Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

sábado, 26 de abril de 2014

Cuarenta y tres.

Anteriormente.
Notaba su inquietud por saber qué hacía allí. Es obvio que no he ido para recordar el pasado, pero no sabía cómo decirle que tiene que volver a Málaga, que Pablo le necesita.
Me miraba algo nerviosa esperando una respuesta que no llegaba.
Mire su sonrisa y me mordí el labio de tal forma que si sentí el sentimiento de amor. Era inexplicable, pero le echaba de menos aun que le tuviera a menos de un metro.
-No me mires así y dime por qué has venido aquí –rió- ¿Sabes algo de Pablo? –preguntó nerviosa

Me acerqué lentamente a sus labios y los besé con delicadeza. 

Narra Lucía.

Me besó. Noté de nuevo sus labios después de hace años, bastantes años.
No tardé en separarme de su boca y levantarme rápidamente algo asombrada por lo que acababa de ocurrir.

-¿Pero qué?-solté sorprendida.
Él se quedó mirándome algo arrepentido y agachó su cabeza. Seguí sin entender el por qué de ese repentino beso.
-¿Por qué me besas? –pregunté intentando tener respuestas de una vez por todas.
-Tan simple como que sigo sintiendo cosas por ti, Lucia. –dijo serio y con la mirada perdida en el mueble de en frente.
-Pero sí…¡AH! ¡NO ENTIENDO NADA! –grité a la vez que me tiraba de nuevo en el sofá agarrando mi cabeza con fuerza.
-Yo tampoco lo entiendo, te lo puedo asegurar…-añadió en voz baja.

Un silencio invadió nuestro espacio haciendo que quedase esa incomodidad en el salón.

-En realidad…¿Por qué has venido hasta aquí? Hasta Almería digo…-pregunté confusa.
-Tengo la extraña manía de no saber realmente por qué hago las cosas, si por mí o por otra persona, es…complicado de entender –dijo con voz ahogada en lágrimas no sacadas.
-¿Has venido por que cómo dices tú ‘’sientes algo por mí’’? –pregunté aun confusa.
-Vine por una causa que ya no importa, tan solo te necesito Lucía.
-¿A mí? ¿Por qué a mí de repente? –pregunté mientras volvía a levantarme del sitio- Lolo, sabes que hace poco que lo deje con Pablo y aun espero una respuest…-me interrumpió rápidamente.
-Pablo esta tonteando y salió a cenar con otra chica, está claro que no te necesita –dijo él sin más.

Me quedé muda y asombrada por las últimas palabras de Lolo hacía mí. ‘’No te necesita’’. Esa corta frase se quedó en modo de repetición en mi cabeza por un buen rato.

-¿Cómo lo sabes? Lo de la chica digo…-pregunté con un nudo en la garganta.
-Por qué simplemente lo sé…esas cosas se comentan, se saben, se rumorean, ya sabes.
-No te creo…-dije mintiéndome a mí misma.
-No me  creas, pero…-subió una ceja de repente- puedes venir conmigo a Málaga y comprobarlo por ti misma.

Le miré algo seria, cómo si algo dentro de mi me dijera que me está mintiendo, pero por otra parte, le creo, ya que… no tendría que mentirme en eso.
La imagen de Pablo junto a otra chica se me hacía cada vez más dura, tanto, que mis ojos comenzaron a empaparse de lágrimas hasta que la primera no tardo en deslizarse por mis mejillas haciendo que la segunda y la tercera cayeran juntas.

-Eh, no llores. –dijo Lolo acercándose rápidamente hacía mí.
-Cómo no quieres que no llore si le quiero, Lolo. –dije apoyada en su pecho mientras me daba un cálido abrazo.
-Lo sé…-dijo muy apenado.
Me separé de él, sequé mis lágrimas y acto seguido sonreí para calmar el ambiente.
-Todo ha sido tan…de repente. –reí mientras seguía secando mis lágrimas- No pensé que me olvidaría tan rápido. Quizás no me merecía a alguien como él, soy demasiado poco. La gente me olvida muy rápido…
-No digas eso Lucía. Eres una gran persona con un corazón que no te cabe en el pecho y no te olvida rápido simp…-le interrumpí.
-Tú te fuiste sin más y a las dos semanas estabas con otra chica. –añadí.

Mis últimas palabras hicieron que se creara un silencio de nuevo en estas cuatro paredes. Él me miraba sin tener respuesta alguna y resopló.

-Ha ocurrido lo mismo con Pablo, pero…esta vez fue mi culpa, por eso no se lo tomo en cuenta…-dije dándome la vuelta y dirigiéndome hacía la cocina.
-Lo mío fue un error que luego me arrepentí, yo tenía que irme a Sevilla de nuevo, Almería no era mi lugar y…-volví a interrumpir.
-No tienes que darme explicaciones de lo que pasó, ya han pasado como 6 o 7 años de aquello, es pasado…-dije mientras agachaba mi cabeza por lo que llegó a mi memoria en esos momentos.

Él se quedó de nuevo en silencio y mirando cómo yo bebía algo de agua para deshacerme de ese nudo de garganta que tan molesto me resultaba.

-Ven, conmigo…a Málaga. –dijo sin más.
Dejé la botella en la nevera y puse mi mirada en sus ojos lentamente, algo sorprendida por lo último que ha salido de su boca.
-Sabes perfectamente que aquí no estás bien…-añadió con la mirada hacia abajo.
-Eso no te lo niego…

Los silencios entre nosotros eran muy comunes entre una conversación. Me acerqué hacía él y me quedé mirando su bonita mirada.

-Allí tienes a gente que te quiere, gente que te aprecia, que sabe valorarte…tienes a tu tía, a tus amigos….me tienes a mí –se añadió para finalizar.
-No quiero ver a Pablo –dije poniendo una pequeña pega.
-¡Olvídate de Pablo cómo él ha hecho contigo! Hay más gente a parte de él. El amor viene y se va y al final solo alguien se quedará, pero si ese no ha podido ser él, ha sido mala suerte. –dijo algo cabreado.
-¿Sabes que te digo?
Puso su mirada en mí rápidamente y prestó atención.
-Que a la mierda Pablo –reí  y rápidamente me pegué a él para robarle un cálido beso.

Él sin ningún problema siguió el ritmo y caímos en el sofá. Comenzó a besarme rápidamente y colocó su cuerpo encima del mío. Subió poco a poco mi camiseta y acarició mi piel con mucha lentitud. Se deshizo de su camisa de cuadros y la lanzo al suelo mientras mordía su labio. Siguiendo el mismo camino que estábamos llevando, nos quitamos las prendas de la parte inferior y nos quedamos completamente desnudos llegando a hacer que la temperatura de nuestros cuerpos subiera demasiado rápido.

-Me recuerda tanto a nuestros tiempos…-me susurró Lolo al oído mientras besaba su cuello.

Por un momento me imaginé que la piel que tocaba no era de él, si no de Pablo. Pero de algún modo me tocaría olvidarle, ya que él lo ha hecho en tan poco tiempo.
Después de un buen rato, haciendo lo que muchos podríais imaginar que hacen dos personas así, me levanté y me vestí rápidamente ya que mi madre llegaría en muy poco tiempo.

-No sé si te has dado cuenta que no he usado preservativo –dijo mientras se ponía los pantalones.
Me giré rápidamente y observé su cara asustada.
-No habrás hecho nada ¿no? –decía con voz temblorosa.
-Tranquila…yo controlo esas cosas –dijo sin más.
Las palabras de Lolo me tranquilizaron de algún modo, aun que eso dicen muchos chicos y luego pasa lo que pasa.
Mi madre entró por la puerta y Lolo bajó su camiseta rápidamente. Se quedó mirando fijamente el sofá con la funda quitada y los cojines tirados por el suelo.
-¿Qué ha pasado aquí? –preguntó mi madre confusa.
Lolo tragó saliva y pude escuchar su corazón latir rápidamente.
-Hola Irene, hace mucho que no le veo –añadió él muy nervioso.
-¿Has vuelto solo para acostarte con mi hija? –dijo mi madre con un tono serio.
-No Irene, aquí no ha ocurrido nad…-interrumpí.
-Qué más da ya, mi madre no es tonta, a parte tengo ya añitos cómo para dar explicaciones a mi madre de lo que hago y lo que no hago –dije mientras subía hacía mi habitación.
-Lucía…-me nombró mi madre.
-Qué –dije muy seca.
-Sal de mi casa ya –añadió mientras seguía mirando el sofá.

Me quedé mirándole asombrada y subí hacía mi habitación sin decir palabra alguna.
-Te espero fuera –dijo Lolo mientras abría la puerta de mi casa.

Escuché cómo la puerta se cerraba, pero más escuchaba a mi corazón latiendo demasiado rápido.
Cogí mis dos maletas y volví a meter toda la ropa, sin doblarla ni organizar nada. Colonias, maquillaje, zapatos y demás ya estaban listos para volver a Benalmádena.
Mi madre apareció por la puerta y se quedó apoyada en el marco de ella observando cómo cerraba las maletas.

-Yo no quería esto pero he apostado todas las cartas por ti y siempre pierdo el juego, eres una partida perdida siempre. –dijo sin mas.
-Tranquila, me iba a ir igual…-añadí.
Me miró sorprendida por mis palabras. Cogí mi maleta y pasé por su lado ignorándole.
-Tampoco quiero estar mal con mi propia hija –dijo apenada.
-No es por ti, es por el hombre que vive aquí, si no no sería problema quedarme. –dije mirándole seria.
Bajé las escaleras y mi madre detrás de mí.
-Vendré a verte cada mes –dije mientras le daba un incómodo abrazo.
-Vale cariño. –dijo con un tono bajo.
Salí de mi casa y fui directa al coche donde me esperaba Lolo apoyado en él. Coloqué las maletas en el maletero y subí al vehículo rápidamente.

Cómo cambian las cosas, la última vez que me fui de Almería era con Ángel y lloraba por que dejaba una vida atrás, ahora todo eso no me importa absolutamente nada. 

Narra Lolo.
Prometí traer de vuelta a Lucía y lo he hecho, pero no para lo que yo al principio quería. Siento que he fallado a un amigo, pero el sentimiento del amor es muy traicionero y ha hecho que mienta de tal forma que no me crea ni yo mismo que era así. No sé si Pablo ha tonteado con otra chica, pero lo que sí que estoy seguro es de qué Pablo no le ha olvidado y yo he hecho entender a Lucía cómo que sí, todo por querer tenerla. El amor hace que pierdas los sentidos y te conviertas en un estúpido que solo piensa en sí mismo y no en los demás. Lo único que tendré que hacer es hacer cómo si Lucía ha olvidado a Pablo, para cuando le vea no haga ninguna estupidez por volver a estar con ella.

Miré a Lucía y estaba apoyada observando el paisaje que había detrás de la ventanilla del coche y fue cerrando sus ojos poco a poco hasta quedarse completamente dormida.

Tras varias horas de viaje y una buena recarga de gasolina llegamos por fin a Benalmádena, 
concretamente a casa de su tía Sam. Ella bajó del coche muy ilusionada y se dirigió rápidamente hacía la puerta para llamar a su tía. Sam se asomó la puerta de su casa y salió rápidamente a la puerta del jardín para abrirle.

-¡No puede ser! –dijo entusiasmada.
-¡Si puede ser! –añadió con mucha ilusión Lucia.
Se abrazaron rápidamente y Sam me miró extrañada.
-¿Te ha traído él? –Dijo mientras me señalaba.
Lucía afirmó con la cabeza.
Saqué sus maletas del coche y le ayude a adentrarlas en el hogar.
-La próxima vez no me pillas de sorpresa que a saber que podría estar haciendo –levantó la ceja su tía.
Los dos reímos a la vez y me despedí de ellas dos dejándolas en su pequeño pero muy pequeño círculo familiar.
Salí de su casa y veía cómo su amiga Aida venía hacía aquí.

-Hola Lolo –dijo sin más.
-¿Qué haces aquí? –pregunté extrañado.
-La morena me dijo hace una hora por un mensaje que venía de nuevo a Benalmádena y pasaba a verle y a invitarle a una fiesta en la playa que organiza mañana mi compañía de modelos.
Fingí que me interesaba y subí al coche.
-También aprovecharé para invitar a Pablo ya que esta su casa pegada –sonrió.
-¿A Pablo? –bajé del coche rápidamente.
-Que sí sordo, a Pablo –rió- ¿Quieres venir tu también? –sonrió
-¡Me encantaría! –dije cogiendo la invitación de sus manos.
Tan solo iré para hacer que Pablo no vea a Lucía y hablen de lo ocurrido, antes tendré que hablar yo con él.

Al día siguiente.
Pasé a recoger a Lucía para marcharnos a esa dichosa fiesta en la playa de modelos pijos que solo saben hablar de ellos mismos.
Al llegar a la playa dimos nuestra invitación y Lucía fue rápidamente a buscar a Aida y Laura para estar con ellas. Mis ojos solo buscaban a Pablo para saber si de verdad a querido venir a esta fiesta. Lo único que siento ahora es miedo por que descubran mi mentira. Me mata saber que ella le quiere a él y él le quiere a ella, y yo cómo un tonto, por estar enamorado, hago que dos personas que se aman, solo estén separadas.
De pronto mis ojos se fijaron en él. Pablo había llegado a la fiesta y detrás de él Rafa acompañándole e intentado dar a entender a unas pocas fans que no podían venir a esta fiesta ya que es privada.
Rápidamente me dirigí hacía Lucía para llevármela a otro lugar dónde Pablo no le viera.
-¿Me acompañas? Necesito dar una vuelta –dije poniéndolo como excusa.
-Espera tan solo diez minutos que Aida me traiga una bebida. –sonrió.
-¿No puede ser ya? –pregunté nervioso
-¿Por qué tanta prisa de repente?-me preguntó extrañada.

Narra Pablo.

Algunas de las personas de esa fiesta me pidieron un autógrafo o una foto, cómo de costumbre.
-Mira en frente de ti Pablo –me dijo Rafa en voz baja.
Fije mi mirada en Lolo y a su lado pude ver a...¿Lucía?
De pronto Lolo me miró asombrado y vino rápidamente hacía mí.
-Qué qué –balbuceé nervioso- ¿Qué hace Lucía aquí? –le pregunté a la vez que me apartaba de la multitud.
-Esa no era Lucía, Pablo –añadió Lolo.
-¿Cómo que no? ¡Le puedo reconocer a distancia! Necesito hablar con ella…
-No, Pablo, ahora no es el moment…-le interrumpí.
-Lolo suéltame por dios, que más te da, tan solo quiero hablar de lo ocurrido –empecé a cabrearme.
-Ella no quiere hablar contigo Pablo entiéndelo por favor…
-¡Y tu que sabes! –dije elevando la voz e intentando hacer que Lolo me soltase.

-¡Ella te ha olvidado! –gritó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario