Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

sábado, 29 de marzo de 2014

Treinta y nueve.

2 SEMANAS DESPUÉS.
Narra Pablo.

Origen Londres, destino…Málaga.

Bajé del avión con los demás y nos dirigimos hacia la salida del aeropuerto donde me esperaba varias personas para sacarme foto con ellos. Hice lo que debía con los que pude y me dirigí rápido hacía la furgoneta que nos esperaba fuera. Me adentré en ella lo más rápido que pude y nos dirigimos hacía Benalmádena, de nuevo a mi hogar.
Al llegar me bajé de la furgoneta, agarré mi maleta y me adentré en mi casa dónde me esperaba mi madre y los demás con los brazos abiertos, cómo siempre, y eso me encantaba.
La pequeña Paula se tiró sobre mis piernas y las agarró con fuerza sin dejar se tirar de ellas para que supiera que está ahí. Le cogí en brazos y le hice la misma gracia de siempre para verle sonreír.

Subí hacía mi habitación y dejé la maleta a un lado para deshacerla más tarde. En esos momentos solo quería tirarme a la cama y quedarme dormido hasta que el cuerpo me diga que pare. 
Me tiré sobre ella y sin quitarme la ropa ni los zapatos fui cerrando los ojos para dejarme llevar por el sueño. Escuché cómo la puerta se abría lentamente, abrí tan solo un ojo y observé que era mi hermana parada en la puerta con una sonrisa.
Se acercó a mí y se sentó en la cama. Me miraba a la vez que jugaba su mano izquierda con la derecha.

-Se que no debería preguntar pero ¿Lucía? –preguntó mi hermana muy preocupada.
-Problemas…-dije sin más, intentando esquivar el tema.
-Ya no estáis juntos ¿verdad?
-Yo no he dicho eso, pero…dije que quería un tiempo –decía mientras miraba hacía otro lado.
-¿Un tiempo? ¿De verdad Pablo? El tiempo no lo cura todo. –añadió Casilda muy seria.
-Tan solo tenía que pensar…
-Y que pasa…¿Ya has pensado que hacer? –subió una ceja.
-Creo que lo mejor es que me olvide ella, pero ya no por el problema si no por qué estoy en una faceta muy importante en mi vida y que me destrocen el corazón en estos momentos no sería una buena idea.
-¡Tendrás que crear nuevas historias en tu vida! ¡No digas tonterías Pablo! –gritó mi hermana.
-No sé…aun…aun… ¡Aun estoy confuso! –dije mientras me daba la vuelta y a la vez abrazaba a la almohada.
-Pues háblalo con ella, aclara las cosas y lo entenderá. Aun que, hace días que no la veo por aquí…-dijo preocupada.
-Intentaré hablar con ella…si ella quiere.
Mi hermana acarició mi pelo y se levantó de la cama para marcharse de mi habitación.
Este tema, cómo todos los días, me dio para pensarlo un buen rato, hasta caer rendido y dejarme arropar por el sueño.

Al día siguiente.
Abrí mis ojos gracias a la poca luz que entraba por mi ventana. Caí tan rendido en la cama que se me olvidó pasar las cortinas.  Me levanté de la cama y me coloqué el bañador para ir a la playa en esta soleada mañana de miércoles. 
Cogí el coche y me dirigí hacía la playa donde me tumbe en la arena y deje que el sol penetrara en piel y sobretodo dejándome el pelo rubio. Es increíble que con tan solo una gorra y unas gafas pases desapercibido delante de la gente, menos con las personas que me conocen desde tiempos inmemorables.

Al cabo de dos horas me levanté de la arena, recogí la toalla y la botella de agua y me dirigí de nuevo al garito que estuve en mi último día en la playa. Me senté en frente de la barra del bar y la joven chica  de la otra vez cuyo nombre no recuerdo se acercó para atenderme.

-Hombre, pero mira quien tenemos aquí de vuelta. –rió
-Me gustaron esas patatas de la otra vez –reí-
-Entonces las apunto ¿no? –sonrió- ¿Quieres algo de beber?
-Ponme una coca-cola light mismo, por favor. –dije mientras miraba hacía el agua.
-Maaaarchando señorito –dijo con una bonita sonrisa mientras sacaba patatas de la freidora.
Me quedé mirando cada movimiento que hacía la joven mientras hacía su trabajo con delicadeza y con una sonrisa siempre.
Puso las patatas y la coca-cola delante de mí y se sentó en frente observando cómo miraba con hambre el plato.
-Te noto más desanimado que la última vez –me dijo ella levantando una ceja.
-He tenido algunos problemillas –le dije con la boca llena.
-¿Cómo cuales? –preguntó sin más.
Subí una ceja y me reí.
-Lo siento, es que soy demasiado cotilla –dijo mientras rascaba su cabeza por la vergüenza.
-No te preocupes –reí- el caso es que el amor duele y ya esta.
-¿Me lo dices o me lo cuentas? –rió mientras se apoyaba en la barra.
Suspiré y me bebí de golpe toda la coca-cola que había en el vaso.
-Si quieres alcohol para ahogar tus penas me lo dices –rió.
-Lo que necesito es salir más de casa, pero con esta cara no se puede ni pasear tranquilo sin que la gente te mire y te pare para una foto. –reí.
-Tu vente todos los días aquí conmigo y hazme compañía que yo también lo necesito. –sonrió- además, eres buena compañía.
Subí una ceja y me reí. No sabía si intentaba ligar conmigo o lo hacía por hacer que me sienta mejor. El caso es que cada vez me parecía una mejor chica y con la que matar mi tiempo para olvidarme de Lucía y dejar que mi mente descanse.
-Tan solo necesito…no sé…tiempo, aun que digan que el tiempo no lo cura todo.
Un joven chico se acercó a la barra y se sentó justo a mi lado. Tan solo me sonrió sin darse cuenta de quien era.
-¡EEEEESPERA UN MOMENTO! –gritó de repente- Pablo Alborán–dijo sorprendido.
-¡Pero pero pero no grites! –dije nervioso.
-¡Perdón, perdón! –dijo tapándose la boca- ¡Encantado de conocerte! Me llamo Carlos.
Observaba su rostro y me recordaba a mí en algunos rasgos. Su barba, sus ojos marrones, su forma de mirar. Anda, menos mal, el lunar no lo tiene.
-Cristina anímame la mañana con una cañita bien fresca por aquí, por favor. –decía Carlos con una gran sonrisa.
La joven le trajo esa cerveza a él y se volvió a sentar en frente de mí, separándonos la barra del garito.
-¿Qué tal la chica del otro día? –decía Cristina subiendo una ceja.
-Se ha marchado a Almería, así que me doy por perdido. –resopló.
Al oír ‘’Almería’’ me acordé en seguida de Lucía. Escuchaba atentamente su conversación mientras me terminaba esas patatas tan deliciosas.
-Le besé y ella siguió el beso, pero nada, tenía que marchase y me despedí de ella, eso es todo. –bajó la mirada- Y era una chica estupenda, sinceramente es difícil encontrar personas así. –decía Carlos mientras le salía una pequeña sonrisa de la boca.
-¡Uy! que el Carlos se me enamora –rió ella.
Bajó de la silla del garito y se despidió de ella.
-¿Puedo sacarme una foto contigo Pablo? –me dijo él con una sonrisa.
-Claro, sin problema  -dije sin más.
Cristina cogió el móvil de Carlos y nos sacó una foto juntos.
-¡Adiós! –gritó junto con una sonrisa mientras corría hacía otros chicos que jugaban al fútbol en la playa.
Suspiré y miré a Cristina.
-¿Y esa mirada? –dije sonriente- ¿Te gusta verdad?  -reí.
-¿Quién? ¿Carlos? ¡Pero qué dices! –decía nervios
-Que graciosa, mira cómo te sonrojas –reí.
Agachó la cabeza y se rió.
-Vale, me gusta. –sonrió- pero ssssssh –decía poniéndose el dedo en la boca cómo señal de silencio. Y menos mal que se ha ido la tía esa por qué no soportaría ver de nuevo a Carlos con otra chica. 
Tan solo reí y me terminé las patatas al fin. Me bajé de la silla y le pagué.
-Mañana me paso de nuevo por aquí y te hago compañía ¿Te parece? –sonreí.
-Anda, pero si te iba a decir que te pases más veces. –rió- me parece perfecto. Es increíble que Pablo Alborán diga eso –rió.
-Soy un chico normal, eh. –reí- Hasta mañana Cristina –sonreí.
-Llámame Cris –sonrió- Adiós Pablo –decía con un tono muy agradable.

Salí de allí y me dirigí hacía mi casa lo antes posible para ducharme, comer y ponerme a componer melodías nuevas.

Narra Lucía.

De nuevo en estas cuatro paredes, donde he pasado toda mi vida menos esos meses en Benalmádena. Mientras la soledad me comía por dentro, pensaba constantemente en que Pablo ya estará en Málaga. Cómo no, ya me caían lágrimas de los ojos por tanto dolor en mi interior.
¡Maldito! ¡Maldito amor! Pensaba continuamente.
No había recibido llamada alguna de Pablo. Todo el mundo tenía razón, ese ‘’tiempo’’ que me pidió Pablo solo era una escusa barata para dejar todo a un lado y olvidarse de mí.
Mi madre entró por la puerta y me trajo la comida en una bandeja.
-¿Piensas salir de aquí? –me preguntó preocupada.
-De momento no, mamá. –dije mientras miraba hacía la ventana.
-No puedes estar así siempre. –decía acariciándome el pelo.
-Necesito estar sola eso es todo. –dije mirando hacía mis pies cruzados encima de la cama.
-Si quieres estar sola al menos sal a pasear un rato por las calles –decía preocupada- Desde que te tengo de vuelta aquí no hemos hecho nada juntas y no hablas ni a Axel.
-Sabes que a él poco le he hablado siempre. –dije con tono serio-  Y sí, luego me daré una vuelta. –añadí mientras colocaba la bandeja de comida entre mis piernas.
Mi madre acarició mi cara y salió de mi habitación cerrando la puerta muy despacio mientras seguía observándome con cara de preocupación. 
Encendí la radio y sonaba ‘’Suplicando’’ de Pablo López. Hizo que de mi cara saliera una bonita sonrisa al recordar el día que fue a su concierto. Es lo único que me hacía sonreír en estos momentos, bueno, eso, y los mensajes de Laura y Aida diciéndome que me echan de menos.

Por la noche.
Agarré mis auriculares y mi móvil y salí junto con la luna a dar vueltas esta noche. La luna ahí arriba y yo aquí abajo. Ella rodeada de estrellas y yo de personas, pero las dos sintiéndonos solas.
Caminé por las oscuras calles de mi barrio donde iba mirando cada rincón, cada lugar, cada tienda, todo lo que me recordaba a algo que me haya ocurrido ahí tanto cómo gracioso, cómo bonito, cómo triste, lo miraba con una sonrisa.
Escuché unos pasos detrás de mí, un chico se acercaba pero no podía verle, no había apenas luz para poder observar su rostro con claridad. Se colocó debajo de la farola de donde me había colocado y pude ver que era Ángel.
-Por favor no me toques –dije con miedo mientras me tapaba la cara.
Él levantó las manos y con una cara sería se fue acercando a mí.
-Te echo de menos. –dijo con voz entristecida.
Me destapé la cara lentamente y observé su rostro.
-¿Qué estás diciendo? –pregunté extrañada.
-Echo de menos todo, todo lo que pasaba junto a ti. Todo lo bueno digo. –añadió.
-Yo no, Ángel, cómo podrás saber. –decía mirando hacia abajo- ¿Cómo has sabido que estaba aquí?
-Estaba dando una vuelta, eso es todo y te vi de lejos.
Había algo en él que sabía que no me decía la verdad, que seguía mintiéndome cómo siempre ha hecho.
-Bueno, yo me tengo que ir ya. –dije con miedo y me di media vuelta para salir de allí lo antes posible.
-Eh, eh, eh, eh ¿A dónde crees que vas? –dijo mientras me cogía del brazo y me atraía hasta él.
-Ángel suéltame o grito, te juro que grito –dije mientras el cuerpo me temblaba.
-Eres una hija de puta, eh. –dijo riéndose de mí- Me dejaste ir y seguro que te tiraste al famoso que tenías al lado.
-¡Ángel suéltame o grito! ¡No estoy de broma!
-Si gritas yo te haré gritar más –dijo con un tono muy brusco.
-¿Se puede saber que quieres de mí? –dije mientras rompía a llorar.
-Nada, solo que eres una hija de puta. –decía mientras agarraba mi brazo con fuerza-
-¡Déjame en paz! –grité a la vez que lloraba-
Me soltó con fuerza ya que venía un hombre a lo lejos pero me puso a su lado para no dejarme ir. Cuándo la persona al fin pasó, volvió a agarrarme.
-En realidad te he mentido, no he venido de casualidad –me susurró en el oído- Anda corre pedazo de inútil, te dejo ir por que no esta bien hacer daño a una señorita.
Me soltó y le pegué una bofetada en la cara. Él me cogió del pelo y me tiró hacía delante.
Salí de allí rápidamente y me dirigí hacía mi casa, con el alma rota y de nuevo morados en los brazos.
Me volví a sentar en la cama y me quedé varios minutos mirando el móvil esperando que en cualquier momento llame Pablo para decirme que me echa de menos.  Lloraba con mucha fuerza, resoplaba y apenas podía respirar. Esto se estaba convirtiendo en un infierno.
Cogí el disco de la reedición de Pablo López y puse la pista número catorce. Las primeras notas de piano de la canción de Princesa de nadie hacían que mis lágrimas cayeran aun más rápido y dejé que mi cuerpo se dejara llevar por las notas del músico que me acompaña en todo momento.
‘’Pocas fueron las palabras que te hicieron falta para ser, la esclava de su cama, la que mira y calla, princesa de nadie’’
Me tiré sobre la cama y mientras la canción sonaba de fondo cerraba mis ojos. Mis pelos se ponían de punta y mis manos arañaban el colchón con rabia.

‘’Tú te conformabas con soñar callada que te deseaba’’

Narra Pablo

De nuevo me encontraba sentado en el garito de playa hablando  con Cristina. Mis ojos se iluminaban al verle reír y sonreír. Hacía que mis momentos más dolorosos del día pensando en Lucía se esfumaran en 0, segundos.
-¿Por cierto tu cuantos años tienes ya? –me preguntó.
-25 años –sonreí- los cumplí el 31 de mayo.
-Me acuerdo que cuando salías en los telediarios tendrías unos 21 o por ahí –sonrió- ¿Cómo celebraste tu cumpleaños? Estas forrado, seguro que lo celebraste a lo grande –rió-
-No creas –contesté de inmediato- Solo la familia y amigos y ya sabes toda la gente cercana. –reí-  ¡Bueno! Mi familia musical me hizo un vídeo super bonito junto con otros famosos.
-¿familia musical? ¿Son tus fans no? –rió.
-Se llaman familia y punto –reí.
Ella reía mientras pasaba una bayeta por encima de la barra del garito.
-¿Mañana haces algo por la noche?  -me preguntó sonriente.
-Pensaba leerme un libro que tenía ahí preparado pero…-me interrumpió.
-Pues mejor que leer un libro, podíamos salir a pasear y cenamos algo –dijo sin más.
-Emmm…bueno…pues…-no sabía que contestar a este tipo de cosas.
-Perfeeeeeeeeeeecto, mañana a las nueve y media pasa por mi casa –sonrió- te doy mi dirección.
Le miré algo sorprendido por dar por sentado que iba a ir con ella.
Comenzó a apuntar en un papel su dirección mientras yo miraba a otro lado muy incómodo. No había respondido ni que sí ni que no, ella ya decidió por si misma que íbamos a salir a cenar, pero no podía decirle que no ahora. Me dio el papel muy sonriente y fue a atender a otra persona.
-Yo me voy ¿vale? –le dije algo sorprendido por lo de la cena- Adiós Cris.
-¡Adioooooooooooos! –decía entusiasmada.

Esta chica es muy mona y muy alegre pero no me motiva eso de salir mañana con ella a cenar. Esto es muy rápido. 

Al día siguiente.
Por la noche.

Cogí el coche y pasé a por Cristina, que vivía en una pequeña casa al lado de la pastelería de Sam.
Toque al timbre y salió ella muy arreglada con unos pantalones vaqueros cortos y una camiseta de palabra de honor demasiado escotada diría yo.
-¿Nos vamos? –sonrió.

1 comentario:

  1. Hola, te escribo para decirte que yo también tengo un blog donde escribo pequeñas historias. Decirte que tu blog me hipnotiza y es maravilloso. Si Pablo lo viera...❤.
    Espero que nos sigamos mutuamente ;) , un besazo fuerte. Posdata: Yo también soy Malagueña ❤.
    www.ellibrodekristenmadness.blogspot.com.es

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