, bueno, eso, y
los mensajes de Laura y Aida diciéndome que me echan de menos.
Por la noche.
Agarré mis auriculares y mi móvil y salí junto con la luna a
dar vueltas esta noche. La luna ahí arriba y yo aquí abajo. Ella rodeada de
estrellas y yo de personas, pero las dos sintiéndonos solas.
Caminé por las oscuras calles de mi barrio donde iba mirando
cada rincón, cada lugar, cada tienda, todo lo que me recordaba a algo que me
haya ocurrido ahí tanto cómo gracioso, cómo bonito, cómo triste, lo miraba con
una sonrisa.
Escuché unos pasos detrás de mí, un chico se acercaba pero
no podía verle, no había apenas luz para poder observar su rostro con claridad.
Se colocó debajo de la farola de donde me había colocado y pude ver que era
Ángel.
-Por favor no me toques –dije con miedo mientras me tapaba
la cara.
Él levantó las manos y con una cara sería se fue acercando a
mí.
-Te echo de menos. –dijo con voz entristecida.
Me destapé la cara lentamente y observé su rostro.
-¿Qué estás diciendo? –pregunté extrañada.
-Echo de menos todo, todo lo que pasaba junto a ti. Todo lo
bueno digo. –añadió.
-Yo no, Ángel, cómo podrás saber. –decía mirando hacia
abajo- ¿Cómo has sabido que estaba aquí?
-Estaba dando una vuelta, eso es todo y te vi de lejos.
Había algo en él que sabía que no me decía la verdad, que
seguía mintiéndome cómo siempre ha hecho.
-Bueno, yo me tengo que ir ya. –dije con miedo y me di media
vuelta para salir de allí lo antes posible.
-Eh, eh, eh, eh ¿A dónde crees que vas? –dijo mientras me
cogía del brazo y me atraía hasta él.
-Ángel suéltame o grito, te juro que grito –dije mientras el
cuerpo me temblaba.
-Eres una hija de puta, eh. –dijo riéndose de mí- Me dejaste
ir y seguro que te tiraste al famoso que tenías al lado.
-¡Ángel suéltame o grito! ¡No estoy de broma!
-Si gritas yo te haré gritar más –dijo con un tono muy
brusco.
-¿Se puede saber que quieres de mí? –dije mientras rompía a
llorar.
-Nada, solo que eres una hija de puta. –decía mientras
agarraba mi brazo con fuerza-
-¡Déjame en paz! –grité a la vez que lloraba-
Me soltó con fuerza ya que venía un hombre a lo lejos pero
me puso a su lado para no dejarme ir. Cuándo la persona al fin pasó, volvió a
agarrarme.
-En realidad te he mentido, no he venido de casualidad –me susurró
en el oído- Anda corre pedazo de inútil, te dejo ir por que no esta bien hacer
daño a una señorita.
Me soltó y le pegué una bofetada en la cara. Él me cogió del
pelo y me tiró hacía delante.
Salí de allí rápidamente y me dirigí hacía mi casa,
con el alma rota y de nuevo morados en los brazos.
Me volví a sentar en la cama y me quedé varios minutos
mirando el móvil esperando que en cualquier momento llame Pablo para decirme
que me echa de menos. Lloraba con mucha
fuerza, resoplaba y apenas podía respirar. Esto se estaba convirtiendo en un
infierno.
Cogí el disco de la reedición de Pablo López y puse la pista
número catorce. Las primeras notas de piano de la canción de Princesa de nadie
hacían que mis lágrimas cayeran aun más rápido y dejé que mi cuerpo se dejara
llevar por las notas del músico que me acompaña en todo momento.
‘’Pocas fueron las palabras que te hicieron falta para ser,
la esclava de su cama, la que mira y calla, princesa de nadie’’
Me tiré sobre la cama y mientras la canción sonaba de fondo
cerraba mis ojos. Mis pelos se ponían de punta y mis manos arañaban el colchón
con rabia.
‘’Tú te conformabas con soñar callada que te deseaba’’
Narra Pablo
De nuevo me encontraba sentado en el garito de playa
hablando con Cristina. Mis ojos se
iluminaban al verle reír y sonreír. Hacía que mis momentos más dolorosos del
día pensando en Lucía se esfumaran en 0, segundos.
-¿Por cierto tu cuantos años tienes ya? –me preguntó.
-25 años –sonreí- los cumplí el 31 de mayo.
-Me acuerdo que cuando salías en los telediarios tendrías
unos 21 o por ahí –sonrió- ¿Cómo celebraste tu cumpleaños? Estas forrado,
seguro que lo celebraste a lo grande –rió-
-No creas –contesté de inmediato- Solo la familia y amigos y
ya sabes toda la gente cercana. –reí- ¡Bueno! Mi familia musical me hizo un vídeo
super bonito junto con otros famosos.
-¿familia musical? ¿Son tus fans no? –rió.
-Se llaman familia y punto –reí.
Ella reía mientras pasaba una bayeta por encima de la barra
del garito.
-¿Mañana haces algo por la noche? -me preguntó sonriente.
-Pensaba leerme un libro que tenía ahí preparado pero…-me
interrumpió.
-Pues mejor que leer un libro, podíamos salir a pasear y
cenamos algo –dijo sin más.
-Emmm…bueno…pues…-no sabía que contestar a este tipo de
cosas.
-Perfeeeeeeeeeeecto, mañana a las nueve y media pasa por mi
casa –sonrió- te doy mi dirección.
Le miré algo sorprendido por dar por sentado que iba a ir con ella.
Le miré algo sorprendido por dar por sentado que iba a ir con ella.
Comenzó a apuntar en un papel su dirección mientras yo
miraba a otro lado muy incómodo. No había respondido ni que sí ni que no, ella
ya decidió por si misma que íbamos a salir a cenar, pero no podía decirle que no
ahora. Me dio el papel muy sonriente y fue a atender a otra persona.
-Yo me voy ¿vale? –le dije algo sorprendido por lo de la
cena- Adiós Cris.
-¡Adioooooooooooos! –decía entusiasmada.
Esta chica es muy mona y muy alegre pero no me motiva eso de
salir mañana con ella a cenar. Esto es muy rápido.
Al día siguiente.
Por la noche.
Cogí el coche y pasé a por Cristina, que vivía en una
pequeña casa al lado de la pastelería de Sam.
Toque al timbre y salió ella muy arreglada con unos
pantalones vaqueros cortos y una camiseta de palabra de honor demasiado
escotada diría yo.
-¿Nos vamos? –sonrió.
Hola, te escribo para decirte que yo también tengo un blog donde escribo pequeñas historias. Decirte que tu blog me hipnotiza y es maravilloso. Si Pablo lo viera...❤.
ResponderEliminarEspero que nos sigamos mutuamente ;) , un besazo fuerte. Posdata: Yo también soy Malagueña ❤.
www.ellibrodekristenmadness.blogspot.com.es