Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

domingo, 2 de marzo de 2014

Treinta y dos.

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De pronto salió Pablo y me cogió de la mano. Me adentró en el estudio y con una sonrisa de oreja a oreja me miraba entusiasmado.
-Pablo: Me hace ilusión -rió.
Yo sonreí muy nerviosa.
De pronto aparecieron los músicos de Pablo y él me llevó a presentármelos.
-Lucía: No no, ya me los presentas luego. -dije nerviosa.
-Pablo: Anda tonta ven -dijo mientras me cogía de la mano y me llevaba hasta ellos.
No había vuelta atrás, ya me había visto.
-Pablo: Bueno chicos, ella es mi vecina...-Lolo interrumpió-
-Lolo: Lucía...

Narra Pablo

Me quedé sin saber que decir por unos segundos. Mi mente estaba algo más que confusa, no tenía palabras. ¿Cómo sabía su nombre?.
Cuando decidí abrir mi boca, Lolo ya tenía algo que decir.
-Lolo: Cuánto tiempo...-decía un poco serio.
-Lucía: Lo menos cinco años sin vernos, eh...-dijo con el mismo tono que llevó Lolo.
-Pablo: Espera, espera ¿de que os conocéis? -dije confuso.
-Lolo: Bueno es que...
-Lucía: Amigos...solo....amigos. -dijo un poco nerviosa.
Lolo le miró confuso y afirmó con la cabeza.
-Pablo: Casualidades de la vida -dije sonriente pero
Dejé el tema a un lado y me coloqué los cascos para comenzar a grabar el primer single del disco ya que los demás serán grabados en Londres dentro de unas semanas.
Desde la cristalera, Lucía me miraba atenta y con una sonrisa que hacia que me temblara el cuerpo.
Comencé a cantar la canción con ese sentimiento que hacía que cada una de ellas tenga un sentimiento diferente, ese sentimiento que hace que las canciones sean únicas.


Al terminar veía cómo lágrimas se deslizaban por las mejillas de Lucía y salí rápidamente a abrazarle y posar un beso mio en su frente
Los de producción me miraban y cuchicheaban entre ellos ''¿son novios?''. En esos instantes me acordé de las fotos que nos sacaron ayer y comencé a preocuparme más por las consecuencias que tendría la salida de esas fotos a la luz.
Mientras dejaba todo en orden y seguía haciendo varias cosas con los de producción, veía de lejos cómo Lucía y Lolo hablaban y comencé a sentirme algo incómodo. No sé si eran celos o que pienso que me habían mentido y no eran nada más que amigos.

Por la noche.

Es la vez que Lucía viene a casa a cenar con mi familia, no se si sentirme tranquilo o nervioso por que vamos a dar un paso más en esta relación.
-Helena: Saca a la mesa lo que he dejado en la cocina, voy a vestirme. -decía mi madre entusiasmada.
Afirmé con la cabeza e hice lo que mi madre me mandó. Por mucho que pasen los años, siempre hay que hacer caso a una madre.
-Helena: ¡También viene Sam! -gritó desde el piso de arriba.
Resoplé ya que Sam no se rendirá hasta tener el número de su querido Sergio Dalma.

Tocaron al timbre. No tardé en llegar a la puerta y abrir con una sonrisa de oreja a oreja.
Lucía y Sam paradas en la puerta con una sonrisa, me miraban atentamente y podían notar mis nervios recorriendo mi cuerpo.
Lucía acercó sus  labios a los mios y me robó un pequeño beso que hizo que me tranquilizara un poco más.

Mi madre bajó de una forma muy veloz y rápidamente les saludó.
Mi hermana, mi padre, mi hermano, su mujer y sus hijos que habían venido a cenar, les saludaban muy educadamente.
Me sentí algo incómodo ya que mi hermano conocía muy poco a Lucía y no hacía más que mirarme y sonreirme.
-Salvador: Y bueno Lucía...cuéntanos...¿A que te gustariá dedicarte más adelante? -preguntó con un tono agradable.
-Lucía: Pueeees...-Sam le interrumpió.
-Sam: Te va a contestar que le gustaría trabajar en algo que tenga que ver con la fotografía o dibujar, pero cómo esta viviendo conmigo va a ser que tiene que seguir haciendo pasteles ¿verdad? -dijo con la boca llena.
-Lucía: Gracias tía Sam, eres un cielo de persona. -dijo irónicamente.
Mi hermano y mi cuñada reían por el teatro que estaban montando ellas dos mientras cenábamos. Mi padre se sentía incómodo ya que es un hombre muy serio.
Nuestras familias no tienen nada que ver.
-Salva: ¿Cuántos hijos pensáis tener? -preguntó mi hermano muy directo.
A Lucía casi se le escapa la comida de la boca y comenzó a toser. Su tía le daba palmadas en la espalda cómo si Lucía fuera a morirse ahogada.
-Pablo: ¿Cómo preguntas eso? -le dije a mi hermano algo cabreado.
Mi hermano tan solo rió y siguió comiendo cómo si nada hubiera ocurrido.
-Casilda: ¿Para cuándo la boda? -dijo mi hermana bromeando.
-Sam: ¿Por qué no hablamos de otra cosa? -pretendía desviar la conversación- Hablemos de koalas...creo que me parecen unos animales muy peculiares y que son dignos de estar en una conversación familiar y...-Lucía le interrumpió.
-Lucía: Sam...-tosió.
-Sam: ¿No me digáis que sois anti koalas? -preguntó asombrada- Esos animales no tienen la culpa de que haya menos eucalipto en el mundo, o no, eso si que no, ellos también tien...-volvió a interrumpirle.
-Lucía: Sam...-sonrió falsamente.
-Sam: Entiendo...-bajó la mirada- los animales no son lo vuestro- Hablemos de Sergio Dalma pues...-sonrió- Hablando de Sergio Dalma ¿Pablo me debes un número no crees?
-Lucía: ¡SAM YA BASTA! -gritó.
-Sam: Me callo.
Mi familia reía sin parar por el número que estaban ellas dos montando solas en esta cena familiar. Mi padre no le veía la gracia, pero acabó riéndose.
Lucía me miraba avergonzada por el comportamiento de su tía y no tuvo más que bajar la cabeza y seguir comiendo.

Al terminar de cenar nos ayudaron a recoger y todo termino en una simple noche de risas gracias a Sam y a sus tonterías.
Mi hermano, su mujer y mis sobrinos se fueron hacía su casa y mi hermana subió a su habitación junto a la pequeña Paula. Cómo me gustaría que Lucas, que en paz descanse, estuviera en esta cena. Mi hermana no es la misma desde que su marido se fue.

Lucía salió a la puerta y esperó a que me despidiera de ella. Sam saltó los arbustos y esperé a que ella se adentrara en su casa para dejarnos a solas.
Fui a darle un beso a Lucía pero pude ver cómo Sam asomaba su cabeza y nos miraba.
-Pablo: Te estoy viendo.-reí.
-Sam: No soy Sam, soy una planta.
Lucía rió y ignoró a su tía completamente. Posó un beso en mis labios y se dió la vuelta para marcharse.
Le cogí de la mano antes de que pudiera irse y le acerqué hasta mí.
-Pablo: Quédate conmigo esta noche. -dije con una cara de niño dulce.
Tan solo sonrió pero con eso me lo dijo todo.
Entró dentro de mi casa y sigilosamente subimos hacia mi habitación. Se tiró sobre mi cama y se quitó los pantalones quedandose en ropa interior.
-Pablo: Eh, que rápida eres. -reí.
-Lucía: Solo tengo calor, perdona. -dijo con una risa pícara.
-Pablo: Ya...calor. -dije mientras me tiraba sobre ella y besaba sus labios.
-Lucía: No no no no no.
Me detuve y le miré extrañado.
-Lucía: El pestillo -dijo seria.
-Pablo: Nadie entra nunca a mi habitación. -reí.
-Lucía: Nunca te fíes, NUNCA.
Le miraba extrañado sin saber a lo que se refería.
-Lucía: El monstruo pastelero puede aparecer en cualquier momento y en cualquier lugar.
Comencé a reírme mientras le robaba pequeños besos de su boca.
-Lucía: No te rías que es verdad -decía riéndose.
Besaba sus labios lentamente mientras la risa seguía saliendo de mi boca.
-Lucía: Echo de menos tu piel con mi piel. -dijo sonriente- te estoy diciendo en tu idioma que...
-Pablo: Te he entendido tranquila. -reí.
Desabroché mi cinturón y me quité los pantalones dejándolos tirados en el suelo. Lo mismo hice con la camiseta.
Rozar su piel hizo que mis bellos se pusieran de punta y que mi cuerpo poco a poco fuera cogiendo un calor muy alto.
Besaba mi cuello sin dejar ni una esquina sin ninguno de sus besos y poco a poco fuimos siendo complices el uno al otro. Piel con piel. Labios con labios.
Nuestra ropa interior quedó completamente fuera de nuestro alcance y solo quedamos ella y yo junto a unas sabanas frías, olvidando el mundo.
Al momento hice que de su boca salieran varios suspiros de placer que daban ambiente a esta calurosa noche de verano.
-Lucía: No te alejes de mí nunca. -me susurró entre suspiros.
-Pablo: Nunca.

Al día siguiente.
Narra Lucía.

Me levanté con esas ganas de comerme el mundo y no sabía por que.
Bajé al salón y se encontraba mi hermano, girando la cabeza nada más verme y con el silencio en sus cuerdas vocales.
-Lucía: ¿Vamos a estar así siempre? -murmuré- estoy algo harta.
Giró la cabeza y fijo sus ojos en los mios.
-Borja: Ah ¿Qué la culpa es mía? -dijo serio?
-Lucía: De los dos...-añadí-
-Borja: Lo que tu digas. -dijo mientras comía los cereales de su bol.
-Lucía: Me quitas las ganas de todo -dije con un tono despreciable.
Saqué la leche de la nevera y la eché en un vaso.
-Borja: No es por nada pero...mañana es el cumple de Sam y tendremos que hacerle algo.
-Lucía: ¿MAÑANA? -dije asombrada- vale, ya he comenzado a estresarme.
-Borja: Una fiesta sorpresa no estaría mal, no sé. Tu llama a gente y yo lo preparo todo.
-Lucía: Lo intentaré -dije agobiada.
-Borja: No, no ''lo intentaré'' será ''Lo harás'' -dijo serio.
Comencé a hacerle burla y me levanté de la silla para dirigirme hacia mi habitación.
Me vestí y cogí el teléfono para llamar a Aida.
-Aida: Dime morena -dijo con un tono muy agradable.
-Lucía: Necesito tu ayuda. -dije seria.
-Aida: Me preocupas muchacha...
-Lucía: Simplemente necesito que me consigas gente de mi alrededor, o sea, de las casas que tengo al rededor y que les digas si pueden venir a la fiesta sorpresa de Sam -dije muy directa.
-Aida: ¿Vas a hacerle una fiesta sorpresa? ¡ME APUNTO! ¿Para cuándo? -dijo entusiasmada
-Lucía: Mañana, pero aun no se la hora, solo necesito que me ayudes, ando muy ocupada ya con esto de la fiesta y ya me he estresado sin ni siquiera haber empezado -reí.
-Aida: cuenta conmigo para lo que sea mi niña. -dijo con un tono agradable.
-Lucía: ¿Te he dicho que te quiero ya? -reí.
-Aida: Sí, pero me gusta que me lo digan. -rió.
-Lucía: Te quiero y gracias por todo lo que haces por mí.
-Aida: Aquí para lo que sea, confia en mí igual que yo confio en ti al cien por cien, eh. -dijo con sus palabras más sinceras.
-Lucía: Nunca te fallaré y lo sabes. -sonreí aun que no me viera.
-Aida: Hablamos luego ¡te quiero pecha! -colgó.
Deje el móvil en la mesa muy sonriente y me puse manos a la obra para comenzar a preparar esa fiesta.


Mi móvil sonó de nuevo y vi que era un número que no tenía guardado.
-Lucía: ¿Quién? -pregunté extrañada.
-Lolo: Lucía soy Lolo, me han dado tu número.
-Lucía: Ah, hola...-dije algo seca.
-Lolo: ¿Podríamos quedar para hablar?
-Lucía: Lo siento, estoy muy ocupada, pero...podrías venir mañana a la fiesta de mi tía Sam y así haces bulto y si quieres hablamos...-dije no muy segura de mi propuesta.
-Lolo: Vale, eeeem...¿vives donde Pablo, no?
-Lucía: En el número 2. -añadí.
-Lolo: Mañana te llamo para concretar más, preciosa.
¿Preciosa? ¿Preciosa? repetía mi mente continuamente. O no, no quiero que pase nada entre él y yo de nuevo, NADA.
-Lucía: Adiooooos -dije con un tono alegre pero falso.

Al día siguiente por la noche.

La fiesta ya estaba preparada. Los invitados ya habían llegado y las luces estaban apagadas para cuando llegase mi tía no sospeche nada.
Miraba a Aida y le sonreía. Ella me miraba con cara de desprecio y no se acercó para dirigirme alguna palabra. Comencé a asustarme. ¿Qué le ocurrirá?.
Lo mismo ocurría con Laura. Pequeños escalofríos de preocupación junto con nerviosismo recorrían mi cuerpo.
No entiendo que les ocurre.
Cuando quise ir a hablar con ellas, ya dieron la señal de que mi tía había llegado.
Las luces apagadas, todos en silencio y alguna que otra risa de fondo.
Mi hermano le abrió la puerta y cuando entró se quedó quieta.
-Sam: Aquí huele a humanidad tío, abrir las ventan...-le interrumpimos.
-¡¡SORPRESA!! -gritamos todos mientras salíamos cada uno de su escondite.
Mi tía nos miraba asombrados y sin saber que responder.
De pronto una manta con letras escritas le pusimos en frente de ella y lloraba de emoción.
Una guitarra comenzó a sonar detrás de esa pancarta y mi tía se quedó muda.
-Sam: No puede ser...
Las primeras palabras de la canción salieron a la luz y una voz reconocible comenzó a cantar.
-Sam: ¡SERGIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! -gritó mi tía mientras tiraba la pancarta al suelo y se levantó a abrazarle.
Yo lloraba de la emoción al verla así. Abrazaba a Sergio cómo si el mundo fuera a acabarse mañana.
Sam se acercó a mí y me abrazó a mí y a mi hermano.
-Sam: GRACIAS. -dijo llorando.
-Lucía: Si te digo la verdad yo no tenía ni puta idea -reí.
Pablo reía desde una esquina y no tardé en ir hacía él y darle un abrazo.
-Lucía: Te quiero. -le susurré al oído- No puedo besarte que si no...-reí.
El comienzo de la fiesta fue mas que emocionante. Nada más empezar ya eran llantos de felicidad.

Miré a Aida y lo único que recibía de ella eran malas miradas y silencios incómodos.
Me acerqué y tan solo se dio la vuelta para no mirarme la cara.
-Lucía: ¿Qué ocurre? ¿He hecho algo mal? -pregunté nerviosa.
-Aida: Pensé que eramos amigas y nos lo contaríamos todo. Pensé que no habrían secretos. Pero me entero que tienes una relación con Pablo y nuestra amistad se va a la mierda.
-Lucía: Cómo te has ente...es igual...-me interrumpí a mi misma- Pensaba contártelo, de verdad...-dije arrepintiéndome.
-Aida: Eso ya da igual...ya estas en la revista HOLA de esta mañana...no hay vuelta atrás.

Mi corazón se quedó helado por momentos.

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