Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

domingo, 3 de agosto de 2014

Cuarenta y nueve.

Anteriormente.

-¿Y quién ese mozo eh? –dijo Laura con voz pícara- No me has contado nada –rió.
-No os lo creeríais jamás. –rió
-De una relación me lo espero todo tranquila –añadí levantando mi ceja derecha.
-Prometerme que no se lo contaréis a nadie –dijo sonriente.
-Tranquila –dijo la rubia.
-¡Me he liado con Pablo Alborán! –dijo entusiasmada.
Las tres escupimos la cerveza a la vez. Aida hacía el lado izquierdo de la silla, Laura hacía el mismo lado y yo directamente a la cara de Cristina.
-¿CÓMO? –preguntó sorprendida Aida mientras que mis ojos quedaron como dos platos llanos.

Narra Lucía.

Mi cara era más que de sorpresa. Gotas de cerveza recorrían la cara de Cristina mientras ella se quedaba paralizada.

-¡Perdón! –dije disculpándome por el despiste.
-¿Lo has hecho aposta? –preguntó Cristina algo cabreada.
-¿Por qué iba a hacerlo aposta? –reí nerviosa.
-Bueno, no importa –dijo mientras se secaba la cara con una servilleta.
-¡NO NOS DESVIEMOS DEL TEMA! –añadió Aida muy eufórica.
-¿Qué pasa? ¿No me puedo liar con un famoso? Si no me creéis…-dijo Cristina.
-No hija, si creerte te creemos, todo es posible en esta vida. –dije mientras doblaba el tenedor.
-Yo aun estoy que no me lo creo –decía Laura con la mirada fija en otro lugar y con los ojos cómo dos platos.

De pronto se me vino a la cabeza el momento en el que me fui de la fiesta de la playa y Lolo detrás de mí. Ese momento en el que vi a Pablo besándose con otra chica en un chiringuito de la playa.
Miré hacía el paseo marítimo y observé que es el mismo sitio dónde me paré a observarles. Definitivamente Cristina era la chica con la que Pablo estaba.

-Yo creo que me voy a ir, eh. –dije mientras dejaba el tenedor doblado en la mesa y me levantaba.
Laura cogió mi mano para impedir mi huida mientras ella seguía con la mirada en el mismo lugar que antes.
-Y…¿Cómo ocurrió todo? –preguntó Aida.
-Pues…-le interrumpí.
-Puede que solo hayas sido un juguete para él, yo no me emocionaría mucho, eh. Puede que cómo lo había dejado con su novia pues buscaba algo con lo que entretenerse y cla…-Aida me interrumpió.
-Lucía…mi amor… ¡CALLATE LA MALDITA BOCA YA! –gritó.
-En verdad fue todo muy precipitado. Me auto-invité a una cena con él –rió- y luego me lo llevé a casa y me lo tiré –añadió la frase final con una gran sonrisa.
-SERÁ PUT…-me tapó la boca Aida.
-Será puta ama, eso quería decir –rió nerviosa- Que grande ¿no? Acostándose con un famoso ¡WOOW!
- ¡Uy! si ¡SUBE LA ADRENALINA! –dije irónicamente.
-Tengo que decir que Pablo no lo hace nada nada pero nada mal –guiñó un ojo a la vez que reía.
-Cógeme Aida cógeme que me tiro hacía ella –murmuré.
-Yo es que…sigo sin creérmelo –añadió Laura mientras seguía con la mirada aun en el mismo lugar.
-Bueno, y Pablo al día siguiente no tenía las cosas muy claras y tengo que decir que lo agobié un poco, pero entenderme ¡ES PABLO ALBORÁN! Y pues quedamos más veces y volvió a mi casa y blá blá blá. El caso es que de una tontería…he acabado enamorándome, o eso creo.
-¡O sea que no sabes si estás enamorada de verdad! ¡Has dicho ‘’O eso creo’’! Y eso es una razón por la que no deberías ir a Madrid a buscar al Alborán ese. –añadí sin apenas vocalizar.
-¿Qué le pasa a esta chica? –le preguntó Cristina a Aida.
-Antes de venir se ha tomado dos cafés, no se lo tomes en cuenta. –añadió Aida murmurando.
-Sí, será por eso… -resoplé.
-Ahora solo quiero hablar con algún músico suyo o cualquier cosa para que me de la dirección de la casa de Pablo de Madrid. No parece tan complicado –sonreía de tal forma que me daban ganas de matarle.
-Lo tienes complicado. Los músicos no pueden dar esa información a gente que ni conocen. –dije bajándole de las nubes.
-Yo creo que sí –subió una ceja- aparte me conocen ya, he ido veces al estudio de Pablo.
Cogí el tenedor de Aida y lo doblé con fuerzas.
-Oye, que la cubertería no es gratis –añadió Cristina.
Tiré el tenedor a la mesa y volví a resoplar.
-Mira que si te molesta que me haya liado con un famoso me lo dices –decía muy simpática Cristina- podría decirle a Pablo que te presente a algún amigo suyo famosito. –rió.
-¡Ay sí que ilusión! ¿Lo harías por mí? –dije irónicamente.
-¡Claro! Si de verdad quieres yo lo haría encant…-le interrumpí.
-No, no quiero. –Subí una ceja.
-¿Y cuándo decías que te ibas a Madrid? –preguntó Aida.
-En cuanto sepa su dirección voy para allá a decirle todo lo que siento, creo que no he estado más segura en mi vida. –suspiró.
-Creo que me voy a fumar mi cigarro de la semana para tranquilizarme –dije sacándolo del bolso.
-Esto es increíble…otra con Pablo…-añadió Laura aun sorprendida de lo ocurrido.
-¿Cómo que otra? –preguntó Cristina muy confusa.
-¡Ah! ¡Nada! –gritó Aida.

Me levanté de la mesa, cogí mi bolso y salí de aquel chiringuito que estaba acabando con mi paciencia.
Aida se levantó de su sitio y siguió mis pasos hasta que me detuvo.

-Déjame irme, creo que deberías entenderme –dije después de dar una calada al cigarro.
-Está bien. –dijo entrando en razón- Esto es complicado de asimilar pero todo tiene una solución –añadió a la vez que subía la ceja derecha-
-Aida pensando…me das miedo. –reí.
-Anda vámonos, yo tampoco soporto a esa chica –rió.

Nos despedimos a lo lejos de ellas y nos dirigimos hacía el coche.


Al llegar a casa me tiré en el sofá e hice que mis chanclas volaran por el comedor al quitármelas de golpe. Suspiré y miraba hacía el techo a la vez que pensaba en lo ocurrido en la playa. Sentía cómo si me estuvieran apretando el corazón para que no pudiera latir cómo él quiere. Me sentía cómo en una pesadilla de niños pequeños en la que yo estaba encerrada en una jaula y Cristina estuviese fuera con una llave que pusiera ‘’Corazón de Pablo’’. Es algo extraño, pero sentirse así era  horrible, es cómo si te estuviesen arrancando poco a poco el futuro que habías planeado para ti.

Al día siguiente.
Narra Pablo.

Me levanté con ganas de comerme el mundo y últimamente no lo hacía. Despertarme con pocas ganas de sonreírle al día era la rutina de esta semana, pero hoy mi mente había cambiado de idea.
Intentaba asimilar que no todo en esta vida sale cómo uno se espera o desea, pero nunca hay que hundirse, ya que dicen que las personas que se han ido de tu vida solo lo hacen para dar el paso a otras mejores.

De pronto tocaron a la puerta de mi casa y me levanté rápido para poder abrir.

-Buenos días Pablo…-añadió Lolo parado en mi puerta.
-Buenos…días…-dije asombrado por su visita- adelante…-le dejé  pasar de inmediato.
-Mira voy a ir al grano: me he comportado cómo un completo imbécil y lo sabes. La tontería del amor te lleva a hacer estupideces y cosas que alguien no merece. Por eso quería pedirte disculpas por si he llegado a ofenderte y demás. Lucía me dijo que no sentía lo mismo que yo por ella en la comida que le preparé y ahí me di cuenta que he llegado a casi perder a uno de los mayores apoyos que he tenido siempre; tú. –dijo con sus palabras más sinceras
-Acepto tus disculpas –dije extendiendo la mano.


Cogió mi mano y sonrió de tal forma que me contagió. Me acerqué a él y le di un buen abrazo cómo los de siempre.
-Por cierto, el día de la comida, Lucía confesó que…-le interrumpí.
-No, no, no –tapé mis oídos- no quiero saber nada de Lucía, hoy estoy bien, estoy sonriente, estoy genial…no la cagues –reí.
-Está bien, está bien –rió- en realidad no sé te hubiera gustado saberlo o no pero era por contártelo –dijo saliendo de mi casa- Nos vemos a las cuatro en el estudio –añadió a la vez que guiñaba su ojo derecho.
-Hasta luego –dije con una sonrisa mientras cerraba la puerta

Me había dejado pensativo, demasiado diría yo. 
Ahora que estaba aquí en Madrid con gente que quiero cómo mis músicos, llegaba la hora de cambiar, pero de pensamientos

Narra Lucía.
Mi mañana en la pastelería de Sam había sido más aburrida de lo normal. Últimamente no pasaban tantos clientes y no lo entendía ¡Si la pastelería de mi tía es la más famosa de por aquí!  Que por mucha Operación Bikini que esté haciendo la gente últimamente, el pan, los pasteles, los donuts y demás ¡SE SIGUE COMIENDO!
---

Por la noche de ese mismo día, me coloqué el bikini y me tiré a la piscina para refrescar mi noche de luna llena.
Cómo olvidar la noche de luna llena que dos locos enamorados más decidieron unir sus vidas. Cómo olvidarlo, si yo en esos tiempos era la más feliz.

‘’ - Ves la luna ¿no? Dicen que su sonrisa es la más bonita que puede existir...
-Que quieres decir con eso...

-No creo en ese dicho, creo que la luna tiene muchos motivos para envidiar tu sonrisa. -sonrió-‘’
....

Salí de la piscina y me tumbé en una de las hamacas del jardín. Shadow se acostó a los pies de mí y me observaba atentamente.
Escuché la puerta de la casa de Pablo y vi que su hermana Casilda tenía dos bolsas de basura, una en cada mano. Fue a tirarlas y al regresar le silbé.

-Anda pero si esta aquí la vecina guapa –dijo tan simpática cómo siempre.
Me acerqué hacía dónde separaba nuestros jardines y le guiñé un ojo.
-¿Qué tal estás? –pregunté con una sonrisa.
- ¡Genial! Ahora mismo iba a hablar con Pablo, que no se de él…no sé si sabes que se ha ido a Madr…-le interrumpí.
-Lo sé –dije cabizbaja.
-Uy…se nota que te ha afectado un poco ¿No? –dijo con la mirada triste- Ven conmigo.
Salté los bajos arbustos que nos separaban y nos sentamos en el banco de piedra que tenían ellos en su jardín.
-Adivino, adivino…-decía con voz pícara- no le has olvidado.

Mis ojos se abrieron más de lo normal al escuchar la última frase. No me importaba decírselo a ella, ya que es la que me ha ayudado siempre con estos temas, aun que no me conozca profundamente.

-La verdad es que no, no le he olvidado ¿Quién lo haría? –reí-
-Mi hermano no es tan perfecto como puedes pensar –rió.
-Cuando estás enamorada, todo lo que tenga que ver con la otra persona te suele parecer perfecto. –añadí con una sonrisa.
Mi última frase le dio que pensar a Casilda. Me miró y acarició mi pelo.
-Sabes…él tampoco te ha olvidado. –decía mientras miraba sus pies.
-¿Cómo estás tan segura? –pregunté nerviosa.
-Cuando escribe canciones, no las hace inventándose una historia, las hace inspirándose en alguien o algo y las últimas que he escuchado…tienen mucho que ver con vuestra historia. –sonrió.
-No creo que eso sea una buena razón para decirme que no me ha olvidado, creo. –añadí- ¡Además! Su guitarrista, Lolo, me comentó que él mismo le había dicho que ya no sentía nada por mí.
-¿Piensas creer a un guitarrista que lo único que quería es tenerte.... antes que a su propia hermana qué vive bajo su mismo techo? –añadió Casilda.
-¿Cómo sabes lo de Lolo? –pregunté sorprendida.
-Mi hermano no se suele callar mucho las cosas. –rió.
-¡Bueno! El caso es que no se qué pensar…¡Tu hermano a estado este tiempo de manitas con otra chica! Y esa misma chica va a ir hasta Madrid solo para decirle sus sentimientos…cosa que yo no me atrevo.
-Pero si ni siquiera sabrá la dirección, es algo que no se le dice a cualquiera. –añadió.
-Dijo que se lo preguntaría a uno de los músicos. Se le veía muy segura de que lo conseguiría.
-¿Eso te preocupa? ¿Qué otra chica se gane su corazón antes que tú? –rió-
-Sí, sí…eso creo…
-Si la otra persona no siente nada, poco ocurrirá entre ellos dos, no sé si me entiendes.
-Vamos, que si Pablo no le quiere, es tontería que ella se declare por qué no ganaría nada, o eso he entendido.
-Exacto. –sonrió- espera aquí un momento.

Casilda entró a su casa y volvió a salir con un papel y un bolígrafo. Escribió en él y me lo entregó con una sonrisa.
Lo abrí nada más que me lo entregase

‘’Calle Cervantes puerta Nº2, Código postal 28018’’

-Si ella puede ¿Por qué tú no?

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1 comentario:

  1. porfavor seguid escribiendo que me has dejado iniciada y me encanta. gracias por hacernos llorar y reir con esta novela, esta fenomenal y quieroque la continues

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