Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

viernes, 8 de agosto de 2014

Cincuenta.

Anteriormente.

-Si la otra persona no siente nada, poco ocurrirá entre ellos dos, no sé si me entiendes.
-Vamos, que si Pablo no le quiere, es tontería que ella se declare por qué no ganaría nada, o eso he entendido.
-Exacto. –sonrió- espera aquí un momento.

Casilda entró a su casa y volvió a salir con un papel y un bolígrafo. Escribió en él y me lo entregó con una sonrisa.
Lo abrí nada más que me lo entregase

‘’Calle Cervantes puerta Nº2, Código postal 28018’’



-Si ella puede ¿Por qué tú no?

Narra Lucía.

-No, no, no –le devolví el papel a Casilda- No pienso ir…
-¿Así es cómo luchas por lo que quieres, no? –añadió Casilda enfadada- Esta bien…-cogió el papel.
Me quedé un rato pensativa mirando el papel que estaba en las manos de ella.
-Trae pa’ca. –dije a la vez que le quitaba el papel de sus manos.
-Sabía que no te resistirías –rió
-¡Pero no creo que vaya, eh! –dije no muy segura.
-Eso ya lo veremos…-dijo mientras me guiñaba un ojo a la vez que se levantaba para marcharse.
-Y…¿Cuánto vale un AVE a Madrid? Por curiosidad…-intenté disimular.
-No tengo ni idea pero no disimules tanto, estás deseando ir –rió- Buenas noches Lucía –dijo con una sonrisa mientras cerraba la puerta-

Salí del jardín y me adentré en mi casa.
Sam, como de costumbre, roncaba en el sofá y con la televisión encendida viendo programas basura de Telecinco.
Subí a mi habitación y dejé que mi cuerpo cayera sobre mi cama. Me quité los pantalones y la camiseta y me coloqué una de pijama. Como siempre hago en verano, duermo en ropa interior.
Desde mi cama, cerré la cortina con el pié y apagué la luz para que el sueño me acogiera en sus brazos.
Las noches solo sirven para tener sexo del bueno o pensar sobre lo mierda que es tu vida últimamente. Lo último es lo único que llevo haciendo desde hace bastantes noches.

Al día siguiente.

Vino hacía mí de tal forma que hacía que mi cuerpo quisiera ser solamente de él. Su boca me acababa de declarar la guerra después de esa mordida de labio inferior. Quité su camiseta rápidamente y acaricié su pecho desnudo. Esta guerra solo acababa de comenzar. Sus manos se posaron en mi cintura y poco a poco fueron deslizándose por mis finas piernas. 
-No pienso dejarte ganar la batalla -le dije mientras le besaba el cuello.
-Eso ya lo veremos -rió Pablo.
Me cogió del trasero y me subió encima de la mesa de la cocina. Siempre he querido hacerlo en este lugar.
Echó mi cabeza para atrás e iba dejando besos lentos por mi cuello haciendo que mi cuerpo cogiera una temperatura demasiado alta. Solté un pequeño suspiro y Pablo mordió su labio al escucharlo.
Desabrochó su botón de esos pantalones grises que tanto me gusta que lleve y fue bajando su pantalón hasta que cayeron al suelo. Pose mi mano en su...

-¡Lucía que son las nueve y media! -gritó mi tía desesperadamente.
Abrí mis ojos muy rápido por el susto de buena mañana.
-¡Joder, Sam! –grité por su forma de escandalizar mi mañana.
-Te estabas mordiendo el labio mientras dormías –rió- ¿Con quién soñabas? –subió una ceja.
-No me acuerdo…-disimulé.
-¡Venga ya! –rió- ¿Sueño porno?
-¡Con Pablo, Sam, con Pablo! ¡Y me lo has jodido! –añadí gritando
-¿Tan necesitada estás? –rió.
Me levanté refunfuñando y corrí las cortinas para que entre el sol.
-Venga, vístete rápido que nos vamos. –decía mi tía con prisas.
Abrí el armario y me coloqué lo primero que cogí y lo más cómodo para trabajar.

Al salir de la pastelería me dirigí hacía la casa de Aida, ya que me había dicho que al salir  fuese hacía allí. Algo importante tenía que comentarme, o eso dice.
Toqué el timbre y un mayordomo abrió la puerta muy delicadamente. Aun no asimilo la forma en la que vive esta chica.

-Adelante señorita De La Torre –dijo él educadamente.
-Muchas gracias –sonreí sin más
Me adentré en la casa y el mayordomo cómo siempre me acompañó hasta la habitación de Aida.
-Sé dónde está –añadí.
-Tengo que acompañarle igualmente…-dijo el mayordomo cumpliendo su trabajo.
Tocó a la puerta de Aida y pronunció mi nombre.
Entré a su habitación que era cinco veces más grande que la mía y me senté en un sillón rosa que se encontraba al lado de la cama.
-¿Qué querías? –pregunté extrañada.
-Tengo ‘’EL PLAN’’ –recalcó las dos palabras con mucho entusiasmo.
-¿De qué hablas? –pregunté sin entender nada.
-‘’EL PLAN’’ para que tú y Pablo volváis a estar juntos….y no esté con la bicha esa del chiringuito –añadió con cara de asco.
-Mira Aida no quiero complicar más las cosas sab…-me interrumpió.
-¿Qué es eso? ¿Son campanas de boda? ¡Sí! ‘’Nos complace invitaros a nuestra enlace que se celebrará el día ‘’UUUM’’ a la hora ‘’UUUM’’ No faltéis…firmado: Pablo y Lucía. –decía Aida con voz de narradora.
-¿Cómo dices que empieza el plan? –dije muy interesada después de escuchar su ultimó paripé.
-¡Nos vamos tú, Laura, la bicha esa y yo a Madrid! –añadió entusiasmada.
-¡¿Cómo?! Espera…¡¿Qué?! –dije sorprendida.
-¡Déjame explicarte jolín! –cogió aire- Nos vamos las cuatro tipo super friends de la muerte para ‘’ayudar’’ a Cristina a conquistar a Pablo. Quedamos con él y con algunos músicos de él para salir de fiesta y tu irás tan sumamente sexy que Pablo caerá a tus pies y te lo llevas a un rincón y te lo fo…-le interrumpí.
-Te estás pasando…-añadí.
-Bueno vale, lo he exagerado…-rió- Quedamos con Pablo y demás, luego te lo llevas a un rincón y le confiesas que no le has olvidado. Ahí es cuando entró yo diciéndole a Cristina ‘’He hablado con Pablo y me ha dicho que no siente nada por ti’’ mientras tú te estás dando un beso INCREÍBLE, repito, INCREÍBLE, con Pablo.
-Sabes, las rubias tampoco sois tan tontas…-añadí riéndome- Pero…¿Y si él no siente por mí? –pregunté nerviosa.
-Pablo parece el típico hombre romántico que le cuesta olvidarse de las personas, por eso no te preocupes –me guiñó el ojo.
-No estoy tan segura pero…¿Cuándo dices que nos vamos a Madrid? –dije subiendo una ceja.
Aida empezó a dar saltos de la emoción y se sentó ya que le había causado un mareo.

-Mañana, mañana salimos hacía Madrid, ya he hablado con las chicas –dijo con la mano en la cabeza.
-¿Ya habías planeado ‘’EL PLAN’’ antes de que yo te dijera que sí? –pregunté con una voz cabreada.
-Exacto, pero cómo sabía que ibas a aceptar al final…-dijo mientras echaba su pelo para atrás.
-Cómo me conoces –reí.

Al día siguiente

Cogí mi maleta y la metí en el maletero del coche de Aida. Me adentré en el auto y me senté en la parte delantera junto con ella.
-¿Estás nerviosa Cristina? –le decía Aida.
-¡Demasiado! ¡Puede que cambie mi vida! –añadió entusiasmada.
-Sí, sí…lo que tú digas –pronunció bajito Aida para que no le escuchase.

Todo el viaje de camino a Madrid intentaba quedarme dormida todo el tiempo para no escuchar a Cristina murmurarle a Laura lo que pensaba hacer con Pablo cuando esté con él.
Cristina no es que me caiga mal, pero cuando ella contó que estaba acosando a Pablo cuando él no quería nada más me pone de los nervios.

Después de seis horas de un viaje duro y cansado llegamos al hotel que había reservado Aida.

-Aida yo no puedo permitirme este hotel… ¿Por qué no me consultas nada antes de avisarme? –comenté molesta.

-Tranquila, que te lo voy a pagar yo todo –dijo la rubia guiñando un ojo- Mira aquí pone que no puede entrar Cristina –bromeó con el cartel de ‘’PERROS NO’’

Cristina entró rápidamente a la habitación de hotel mía y de Aida para investigarlo todo. Se tiró sobre mi cama y lo único que hice fue poner cara de que parecía tonta.

-Bueno voy a llamar a Pablo y decirle que estoy en Madrid y quedamos esta noche con él y así le conocéis ¿vale? –decía entusiasmada Cristina.
-Ya he quedado yo con él…-añadió Aida.
-¿Cómo? ¿Lo conoces? –preguntó Cristina extrañada.
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Conocer a quién? Cristina yo a veces no te entiendo, sinceramente. –Decía Aida haciéndose la tonta.
-Bueno, bueno, bueno…pues queda con el muchacho y te acompañamos y te dejamos solita luego y ya haces lo que quieras –dije sonriendo falsamente.
-Eso, voy a llamarle –añadió entusiasmada.
Cristina salió de la habitación para hablar con él.
-Ya te estás poniendo preciosa por qué de esta noche no puede escapar ¿Entendido?
-Sí, mi capitana –bromeé.

Al cabo de un rato bajamos todas al rellano para ir hacia el local dónde habíamos quedado con Pablo y los demás. Cristina iba más arreglada que nosotras, parecía que se iba a una boda o algo por el estilo.

-Por cierto, Pablo no sabe qué vas –me susurraba Aida.
-¿Cómo? ¿Y por qué no le has dicho nada? –pregunté nerviosa.
-¡Para que tenga más emoción!-decía entusiasmada.
-Bueno, chicas…quería deciros que aun que solo os conozco de una noche a vosotras dos, que gracias por planear esto por mí, que ojalá todo salga bien y…¡Qué sois increíbles! –dijo la última frase dándonos un fuerte abrazo.
-Quítamela, Aida, quítamela –susurré.
-¿Nos vamos? –añadió Cristina guiñando un ojo.

Narra Pablo.

Ahora mismo me encuentro con David y Antonio en un local que desconocía de Madrid, pero ya que es el único que conoce Aida, hemos tenido que venir aquí.
Hacía mucho tiempo que no salía por la noche con algunos de mis músicos. Creo recordar que la última vez era cuando yo estaba con Lucía.
De pronto cuatro chicas entraron por la puerta y…espera…¿Cuatro chicas?

Aida se acercó a mí rápidamente y me abrazó.

-Haz cómo si no conocieses a las tres de nada, solo a Cristina. Lo mismo os digo a vosotros -nos decía en voz baja- ¡¡AAAAY QUE EMOCIÓN PABLO ALBORÁN!! –gritaba Aida entusiasmada para disimular. ¡Es que soy su fan! -le decía a Cristina.
-Bueno, os presento –decía Cristina con mucha ilusión- Esta es Laura, Aida…
-Encantado de conoceros chicas –dije disimulando y dándoles dos besos.
-Y esta que está un poco escondida es Lucía –dijo sonriente.
Me quedé mirándole fijamente cómo un tonto que se enamora por primera vez. Iba preciosa con esa falda de flores alta y esa sonrisa vergonzosa que tanto me gusta. No esperaba que ella estuviese aquí también.
-E…e…encantado/a –dijimos a la vez.
Fui a darle dos besos pero ella extendió su mano antes de que lo hiciese.
Me quedé mirándole confuso. Extendí yo también mi mano y la junté con la suya.
-Un placer –añadí sonriente.
-Lo mismo digo –decía ella aun con su mano con la mía.
-Estás esta noche prec…-Aida me interrumpió.
-¡VAMOS A PEDIR ALGO PARA TOMAR! –gritó cómo una loca- ¡VAMOS!
Los demás se fueron para la barra y Lucía y yo seguimos cogidos de la mano mirándonos fijamente.
Fuimos separando las manos poco a poco y aproveché para acariciarla cómo hacía hace tiempo. Noté su inquietud al hacerlo.
-Me hubiese gustado más conocerte así, que de la otra forma –dije riéndome y recordando cómo nos conocimos.

''Me dirigía hacía mi casa después de un largo día lluvioso de planificación del disco cuándo una chica corriendo se interpuso en mi camino. Frené lo más rápido que pude y ella se quedó parada demasiado asustada. Comencé a pitar pero ella seguía q hasta que el coche frenó y le dio un pequeño golpe en la cadera.
-¿TU ERES SUBNORMAL? –gritó con mal genio-
La joven pegó una patada al coche y se fue de aquel lugar.
Salí del auto demasiado preocupado y corrí detrás de ella.
-OYE, EH. -grité mientras ella seguía andando
Me acerqué a la chica y le cogí del brazo dejando el coche en medio de la carretera y con las luces encendidas.''

Ella me miraba fijamente cómo si quisiese decirme algo pero Cristina interrumpió de inmediato.
-¡Hey! ¡Vamos! No os quedéis ahí parados…¡Esta noche invito yo! Tengo la sensación de que va a ser especial. –gritaba Cristina mientras le guiñaba un ojo a Lucía.
No entendía cómo ellas dos han acabado siendo amigas, pero así esta todo mucho mejor.

Narra Lucía.
Al terminarnos las copas, fuimos todos a bailar para animar la noche y Aida se acercó a mí rápidamente.
-Es tu momento…llévate a Pablo fuera de aquí y díselo. –dijo entusiasmada.
-Le he perdido la vista, no sé dónde está –decía preocupada mientras le buscaba todo el rato con la mirada.
-Vale, Cristina tampoco está. Creo que la hemos fastidiado. –decía Aida muy preocupada.
-¡No me asustes! Vamos a buscarles, anda. –dije cogiendo a Aida de la mano.
Fuimos al baño pero ahí no se encontraba Cristina. Salimos fuera del local y...

-No. Me. Jodas –decía Aida con pausas.

En esos momentos pensé que se me caía el mundo encima.
Ellos dos se encontraban abrazados y podía significar que una nueva relación habían comenzado.
Saqué mi cigarrillo de la semana, aun que ya iban dos. Me lo encendí y salí de allí para dirigirme hacía el hotel.

1 comentario:

  1. por favor publica el 51 que me estas enloqueciendo de la emoción aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh

    ResponderEliminar