Nos adentramos en su coche y comencé a ponerme nerviosa. No
sabía que quería hacer ni donde quería llevarme y mira que adoro las sorpresas
pero era algo incómodo.
-Pablo: espera –dijo sacando un pañuelo de su bolsillo
-Lucía: Oh no –reí
-Pablo: Oh sí –decía mientras me tapaba los ojos con ese
pañuelo morado-
-Lucía: Te voy a matar cuando bajemos del coche.
-Pablo: Yo
creo que no, eh –rió
Pasaron cinco minutos en el coche y todo era silencio. Pablo
me cogía de la mano y jugaba con mis dedos, me notaba nerviosa.
Él paró el coche y salió de él.
Abrió mi puerta y me cogió de la mano para que saliera.
-Pablo: Tranquila, tu cójeme –decía para calmar mis nervios
Me iba guiando hasta que toqué arena. Estaba claro que estábamos
en la playa ya que podía notar la textura de la cálida arena de aquí y las olas
del mar chocando.
Pablo poco a poco me iba quitando el pañuelo y me quedé
sorprendida.
-Lucía: No tenías por que hacer est…-me interrumpió
-Pablo: Siempre es un bonito día para regalarle algo a una
bonita persona ¿no crees? –me dijo con un tono demasiado dulce
Una mesa redonda con dos copas y una cena expectacular nos
esperaba en un lado de la playa donde nadie nos podía observar. Velas alrededor
de la mesa y yo muriendo por Pablo cada día más.
-Pablo: Vamos –decía dandome su mano-
Le cogí de la mano pero le atraje hacía mí.
-Lucía: Nunca pensé que serías así-le sonreí- así de
diferente a los demás, a parte de cantar y componer bien eres de las personas
más especiales que he conocido en mi vida y mira que no a pasado tiempo.
Pablo tan solo me sonrió y acercó sus labios a los mios para
regalarme uno de sus besos más cálidos y con más sentimiento.
-Lucía: Cada día me impresionas más sabes –reí
-Pablo: Eso es bueno-sonrió
Me llevó hasta la mesa y me ayudo a sentarme en la silla.
Colocó una copa de vino en mi copa y brindamos por nosotros
y por la luna, que era la única que tenía el privilegio de poder observar esta
velada de dos locos enamorados más.
-Lucía: No se si te lo he dicho alguna vez pero gracias por
tanto...-dije con mis palabras más sinceras-
-Pablo: No sé que tienes que agradecer, gracias a ti por
aparecer en mi vida.
Sus palabras se clavaban en mí tan rápido cómo las olas
chocaban contra las rocas.
-Lucía: ¿Has hecho esto tú solito? –pregunte extrañada
-Pablo: Mi hermana a sido la gran ayudante, mi madre la
cocinera. –reí
-Lucía: Anda anda entonces que has hecho tú-le miré
pícaramente
-Pablo: La idea a sido mía, jo, no me mates. –rió-
-Lucía: ¿Tú madre sabe lo nuestro? –pregunté de nuevo
extrañada
-Pablo: Sí, a mi madre no le puedo esconder nada, es mi
madre. –sonrió-
-Lucía: Que vergüenza-reí- bueno, espero que no tenga ningún
problema conmigo, siempre me han dado miedo las suegras. –reí de nuevo
-Pablo: Mi madre es la persona más buena que puedas echarte
en cara, de verdad -dijo convencido
Al terminar de cenar nos levantamos y fui rápidamente a
mojarme los pies en el agua.
Se acercó Pablo por detrás de mi y me abrazó mientras posaba
sus labios en mi cuello. Un escalofrío recorrió mi cuerpo en 0, segundos.
Me di la vuelta y besé sus labios hasta acabar con un
pequeño mordisco en el labio inferior.
Bromeando, le empujaba para que creyese que le iba a tirar
al agua.
-Pablo: No te atreves y lo sabes, sabes que yo soy muy
malo-rió
-Lucía: ¿Qué no? –dije acercándome a sus labios
-Pablo: No –decía rozando los mios
De repente le tiré hacía atrás y se cayó al agua.
Salió rápidamente y vino a por mí.
Comencé a correr por la orilla de la playa y él mojado de
los pies a la cabeza comenzó a quitarse la camiseta y la tiró en la orilla mientras
seguía persiguiéndome.
Me cogió por atrás de la cintura y me cogió en brazos.
-Lucía: ¡¡Nooooooooooo!! –gritaba
-Pablo: ¡¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!! –gritaba junto
a mí
Me tiró al agua y comenzaba a reírse.
Le cogí de la mano y le tiré junto a mí.
Salió de debajo del agua y me miró con cara de asesino. Lo
único que pude hacer es darle un beso en los labios y revolverle el pelo.
Me cogió en brazos y me volvió a lanzar al agua.
Al salir volví hacía él y le pegué un pequeño puñetazo en el
pecho. Me quité la camiseta y me quedé
en sostén, ya que la camisa pesaba por el agua que tenía acumulada.
Me agarró de mi cintura, me atrajo hacía él y con una
sonrisa en la cara me dio un beso.
Salimos fuera del agua y recogió las cosas para llevarlas a
su coche.
Comenzaba a hacer la tonta al rededor de él mientras se reía.
-Pablo: Te gusta marear. -decía mientras recogía las velas.
Comenzaba a hacer la tonta al rededor de él mientras se reía.
-Pablo: Te gusta marear. -decía mientras recogía las velas.
-Lucía: Espera espera, por aquí no es el camino para casa…-dije
confundida
-Pablo: Ya lo sé-sonrió
Paramos en frente de un hotel y le miré con cara
sorprendida.
-Lucía: Creo que con la cena me bastaba –reí
-Pablo: Pues para que te quedes mejor, ya tienes este hotel.
–sonrió
-Lucía: ¿Piensas que voy a entrar mojada y con estas pintas?
-Pablo: ¿Estamos locos? No vamos a entrar por la puerta
principal –rió- a saber lo que nos podría pasar a los dos con toda esa
multitud.
Me llevo hasta una puerta trasera y tocó la puerta. Un chico
vestido de negro nos abrió y nos llevó hasta una habitación.
-Lucía: ¿Era necesario esta pedazo de suite? –reí-
-Pablo: No te quejes tanto y disfrutaaaaaaa-decía mientras
me cogía en brazos-
-Lucía: ¡AAAAH! UN JACUZZI –dije con los ojos brillantes
Pablo comenzó a quitarse la ropa y se adentró en el lo antes
posible.
-Lucía: ¿En calzoncillos? –reí-
Me adentré dentro en ropa interior y reí.
Pablo se quitó los boxers y me miró riéndose.
-Lucía: ¿En serio? –reí
Me quité yo mi ropa interior y me cogió de la mano
atrayéndome hasta él.
-Lucía: Ay madre mía –decía mordiéndome el labio
Comenzó a besarme lentamente que hizo que mi temperatura
corporal aumentara por segundos.
Me colocó encima de él y me quedé mirándole pícaramente.
-Lucía: ¿Aquí? –pregunté muy excitada.
Tan solo subió una ceja y sonrió.
Podía notar sus partes en las mías y eso hacía que
recorriera un gran calor por mi cuerpo.
Estiró la mano y cogió una toalla de encima de una silla.
Salió del Jacuzzi y me cogió de la mano. Seguidamente me
cogió en brazos y me llevó hasta la cama matrimonial circular.
Con el cuerpo mojado tanto del Jacuzzi cómo de antes en la playa me tiró a la cama y comenzó a besar mi cuello.
-Pablo: Quiero perderme contigo...en estas sabanas frías. -decía cantándome en voz baja- olvidando el mundo sin nadie que sepa que estamos aquí-sonrió
Tan solo sonreí y le mordí el labio inferior con ganas de comerle a él y al mundo.
Comencé a jugar con su pelo mojado hasta dejarlo de punta. Gracioso no, lo siguiente a eso.
Me sonrió con una preciosa sonrisa de oreja a oreja y fue de nuevo hacía mi cuello para dejar mis bellos de punta.
Mi teléfono comenzó a sonar y alargué la mano para ver de quien se trataba.
-Lucía: Mi hermano...
-Pablo: No le contestes, tu tía Sam se lo explicará -decía mientras seguía besando mi cuello.
-Lucía: Él no sabe que tu y yo....-dije mirándole.
De pronto dejó de sonar y no tuve más remedio que dejar de nuevo el teléfono algo preocupada y seguir por donde estábamos.
Mi teléfono comenzó a sonar y alargué la mano para ver de quien se trataba.
-Lucía: Mi hermano...
-Pablo: No le contestes, tu tía Sam se lo explicará -decía mientras seguía besando mi cuello.
-Lucía: Él no sabe que tu y yo....-dije mirándole.
De pronto dejó de sonar y no tuve más remedio que dejar de nuevo el teléfono algo preocupada y seguir por donde estábamos.
Acariciaba mi cuerpo a la vez que con sus labios acariciaba mi cuello. No podía resistir soltar suspiros de placer.
Su boca podía conmigo.
Abrí mis piernas y noté cómo poco a poco él estaba dentro de mí. Yo con esos pequeños suspiros de placer y el mordiéndose el labio, que hacía que me provocaran más de mil calores corporales.
-Pablo: Eres tan....aah. -dijo suspirando
Tan solo sonreí y le besé el labio inferior.
Las sabanas mojadas, la ropa por los suelos, un paseo de gotas de agua por el parqué y mi vida junto a la suya.
Que comience la guerra entre su boca y la mía en este oscuro campo de batalla.
Que comience la guerra entre su boca y la mía en este oscuro campo de batalla.
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