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-Entonces…¿Lucía sigue sintiendo algo por mí? –preguntó nervioso.
-Entonces…¿Lucía sigue sintiendo algo por mí? –preguntó nervioso.
-¿Algo solo? Su mundo gira solo sobre ti. El caso es que tú…-me interrumpió.
-El caso es que yo le quiero igual o incluso más que desde el principio de nuestra historia. –añadió seguro de sus palabras
Mi corazón se encogió al escuchar las últimas palabras de Pablo.
-Búscale, y dile que le quieres de una vez.
-¿Dónde puede estar? –preguntó nervioso.
-¿De verdad piensas ir a buscarle? El centro de Madrid es muy grande Pablo…
-Pienso ir –añadió sin más.
-En ese caso...Madrid, seguro. A estas horas no ha habido ningún tren destino Málaga.
-Tengo que encontrarle…
-Suer…-me interrumpió colgándome- Suerte –dije acabando la palabra.
Narra Lucía.
-Una taza de té, por favor. –le pedía al camarero.
‘’Una taza de té, por favor, para este desnatado
corazón’’ pensaba en la canción del gran Melendi después de mi última frase.
Simplemente me he dejado llevar las bonitas calles del
centro de Madrid, con mi maleta de acompañante. Huir de esta forma es tan
inútil, de hecho me siento así, una completa inútil.
''¡El amor no lo es todo!'' Suelo escuchar por todos los
medios. Pero a mí es lo único que me llena o en este caso: me llenaba.
Si me paro a pensar en todo, la vida me ha dado un
giro tan grande como el orgullo de muchas personas. Siempre pensé que él,
Pablo, el chico que creí que era hecho especialmente para mí, iba a quedarse
por mucho tiempo en mi vida. ¡Y es que él era para mí! ¡Con él me sentía
gigante! ¡Además tengo una sonrisa que queda de miedo junto a la suya!
Estoy ebria de vivir sin él, aun que me acojona tener
una resaca de muerte. Ando harta de no ver su culo salir de mi cama o de la
cantidad de fotografías que le hacía con tan solo una mirada. Empezaré a
desintoxicarme de él. Comenzaré a no beberme sus mañanas, a no pasear mis dedos
alrededor de su ombligo y a lavar ese pequeño oso de peluche con olor a su fragancia.
Difícil, eh, Lucía, difícil olvidarse de semejante hombre. Él siempre fue de
levantarle la falda a la luna, y encima, la muy puta se dejaba (¡Y quién no lo
haría!)
-Aquí tiene, señorita. –dijo el camarero dejando la
taza encima de la mesa junto con una sonrisa.
-Muchas gracias. –añadí sonriente.
Al terminarme el té saqué la hoja con los horarios de
destino a Málaga para irme allí lo antes posible. El próximo a las siete y
media de la tarde y tan solo era la una y veintidós minutos. Que alguien me
explique que iba a hacer tanto rato sola por Madrid.
Me levanté de la silla dejando propina encima de la mesa y agarré mi maleta para salir
de aquel lugar. Dejé que mis pies me guiaran a donde fuese, no me importaba
dónde, pero quería moverme por algún lugar.
La Gran Vía se veía tan bonita y a la vez tan llena de
coches agobiantes. Agarré mi iPod y coloqué en el reproductor ‘’Photograph’’de
Ed Sheeran en Capital FM (Siempre he sentido más debilidad por las canciones en
vivo que grabadas para un disco)
Narra Pablo
¿Derecha? ¿Izquierda? ¿Centro?
¡¿Dónde voy primero?! Poco tenía claro cómo iba a encontrar a Lucía por Madrid,
pero era una pequeña aventura que iba a hacer que todo acabase bien.
Tiré hacía la izquierda,
siempre me ha dado más confianza esa dirección (Por no decir que en el lado
izquierdo de nuestro pecho tenemos el corazón).
Con pasos apresurados y
el corazón casi por explotarme de los nervios recorría las calles de Madrid
mirando de un lado a otro. La gente se amontonaba. Me coloqué la gorra y las
gafas que llevaba en la mochila y me sentía más seguro (Aun que no diese mucho
efecto este tipo de escondite)
Las tres y media de la
tarde, y yo sin comer. No dude en pararme en McDonald para pedirme algo de
comida basura. Será basura, pero a mí me encanta oye.
Cómo un loco enamorado
continuaba buscándola por las calles agobiantes de Madrid. Pasé por parques,
tiendas de ropa y demás, pero ahí no se encontraba. Estoy ansioso por volver a soñar, tengo el
insomnio más grande de toda mi vida. Llevo días buscando el que hacer para
llenar el hueco que ha dejado en mí, empapándome de libros y melodías nuevas.
Al final me di cuenta que, cómo dice Lena, la única manera de encontrarme fue
acordándome de ti, maldita. Porque lo mejor del sin mí, era el contigo. Llevo
ya un tiempo intentando entenderle en la distancia y no llenarme de ella en
cada vacío que deja su ausencia. Noches, noches y noches en las que junto las
letras que forman la palabra amor, y solo me sale tu puto nombre, extraño.
Las cinco de la tarde y
a 36 grados. Mi mente comenzaba a plantearse abandonar y dejar que esto pase
por sí solo, pero mi corazón pedía a gritos un gran momento de éxtasis.
Pocas veces hago caso a
mi cabeza, esta vez lo haré. Me di media vuelta y me puse de camino a coger el
metro para ir hacía mi casa madrileña. Empezaba a notar cómo si me vigilasen.
Creo que no me equivoco, parece ser que hay prensa por los alrededor y muchos
me echan el ojo, no sé si me reconocen, supongo que querrán saber noticias
sobre mi nuevo disco que saldrá en pocos meses.
No, no me equivocaba.
Lentamente se acercaba una joven chica sonriente con una cámara de la 1. Detrás
de ella un treintañero de Tele5 con dos cámaras a su lado. No tardaron en
pararme y en rodearme en un instante. Poco a poco eso iba llamando la atención
y atrajo a mucha más gente.
-Buenas tardes Pablo
¿Qué nos podríamos contar de tu nuevo trabajo que no sepamos ya? –preguntó la
joven muy sonriente.
-Lo de siempre, es un
disco creado con mucho amor y con la colaboración de mi gran amigo Ricky Martin
todo será más grande aun –dije con mi simpatía.
-¿Cómo te afectan los
rumores de una posible relación con Ricky Martin? –preguntó el periodista de
Tele5, del programa Sálvame concretamente.
No me sorprendía su
pregunta, es de Sálvame ¡Que podía esperar!
-Pues…
Me quedé mirando al otro
lado de la calle pensando que responder al respecto. Capte la figura de…¡Lucía!
¡Era Lucía!
Intenté apartar a los
medios pero me lo impedían.
-¡Lucíaaaaaaaaa! –grité a
la vez que levantara las manos para que me viese.
Ella seguía caminando con
su maleta morada de ruedas con la mirada perdida.
-¡Lucíaaaaaaa!-seguía
gritando intentando apartar a la prensa- Por favor, es urgente. –les decía con
educación.
Me dejaron pasar, pero
ellos me seguían a paso rápido para no perderme. Comencé a correr. La Gran Vía
nos separaba, y los coches pasaban rápido.
-¡Lucíaaa! –volvía a
gritar su nombre.
Ella se giró al instante
y buscaba a la persona que había gritado su nombre.
-¡Aquí! –alcé la voz a
la vez que seguía desesperado.
Ella seguía sin verme
por toda la multitud que había. La prensa seguía detrás de mí, pero ya no me
importaba nada en absoluto.
El semáforo se puso en
verde para los peatones y corrí hacía ella.
-¡Lucíaaaaaa! –gritaba por
cuarta vez.
Ella se giró al fin y me
observaba algo sorprendida. Detuve mi paso y respiré hondo al tenerla en
frente.
-¿Dónde te habías
metido? –pregunté preocupado.
-Pues…-le interrumpí.
-¡Da igual! –Le abracé
después de la última frase.
-¿A qué viene todo esto?
–preguntó sorprendida- ¿Por qué tienes prensa detrás de ti? ¡Por favor, usted no me
grabe! –Dijo ella apartando a la cámara.
-Me llevan persiguiendo
todo el rato –dije en voz baja.
-¿Qué ocurre? ¿Por qué
tanto escándalo al verme? –preguntó extrañada.
-¡No estoy con Cristina!
-¡Vaya por dios, ya
habéis roto! ¡Qué rápidos! –dijo con un tono cabreado y aplaudiendo.
-¡No, no, no! Nunca he
estado con ella, todo ha sido un mal entendido. Ella me quiere, pero yo no
siento lo mismo, por eso el abrazo de ayer. Tan solo le abracé por que le vi
llorar. –añadí nervioso.
Ella miraba para todos
lados sin saber que responder.
-Me lo ha contado todo
Aida.
-¿TODO? –preguntó nerviosa.
-Todo. –añadí.
Ella se quedo seria al
escuchar mi última frase.
-Entonces…¿Sabes que yo…?
-mordió su labio preocupada.
-Sí. Yo también.
-¿Tú también me…? –le interrumpí.
-Mira ahora mismo sueño
con eso de volver a empezar. De 0. Aquí. Ahora. Contigo.
Sus ojos empezaban a
volverse cristalinos al escuchar mis palabras. Cogió aire y lo expulsó
lentamente.
-Pablo no quiero joderte
la vida, hay cámaras. –dijo nerviosa en voz baja.
Dio media vuelta para
irse. Sabía que todo lo hacía por las cámaras, por ahorrarme explicaciones en
televisión de todo esto.
Cogí su mano y le giré
haciendo que me mirase a los ojos.
-Ven a quererme, o a
joderme la vida. Ven a joderme, o a quererme la vida ¡PERO VEN! –grité deseando
tenerla junto a mí de nuevo, sin importarme los medios.
Ella rápidamente se
abalanzó hacía mí posando sus manos en la parte de atrás de mi cuello y besó
mis labios.
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