Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

jueves, 13 de marzo de 2014

Treinta y cinco.

Anteriormente
El móvil de Sam comenzó a sonar y mi tía pasaba de contestar.

-No sé de quién es este dichoso número…-dijo mi tía mirando el móvil extrañada y colgó.
-¿Y si era Sergio Dalma? –dije bromeando.
-Sí, quizás quería llevarte a cenar esta noche –me siguió la broma Laura.
Mi tía miró el teléfono y cuándo volvieron a llamar cogió el teléfono más rápido que nunca.
-¿SÍ? ¿QUIÉN ES? –dijo algo desesperada.

Observaba la cara de mi tía al saber que no se trataba de Dalma, si no que seguro que se trataba de alguna compañía telefónica.

-¿ESTA BIEN?

La cara de preocupación de mi tía me puso muy nerviosa.
Mi tía colgó el teléfono y salió de la cocina.
-¡SAM! ¡SAM QUE OCURRE! –grité mientras le perseguía preocupada.

Narra Lucía.

Mi tía cogió las llaves del coche y salió lo más antes posible de la casa dejando preocupación en el ambiente.
Laura detrás de mí y yo detrás de mi tía preguntando en alto qué ocurría
Mi tía subió al coche y Laura y yo detrás sin saber aun que es lo que había ocurrido.

-¿SE PUEDE SABER QUE OCURRE? –pregunté gritando y esperando una respuesta de una vez por todas.
-Tu hermano ha tenido un accidente con la moto. –añadió mi tía mientras conducía.
-No puede ser verdad –dije con la cara pálida.

Laura me miró muy preocupada y yo sentada en la parte trasera del coche sin poder tranquilizarme ni un segundo.
Mi tía conducía lo más rápido que podía mientras los nervios recorrían cada rincón de nuestros cuerpos.

Aparcamos en un lugar dónde ni se permitía hacerlo y Sam bajó del coche rápidamente.
Pude ver a lo lejos un círculo lleno de gente y una ambulancia con dos coches de policía al lado.
Aparté a la gente lo antes posible y vi a mi hermano tirado en el suelo mientras dos hombres le colocaban una manta encima.

-¡BORJA, BORJA NO! –grité mientras lágrimas caían de mis ojos.
Aparté a los dos hombres y me tiré al suelo sin importarme nada. Rompí a llorar demasiado fuerte y coloqué mi cabeza en su pecho mientras le abrazaba.
Mi tía que también lloraba y Laura observaban mi dura reacción.
-¡DECIRME QUE ESTA BIEN POR FAVOR! –gritaba cómo una desesperada.
 -Tengo  que decirle que su hermano ha fallecido, el golpe ha sido demasiado fuerte. –añadió un policía.
-No…no…no….-decía constantemente mientras miraba hacía el policía- Borja no me hagas esto, por favor…por favor…-dije a la vez que me atragantaba con mi propia saliva.
-Por favor señorita, tenemos que llevárnoslo...
-No, que no, que no puede ser verdad –repetía una y otra vez.

Mi cuerpo temblaba y mi corazón latía demasiado rápido. Tan solo esperaba que todo fuese un sueño en el que estoy tardando de despertar.
Mi tía me levantó del suelo y no tardó en darme un abrazo. Llorábamos las dos cómo si no hubiese un mañana, cómo si el mundo se acabara en tan solo un segundo.
La gente nos miraba demasiado preocupada y Laura lloró junto a mí aun que no conociera de mucho a mi hermano.
Observaba cómo cogían la camilla y se llevaban a mi hermano dentro de la ambulancia.

-Yo voy con él. –dije antes de que cerraran las puertas- ¿nos vemos allí? –le dije a mi tía aun con lágrimas cayéndome.
Afirmó con la cabeza y cerraron las puertas de la ambulancia


Narra Pablo.

Tan solo me queda una semana para marcharme a Londres a grabar lo que queda para el nuevo disco. Por mucho tiempo que pase estas cosas siguen haciéndome ilusión como si fuese el primer día que lo hiciese.
Lo bonito del viaje también es que llevaré a Lucía conmigo y no tendré que pasarme dos semanas sin su presencia junto a mí.
Cogí mis gafas, mi gorra, una toalla y un periódico y salí de casa para que el clima malagueño erice mi piel esta bonita mañana de verano. Es mañana de playa.

Asomé mi cabeza por si se encontraba algún fotógrafo y salí de allí lo antes posible. Arranqué mi coche y me dirigí hacía la playa.
Al llegar me tumbé sobre la arena y todo era demasiado tranquilo, nadie de mis al rededores me reconocía. Sabía que mis gafas y mi gorra acabarían funcionando algún día.

Tras pasar la mañana en la playa recogí mis cosas y me di una vuelta por el paseo.
Me senté en la barra de un pequeño chiringuito de playa y una bonita chica se acercó hacía mí.

-¿Qué deseas? –preguntó la joven chica detrás de la barra.
-Ponme una coca-cola light con limón cuando puedas y unas patatas fritas con kétchup o lo que tu veas –dije sonriente.

Nadie se encontraba en ese lugar, tan solo la joven y yo disfrutábamos de la agradable sombra de aquel espacio.
Mientras tomaba la refrescante bebida, notaba cómo esa chica me miraba algo atenta y con los ojos achinados de pensar.

-Anda, si tu eres el famosillo Pablo Alborán. –dijo con normalidad la joven.
-Mierda, no funciona, no funcionan las gafas nunca –me dije a mí mismo.
-¿Qué? –preguntó extrañada.
-Nada, cosas mías –añadí- es increíble que sepas quien soy y no te abalances hacia mí. –reí.
-Aun que tengas una cara bonita, que sepas que eres una persona más en este mundo de pacotilla. –dijo mientras se acercaba hacía mí subiendo una ceja.
-Eso siempre lo he dicho yo. –sonreí- me asombra que haya gente cómo tú.
-Ya…bueno. –dijo con un tono creído- pero bueno, igual voy a aprovechar, fírmame un autógrafo para mi sobrina de paso. –sonrió.
-¿Y cómo se llama tu sobrina?
-Cristina. –dijo sin más.
Firmé con mucho cariño en una hoja que me había dado y se la devolví.
-Gracias –agradeció la joven con una bonita sonrisa.
-Es hora de que me vaya. –sonreí- Muy buenas las patatas, vendré más a comer por aquí –reí.
-Aquí te espero con los brazos abiertos –sonrió.
-Por cierto ¿Tu nombre es….? –dije esperando una respuesta.
-Cristina. –sonrió.
-Anda…cómo tu sobrina. –reí.
-No, no tengo sobrina. –me guiñó un ojo.
-Ahora entiendo todo. –reí- Hasta pronto –dije mientras desaparecía de allí.

Salí de allí y fui a buscar mi coche para poder llegar a casa y darme una tranquilizante y fría ducha.
Esa joven morena con mechas californianas era demasiado misteriosa y mi mente lo único que pensaba era descubrir que hay detrás de esa bonita sonrisa.

Narra Lucía.

Lágrimas no dejaban de caer por mis mejillas acabando en la punta de mi barbilla o desapareciendo en alguna esquina de mi boca.
``¿Cómo le digo esto a mi madre?’’ pensaba continuamente. Miraba mi móvil y esperaba a que la iniciativa de llamarla venga hacía mí.
Mi mano temblaba más y más por cada número que marcaba en mi teléfono. A lo lejos venía mi tía y Laura y se sentaron junto a mí. Sam acariciaba mi pierna con mucha delicadeza y intentaba tranquilizarme.

-¿Quieres que llame yo a tu madre? –dijo mi tía para quitarme un peso de encima.
-Sí, por favor. –dije mientras secaba alguna de mis lágrimas.

Mi tía fue hacía un lugar donde no se escuchara ruido y comenzó a marcar el número. Escalofríos recorrían mi cuerpo de pensar en cómo va a estar mi madre.
Pasaron cinco minutos y mi tía colgó el teléfono. Se acercó y de nuevo se sentó a mi lado.

-Tu madre esta de…-le interrumpí.
-No quiero saberlo por favor, me voy a poner mucho peor si me lo cuentas. –dije seria.

Un silencio se creó entre nosotras y volví a romper a llorar de nuevo. Salí de allí y me dirigí hacía mi casa donde iba a estar mejor que en cualquier lado. Mi tía no vino detrás de mí, ya que sabía que era lo mejor.

Narra Pablo

Salí de la ducha y me coloqué una toalla en la parte inferior de mi cuerpo. Al terminar de secarme me vestí y me asomé a la ventana para ver si Lucía se encontraba en su habitación y efectivamente estaba allí.
Toqué a la ventana y ella se giró rápidamente mientras secaba algunas lágrimas. Enseguida comencé a preocuparme ya que no me gustaba verla llorar por nada en el mundo. Abrió su ventana y disimuló cómo si no estuviera llorando. No tardé en saltar de mi ventana hacia su ventana y colarme en su habitación cómo si nada.

-Eh eh eh ¿Qué te ocurre? –dije acurrucándola entre mis brazos.

Ella rompió a llorar exageradamente y dejé que lo hiciera con tranquilidad para que saque todo su agobio.
Alcé su mirada e hice que la fijara en la mía.

-¿Qué pasa Lulú? –pregunté más que preocupado.
-Mi…mi…mi…-balbuceaba sin poder apenas respirar-
-Tranquila, dímelo cuando puedas…tranquilízate vamos. –dije mientras posaba su cabeza en mi pecho y acariciaba su pelo.

La senté en su cama y me coloqué a su lado. Comencé a pasar mi mano por su pierna intentando tranquilizarle.

-¿Estas mejor? –pregunté de nuevo preocupado.
-Ya estoy más tranquila…-dijo apenas sin voz.
-Cuéntame…-añadí esperando una respuesta al fin.
-Mi hermano a fallecido esta mañana…-dijo mientras miraba al suelo.
-¿¡ENSERIO!? –exclamé muy asombrado por la noticia.
-Sí…a tenido un accidente de moto, un coche chocó contra él. –dijo mientras volvía a llorar.
-No puede ser verdad…-hablaba mientras un nudo en la garganta comenzaba a formarse dentro de mí- Lo siento mucho mi vida, de verdad, tiene que ser demasiado duro. Borja era una persona estupenda, le conocía de varios años y…-me interrumpió.
-Dejemos el tema por favor…he venido a casa a despejarme no a llorar más. –dijo muy seria.
-Perdona…-añadí mientras posaba un beso en su frente- En una semana nos vamos a Londres…-dije intentando alegrar un poco su cara.
-Sí…bueno, ahora mismo los ánimos que tengo son bajo 0.

2 días después.

Llegó uno de los peores días de mi vida. La familia de mi madre y de mi padre de nuevo reunida, pero esta vez para el entierro de mi hermano.
En estos momentos necesitaría un abrazo de mi hermano, de esos que me quitaban la preocupación del cuerpo, pero me temo que esos abrazos terminaron para siempre.
Ahora mismo no tengo a nadie que pueda abrazarme cómo dios manda y poder arrancarme esta melancolía que recorre cada esquina de mi cuerpo. Ni si quiera a Pablo, que no a podido presentarse por no causar escándalo.
Me siento más que sola. Soy una ruina más en este mundo.

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