Anteriormente.
-¿Y quién ese mozo eh? –dijo Laura con voz pícara- No me has contado nada –rió.
-¿Y quién ese mozo eh? –dijo Laura con voz pícara- No me has contado nada –rió.
-No os lo creeríais jamás. –rió
-De una relación me lo espero todo tranquila –añadí levantando mi ceja derecha.
-Prometerme que no se lo contaréis a nadie –dijo sonriente.
-Tranquila –dijo la rubia.
-¡Me he liado con Pablo Alborán! –dijo entusiasmada.
Las tres escupimos la cerveza a la vez. Aida hacía el lado izquierdo de la silla, Laura hacía el mismo lado y yo directamente a la cara de Cristina.
-¿CÓMO? –preguntó sorprendida Aida mientras que mis ojos quedaron como dos platos llanos.
Narra Lucía.
Mi cara era más que de sorpresa. Gotas de cerveza recorrían
la cara de Cristina mientras ella se quedaba paralizada.
-¡Perdón! –dije disculpándome por el despiste.
-¿Lo has hecho aposta? –preguntó Cristina algo cabreada.
-¿Por qué iba a hacerlo aposta? –reí nerviosa.
-Bueno, no importa –dijo mientras se secaba la cara con una
servilleta.
-¡NO NOS DESVIEMOS DEL TEMA! –añadió Aida muy eufórica.
-¿Qué pasa? ¿No me puedo liar con un famoso? Si no me creéis…-dijo
Cristina.
-No hija, si creerte te creemos, todo es posible en esta
vida. –dije mientras doblaba el tenedor.
-Yo aun estoy que no me lo creo –decía Laura con la mirada
fija en otro lugar y con los ojos cómo dos platos.
De pronto se me vino a la cabeza el momento en el que me fui
de la fiesta de la playa y Lolo detrás de mí. Ese momento en el que vi a Pablo
besándose con otra chica en un chiringuito de la playa.
Miré hacía el paseo marítimo y observé que es el mismo sitio
dónde me paré a observarles. Definitivamente Cristina era la chica con la que
Pablo estaba.
-Yo creo que me voy a ir, eh. –dije mientras dejaba el
tenedor doblado en la mesa y me levantaba.
Laura cogió mi mano para impedir mi huida mientras ella
seguía con la mirada en el mismo lugar que antes.
-Y…¿Cómo ocurrió todo? –preguntó Aida.
-Pues…-le interrumpí.
-Puede que solo hayas sido un juguete para él, yo no me
emocionaría mucho, eh. Puede que cómo lo había dejado con su novia pues buscaba
algo con lo que entretenerse y cla…-Aida me interrumpió.
-Lucía…mi amor… ¡CALLATE LA MALDITA BOCA YA! –gritó.
-En verdad fue todo muy precipitado. Me auto-invité a una
cena con él –rió- y luego me lo llevé a casa y me lo tiré –añadió la frase
final con una gran sonrisa.
-SERÁ PUT…-me tapó la boca Aida.
-Será puta ama, eso quería decir –rió nerviosa- Que grande
¿no? Acostándose con un famoso ¡WOOW!
- ¡Uy! si ¡SUBE LA ADRENALINA! –dije
irónicamente.
-Tengo que decir que Pablo no lo
hace nada nada pero nada mal –guiñó un ojo a la vez que reía.
-Cógeme Aida cógeme que me tiro
hacía ella –murmuré.
-Yo es que…sigo sin creérmelo –añadió
Laura mientras seguía con la mirada aun en el mismo lugar.
-Bueno, y Pablo al día siguiente
no tenía las cosas muy claras y tengo que decir que lo agobié un poco, pero
entenderme ¡ES PABLO ALBORÁN! Y pues quedamos más veces y volvió a mi casa y
blá blá blá. El caso es que de una tontería…he acabado enamorándome, o eso
creo.
-¡O sea que no sabes si estás
enamorada de verdad! ¡Has dicho ‘’O eso creo’’! Y eso es una razón por la que
no deberías ir a Madrid a buscar al Alborán ese. –añadí sin apenas vocalizar.
-¿Qué le pasa a esta chica? –le preguntó Cristina a Aida.
-Antes de venir se ha tomado dos
cafés, no se lo tomes en cuenta. –añadió Aida murmurando.
-Sí, será por eso… -resoplé.
-Ahora solo quiero hablar con
algún músico suyo o cualquier cosa para que me de la dirección de la casa de
Pablo de Madrid. No parece tan complicado –sonreía de tal forma que me daban
ganas de matarle.
-Lo tienes complicado. Los
músicos no pueden dar esa información a gente que ni conocen. –dije bajándole de
las nubes.
-Yo creo que sí –subió una ceja-
aparte me conocen ya, he ido veces al estudio de Pablo.
Cogí el tenedor de Aida y lo
doblé con fuerzas.
-Oye, que la cubertería no es
gratis –añadió Cristina.
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Tiré el tenedor a la mesa y volví
a resoplar.
-Mira que si te molesta que me
haya liado con un famoso me lo dices –decía muy simpática Cristina- podría
decirle a Pablo que te presente a algún amigo suyo famosito. –rió.
-¡Ay sí que ilusión! ¿Lo harías
por mí? –dije irónicamente.
-¡Claro! Si de verdad quieres yo
lo haría encant…-le interrumpí.
-No, no quiero. –Subí una ceja.
-¿Y cuándo decías que te ibas a
Madrid? –preguntó Aida.
-En cuanto sepa su dirección voy
para allá a decirle todo lo que siento, creo que no he estado más segura en mi
vida. –suspiró.
-Creo que me voy a fumar mi
cigarro de la semana para tranquilizarme –dije sacándolo del bolso.
-Esto es increíble…otra con Pablo…-añadió
Laura aun sorprendida de lo ocurrido.
-¿Cómo que otra? –preguntó Cristina
muy confusa.
-¡Ah! ¡Nada! –gritó Aida.
Me levanté de la mesa, cogí mi
bolso y salí de aquel chiringuito que estaba acabando con mi paciencia.
Aida se levantó de su sitio y
siguió mis pasos hasta que me detuvo.
-Déjame irme, creo que deberías entenderme –dije después de
dar una calada al cigarro.
-Está bien. –dijo entrando en razón- Esto es complicado de
asimilar pero todo tiene una solución –añadió a la vez que subía la ceja
derecha-
-Aida pensando…me das miedo. –reí.
-Anda vámonos, yo tampoco soporto a esa chica –rió.
Nos despedimos a lo lejos de ellas y nos dirigimos hacía el
coche.
Al llegar a casa me tiré en el sofá e hice que mis chanclas
volaran por el comedor al quitármelas de golpe. Suspiré y miraba hacía el techo
a la vez que pensaba en lo ocurrido en la playa. Sentía cómo si me estuvieran
apretando el corazón para que no pudiera latir cómo él quiere. Me sentía cómo
en una pesadilla de niños pequeños en la que yo estaba encerrada en una jaula y
Cristina estuviese fuera con una llave que pusiera ‘’Corazón de Pablo’’. Es
algo extraño, pero sentirse así era horrible, es cómo si te estuviesen
arrancando poco a poco el futuro que habías planeado para ti.
Al día siguiente.
Narra Pablo.
Me levanté con ganas de comerme el mundo y últimamente no lo
hacía. Despertarme con pocas ganas de sonreírle al día era la rutina de esta
semana, pero hoy mi mente había cambiado de idea.
Intentaba asimilar que no todo en esta vida sale cómo uno se
espera o desea, pero nunca hay que hundirse, ya que dicen que las personas que
se han ido de tu vida solo lo hacen para dar el paso a otras mejores.
De pronto tocaron a la puerta de mi casa y me levanté rápido
para poder abrir.
-Buenos días Pablo…-añadió Lolo parado en mi puerta.
-Buenos…días…-dije asombrado por su visita- adelante…-le
dejé pasar de inmediato.
-Mira voy a ir al grano: me he comportado cómo un completo imbécil
y lo sabes. La tontería del amor te lleva a hacer estupideces y cosas que
alguien no merece. Por eso quería pedirte disculpas por si he llegado a
ofenderte y demás. Lucía me dijo que no sentía lo mismo que yo por ella en la comida que le
preparé y ahí me di cuenta que he llegado a casi perder a uno de los mayores
apoyos que he tenido siempre; tú. –dijo con sus palabras más sinceras
-Acepto tus disculpas –dije extendiendo la mano.
Cogió mi mano y sonrió de tal forma que me contagió. Me
acerqué a él y le di un buen abrazo cómo los de siempre.
-Por cierto, el día de la comida, Lucía confesó que…-le
interrumpí.
-No, no, no –tapé mis oídos- no quiero saber nada de Lucía,
hoy estoy bien, estoy sonriente, estoy genial…no la cagues –reí.
-Está bien, está bien –rió- en realidad no sé te hubiera
gustado saberlo o no pero era por contártelo –dijo saliendo de mi casa- Nos
vemos a las cuatro en el estudio –añadió a la vez que guiñaba su ojo derecho.
-Hasta luego –dije con una sonrisa mientras cerraba la
puerta
Me había dejado pensativo, demasiado diría yo.
Ahora que estaba aquí en Madrid con gente que quiero cómo
mis músicos, llegaba la hora de cambiar, pero de pensamientos
Narra Lucía.
Mi mañana en la pastelería de Sam había sido más aburrida de
lo normal. Últimamente no pasaban tantos clientes y no lo entendía ¡Si la
pastelería de mi tía es la más famosa de por aquí! Que por mucha Operación Bikini que esté
haciendo la gente últimamente, el pan, los pasteles, los donuts y demás ¡SE
SIGUE COMIENDO!
---
Por la noche de ese mismo día, me coloqué el bikini y me
tiré a la piscina para refrescar mi noche de luna llena.
Cómo olvidar la noche de luna llena que dos locos enamorados
más decidieron unir sus vidas. Cómo olvidarlo, si yo en esos tiempos era la más
feliz.
‘’ - Ves la luna ¿no? Dicen que su sonrisa es la más bonita que
puede existir...
-Que quieres decir con eso...
-No creo en ese dicho, creo que la luna
tiene muchos motivos para envidiar tu sonrisa. -sonrió-‘’
....
Salí de la piscina y me tumbé en una de las hamacas del
jardín. Shadow se acostó a los pies de mí y me observaba atentamente.
Escuché la puerta de la casa de Pablo y vi que su hermana
Casilda tenía dos bolsas de basura, una en cada mano. Fue a tirarlas y al regresar
le silbé.
-Anda pero si esta aquí la vecina guapa –dijo tan simpática
cómo siempre.
Me acerqué hacía dónde separaba nuestros jardines y le guiñé
un ojo.
-¿Qué tal estás? –pregunté con una sonrisa.
- ¡Genial! Ahora mismo iba a hablar con Pablo, que no se de
él…no sé si sabes que se ha ido a Madr…-le interrumpí.
-Lo sé –dije cabizbaja.
-Uy…se nota que te ha afectado un poco ¿No? –dijo con la
mirada triste- Ven conmigo.
Salté los bajos arbustos que nos separaban y nos sentamos en
el banco de piedra que tenían ellos en su jardín.
-Adivino, adivino…-decía con voz pícara- no le has olvidado.
Mis ojos se abrieron más de lo normal al escuchar la última
frase. No me importaba decírselo a ella, ya que es la que me ha ayudado siempre
con estos temas, aun que no me conozca profundamente.
-La verdad es que no, no le he olvidado ¿Quién lo haría? –reí-
-Mi hermano no es tan perfecto como puedes pensar –rió.
-Cuando estás enamorada, todo lo que tenga que ver con la
otra persona te suele parecer perfecto. –añadí con una sonrisa.
Mi última frase le dio que pensar a Casilda. Me miró y
acarició mi pelo.
-Sabes…él tampoco te ha olvidado. –decía mientras miraba sus
pies.
-¿Cómo estás tan segura? –pregunté nerviosa.
-Cuando escribe canciones, no las hace inventándose una
historia, las hace inspirándose en alguien o algo y las últimas que he escuchado…tienen
mucho que ver con vuestra historia. –sonrió.
-No creo que eso sea una buena razón para decirme que no me
ha olvidado, creo. –añadí- ¡Además! Su guitarrista, Lolo, me comentó que él
mismo le había dicho que ya no sentía nada por mí.
-¿Piensas creer a un guitarrista que lo único que quería es
tenerte.... antes que a su propia hermana qué vive bajo su mismo techo? –añadió Casilda.
-¿Cómo sabes lo de Lolo? –pregunté sorprendida.
-Mi hermano no se suele callar mucho las cosas. –rió.
-¡Bueno! El caso es que no se qué pensar…¡Tu hermano a
estado este tiempo de manitas con otra chica! Y esa misma chica va a ir hasta
Madrid solo para decirle sus sentimientos…cosa que yo no me atrevo.
-Pero si ni siquiera sabrá la dirección, es algo que no se
le dice a cualquiera. –añadió.
-Dijo que se lo preguntaría a uno de los músicos. Se le veía
muy segura de que lo conseguiría.
-¿Eso te preocupa? ¿Qué otra chica se gane su corazón antes
que tú? –rió-
-Sí, sí…eso creo…
-Si la otra persona no siente nada, poco ocurrirá entre
ellos dos, no sé si me entiendes.
-Vamos, que si Pablo no le quiere, es tontería que ella se
declare por qué no ganaría nada, o eso he entendido.
-Exacto. –sonrió- espera aquí un momento.
Casilda entró a su casa y volvió a salir con un papel y un
bolígrafo. Escribió en él y me lo entregó con una sonrisa.
Lo abrí nada más que me lo entregase
‘’Calle Cervantes puerta Nº2, Código postal 28018’’
-Si ella puede ¿Por qué tú no?
___________
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porfavor seguid escribiendo que me has dejado iniciada y me encanta. gracias por hacernos llorar y reir con esta novela, esta fenomenal y quieroque la continues
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