Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

sábado, 19 de abril de 2014

Cuarenta y dos.

Anteriormente.


Sacó de su bolso las llaves y nos adentramos sigilosamente en su casa. Subimos las escaleras y ella se quitó toda su ropa quedándose en ropa interior. Se tiró sobre la cama y esperó a que yo hiciera lo mismo. No tardé en hacerlo y me acosté a su lado.
Pasaba mis dedos por su pierna delicadamente, como si de tocar el piano se tratase.
Se acurrucó en mi pechó y con una sonrisa cayó en los brazos de Morfeo. Echaba de menos verle dormida.
Qué bonita sensación la de saber que al llegar a casa solo escribirás canciones de amor y con vivencias propias. La persona que te quitaba el sueño de nuevo duerme junto a ti.

No podía seguir buscando su aroma en el viento.

Narra Pablo

Mis ojos se abrieron a causa de la luz que entraba por la ventana. Pude contemplar el amplio balcón de la habitación y los rayos del sol penetrando en mi piel. Estiré mis brazos y acaricié mi pecho a la vez que soltaba un bostezo. Sonreí al recordar la noche, al recordar su sonrisa.
Me di la vuelta y pase mi mano por su cintura lentamente. No tenía la camiseta puesta y pasé mis dedos por su costado haciendo que caminasen por su piel. Acaricié su pelo y pude notar que lo tenía diferente. No era esa textura suave. Abrí los ojos rápidamente y vi que su pelo no era el que yo recordaba. Mechas rubias en las puntas y rizos al final del cabello.
Ella se dio la vuelta y me sonrió.

-Buenos días –dijo con una sonrisa.
Me levanté rápidamente y froté mis ojos con fuerza.
-¿Cris Cris Cristina? –balbuceé nervioso.
-¿Sí? ¿Me llamo así? –rió a la vez que le levantaba su torso y tapaba su cuerpo con la fina sábana azul celeste.
-Pero…si yo…yo…Almería…dios. –decía mientras agarraba mi cabeza demasiado confuso.
-¿Almería? ¿Qué estás diciendo Pablo?  -preguntó extrañada.
Por la noche!¡Salí de tu casa y me fui hacia Almería! –gritaba sin entender nada.
-¡Tan solo sería un sueño Pablo! ¡Tranquilízate! –gritó muy fuerte.
Me senté en la silla de en frente de su cama y apoyé mi cabeza sobre mis manos.
-¿Te acuerdas de lo que ocurrió anoche entre nosotros? –preguntó mientras se colocaba una camiseta.
-Sí…pero luego…-me interrumpió.
-Luego te dormiste…demasiado rápido.
Subí mi mirada y la fijé de nuevo en el cielo soleado del exterior.
-¿Qué te preocupa de Almería? –preguntó Cristina muy dudosa.
-Olvídalo…-dije mientras me levantaba de la silla y me colocaba mis pantalones.
Se levantó de la cama y se acercó a mí.
-¿Qué te ocurre? –preguntó muy preocupada.
-Por un momento pensé que ya era feliz de nuevo. –dije con la mirada perdida.
-¿Eres infeliz? Por dios, eres un artista, has ganado muchos premios, tienes el cariño de más un millón de personas y ¿Eres infeliz?
-Los artistas también tenemos vida privada. Por esa parte no soy infeliz, pero cuando pienso en…olvídalo…-me interrumpí a mi mismo.
-En que Pablo…-añadió.
-En ella –dije sin más.
-Ah, hay una chica detrás de todo esto…-dijo algo desilusionada.
Me coloqué la camisa y me dirige hacia la salida de su habitación.
-Perdóname Cristina, nada de esto tendría que haber ocurrido –dije entristecido.

Ella se quedó asombrada y no dijo palabra alguna. Salí de su casa lo más rápido que pude y cogí el coche destino a mi hogar, con la ilusión y la felicidad pisoteadas y arrastradas cómo si de un cigarro encendido se tratase.
Llegué a mi casa y no tardé en meterme en mi estudio. Mi madre me preguntó dónde estaba toda la noche pero aquella pregunta parecía retórica, no hubo contestación.
Una máquina de vapor dentro de mí hacia que mi desilusión fuera subiendo de nivel. Todo era cuestión de tiempo para coger y mandar todo a la mierda, diciéndolo vulgarmente.
Agarré mi guitarra, el cuaderno y un bolígrafo y comencé a escribir todo lo que se me pasase por la cabeza. Desahogarse de esta forma era sencilla y bonita.


Narra Lucía.

-¡Lucía! ¡Ratoncito! ¡Despierta! –gritaba mi madre intentando que me levantase.
Abrí mis ojos y me encontraba tirada en el sofá cómo si de un vagabundo me tratase. Los tacones tirados en medio del salón y yo con el tanga a la vista.
-¡Cómo es que has dormido ahí y en esas condiciones! –gritaba mi madre muy alterada.
-Iría demasiado borracha anoche. –dije sin más y estirando mi cuerpo.
-¿Borracha? Tú no sueles beber y de repente te da por el alcohol últimamente. –dijo mi madre con un tono muy cabreado.
-¿Cómo decirte que no tengo un hombre en el que apoyarme y tengo el alcohol cómo fiel compañero? ¿Prefieres que me drogue? –dije mientras me levantaba.
-Me tienes a mí –dijo mi madre enfadada.
-Sí, claro…-reí irónicamente.
-¿Por qué no te vuelves con tu tía Sam? La hermana de tu querido padre siempre te a encantado ¡Vuélvete con ella a Benalmádena! –reprochaba.
-Por mi encantada –reí de nuevo.
-Pues coge tus cosas y lárgate –dijo sin más.
-No es tan fácil cómo crees el ir de repente. –añadí mientras un nudo en la garganta se apoderaba de mí.
Aquí viniste de repente!¡Llamaste a la puerta y ni te esperábamos! –seguía gritando.
-¡PERDÓNAME USTED! ¡QUE MOLESTO EN ESTA CASA DE RECIÉN CASADOS QUE FINGEN QUERERSE PERO EN REALIDAD SABES PERFECTAMENTE QUE ESE HOMBRE QUE ESTA EN TU CAMA TIRADO HACIENDO EL VAGO NO TIENE DONDE IR Y SOLO TE TIENE A TI! –me enfurecí a un más.
Mi madre me miró con odio, dio media vuelta y se dirigió hacia la cocina cómo si nada hubiese pasado. 
Me quedé sin hacer movimiento alguno. Pestañeé después de varios largos segundos y me fui hacia mi habitación.
Cogí el teléfono y llamé a tía Sam para ver cómo se encontraba, ya que es muy patosa y se está en muletas.

-Dime sobrina preciosa –me recibió mi tía desde el otro lado del teléfono.
-¿Cómo te encuentras? –pregunté con un tono agradable.
-Ten cuidado con esas magdalenas Roberto o te meto una por el cu…-le interrumpí.
-Veo que estás energética –reí.
-¡Ah! ¡Sí sí yo perfectament…¡Roberto no cojas la puta magdalena con la mano! –gritaba a mi compañero de trabajo.
-Sam, tranquilízate –reí-
-Niña te dejo que este muchacho me va a estropear las…¡ME CAGO EN TU…-colgó el teléfono.

Reí y dejé el teléfono encima de la mesa. Me tiré de golpe a mi cama y observé atentamente el techo.
Te necesito Málaga.

Narra Lolo

Llamé a la puerta de casa de Pablo y su madre me abrió la puerta del jardín muy sonriente. Me adentré en su casa y me dirigí hacía el estudio, dónde su madre me había dicho que se encontraría.
Toqué su puerta y él acostado en su famoso sofá blanco observaba el techo con la mirada perdida y aun sin darse cuenta que me encontraba en ese espacio.
Tosí para llamar su atención y rápidamente se fijó en mí.
Se levantó del sofá y se quedó sentado.

-¿Qué te trae por aquí? –preguntó sonriente.
-¿Estabas llorando? –dije observando sus ojos cristalinos.
-No…había bostezado nada más…-dijo algo nervioso.
-A mi no me engañas –añadí mientras me sentaba en una de las sillas del estudio.
-Sabes…¿Nunca has sentido que si te falta algo en tu vida se te va a hacer difícil seguir hacía delante? –preguntó aun con los ojos llorosos.
-Sí…me ha ocurrido más de una vez, al final acabo tirado para adelante, pero…siempre queda ese recuerdo. –añadí entristecido.
-Echo de menos a Lucía –dijo sin más.
Me quedé sorprendido por su sinceridad y la forma tan directa de decirlo.
-Lo sé, se te nota…
-Todo se complicó…bueno, lo compliqué yo, no tenía que haberme puesto así pero ya sabes que yo…-le interrumpí.
-No debí decirte nada…-dije muy serio.
-Tú no tienes la culpa de nada –dijo Pablo eliminando mi preocupación pero dejando algunos restos.
Me levanté de la silla y pase la mano por mi frente algo tenso.
-¿Tanto le echas de menos? –pregunté por Lucía.

-Demasiado, tanto que he soñado con ella y pensaba que todo era real. Esta mañana ha sido uno de mis peores despertares. Pensar que la tenías a tu lado por fin y luego despertarte y…bueno, olvídalo. –dijo interrumpiéndose a sí mismo.
Un sentimiento de culpa se apoderó de mí a la vez que el contaba con delicadeza lo que le había ocurrido por la mañana.
-Pensé que había ido de verdad a Almería a por ella, a rehacer mi vida…
-¿Ir a Almería? ¿A por ella? –pregunté extrañado.
-Sí…todo era de tan color rosa, parecía una película de amor, todo pasaba muy rápido. Desgraciadamente esto es la vida real y…no sé si de verdad me atrevo a ir a Almería a por ella. –dijo dudoso.
-¿Le quieres no? –pregunté sabiendo perfectamente la respuesta.
-Sí, y demasiado...-afirmó.
-Entonces que no te de miedo a enfrentarte a un duro camino si al final de él se encuentra Lucía esperándote, no se si me comprendes lo que quiero decirte con esto. –añadí.

-Te entiendo –rió.

Me dirigí hacía la puerta y miré a Pablo con una sonrisa.
-Tu felicidad no tardará en llegar. –sonreí.
-Bueno, eso espero compañero –decía mientras cogía a su primer amor; la guitarra.
Salí de allí y me dirigí hacía el coche.

Pues nada, Almería, nos vemos en unas horas.
Arranqué mi coche y me dirigí hacía Almería con la esperanza de que en mi trayecto de vuelta tenga a Lucía en el asiento de al lado con ganas de volver a recuperar su vida junto a Pablo.
Paré en una gasolinera y llené el depósito lo antes posible para seguir mi camino.
Dentro de mí hay un sentimiento de culpa que me come, hace que este inquieto. No sé si todo acabó por haber dicho lo que ocurrió con Lucia y conmigo tiempos anteriores, pero este sentimiento que tengo de que todo fue por la sencilla razón de haber sacado el pasado de ella, no me gusta nada y si tengo oportunidad de cambiarlo todo, lo haré.
No voy a mentir, desde que volví a verle algo nació de nuevo dentro de mí. No puedo llamarlo del todo amor, pero sentí un bonito cosquilleo que hizo que Cupido tan solo rozara su flecha sin llegar a clavármela en el pecho. No podría explicarlo, pero cómo ya he dicho, no es amor.
Pero qué más dará lo que yo sienta si Pablo le quiere por encima de todo. Yo no voy hacía su casa para hacerla mía, voy para verles a ellos felices. No entiendo si tanto se aman por qué no se buscan para volver a estar juntos.

Con más de dos horas de coche iba empezando a ver carteles de los pocos kilómetros que me quedaban para llegar a mi destino. Solo espero que Lucía no se haya cambiado de dirección.

Al llegar bajé del coche y vi en el buzón exterior que los apellidos que aparecían eran de la madre de Lucía.
Toqué al timbre algo nervioso y se abrió la puerta lentamente.

-¿Lolo? –dijo sorprendida Lucía detrás de la puerta.
Abrió la puerta completamente y se quedó sorprendida mirándome fijamente a los ojos.
-Qué…qué...¿Qué haces aquí? –preguntó nerviosa.
-¿Puedo pasar? –pregunté nervioso igual que ella.
-Suerte que no hay nadie…-me dijo mientras me dejaba entrar.
Me senté en su sofá y observé de arriba ha bajo su casa.
-Cómo ha cambiado esto…-sonreía al recordar los días en su casa.
-Ahora es una casa de recién casados –decía Lucia mientras dejaba una botella de vino encima de la mesa.
-¿Vino? –pregunté extrañado.
-Llevo días de alcohólica desesperada, da igual lo que sea, yo me lo voy a beber –dijo riéndose.
Se sentó junto a mí y esperó respuestas de el por qué me encontraba en esos momentos allí junto a ella, en Almería sobre todo.
-Ponme una copa de vino primero mejor…para ir más preparado –dije con ansias de esa copa.
Cogí la bebida y bebí sin miedo.
No sabía cómo decirle lo que ocurría con Pablo en esos momentos, así que decidí esperar a que sea el buen momento para hablar.
-Me acuerdo cuando me escondiste detrás de la encimera de la cocina cuando vino tu madre –reí-
-Sí…tu en bóxers ahí detrás…pensé que el mundo se me acababa si te pillaba –rió.
-O cuando me llenaste de helado la camisa recién sacada de la lavandería y me cagué en ti –dije riéndome recordando.
-No se me olvidará jamás –se le contagió mi risa.
Notaba su inquietud por saber qué hacía allí. Es obvio que no he ido para recordar el pasado, pero no sabía cómo decirle que tiene que volver a Málaga, que Pablo le necesita.
Me miraba algo nerviosa esperando una respuesta que no llegaba.
Mire su sonrisa y me mordí el labio de tal forma que si sentí el sentimiento de amor. Era inexplicable, pero le echaba de menos aun que le tuviera a menos de un metro.
-No me mires así y dime por qué has venido aquí –rió- ¿Sabes algo de Pablo? –preguntó nerviosa

Me acerqué lentamente a sus labios y los besé con delicadeza. 



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Capítulo dedicado a Lucía @LuliMng y a Sandra Sandri2906 por darme ideas para este capítulo.
PD: Si queréis matar a alguien por este capítulo, matarles a ellas. 

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