Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Cincuenta y dos.

Anteriormente

-Entonces…¿Lucía sigue sintiendo algo por mí? –preguntó nervioso.
-¿Algo solo? Su mundo gira solo sobre ti. El caso es que tú…-me interrumpió.
-El caso es que yo le quiero igual o incluso más que desde el principio de nuestra historia. –añadió seguro de sus palabras
Mi corazón se encogió al escuchar las últimas palabras de Pablo.
-Búscale, y dile que le quieres de una vez.
-¿Dónde puede estar? –preguntó nervioso.
-¿De verdad piensas ir a buscarle? El centro de Madrid es muy grande Pablo…
-Pienso ir –añadió sin más.
-En ese caso...Madrid, seguro. A estas horas no ha habido ningún tren destino Málaga.
-Tengo que encontrarle…
-Suer…-me interrumpió colgándome- Suerte –dije acabando la palabra.

Narra Lucía.

-Una taza de té, por favor. –le pedía al camarero.

‘’Una taza de té, por favor, para este desnatado corazón’’ pensaba en la canción del gran Melendi después de mi última frase.

Simplemente me he dejado llevar las bonitas calles del centro de Madrid, con mi maleta de acompañante. Huir de esta forma es tan inútil, de hecho me siento así, una completa inútil.
''¡El amor no lo es todo!'' Suelo escuchar por todos los medios. Pero a mí es lo único que me llena o en este caso: me llenaba.
Si me paro a pensar en todo, la vida me ha dado un giro tan grande como el orgullo de muchas personas. Siempre pensé que él, Pablo, el chico que creí que era hecho especialmente para mí, iba a quedarse por mucho tiempo en mi vida. ¡Y es que él era para mí! ¡Con él me sentía gigante! ¡Además tengo una sonrisa que queda de miedo junto a la suya!
Estoy ebria de vivir sin él, aun que me acojona tener una resaca de muerte. Ando harta de no ver su culo salir de mi cama o de la cantidad de fotografías que le hacía con tan solo una mirada. Empezaré a desintoxicarme de él. Comenzaré a no beberme sus mañanas, a no pasear mis dedos alrededor de su ombligo y a lavar ese pequeño oso de peluche con olor a su fragancia. Difícil, eh, Lucía, difícil olvidarse de semejante hombre. Él siempre fue de levantarle la falda a la luna, y encima, la muy puta se dejaba (¡Y quién no lo haría!)

-Aquí tiene, señorita. –dijo el camarero dejando la taza encima de la mesa junto con una sonrisa.
-Muchas gracias. –añadí sonriente.

Al terminarme el té saqué la hoja con los horarios de destino a Málaga para irme allí lo antes posible. El próximo a las siete y media de la tarde y tan solo era la una y veintidós minutos. Que alguien me explique que iba a hacer tanto rato sola por Madrid.

Me levanté de la silla dejando propina encima de la mesa y agarré mi maleta para salir de aquel lugar. Dejé que mis pies me guiaran a donde fuese, no me importaba dónde, pero quería moverme por algún lugar.

La Gran Vía se veía tan bonita y a la vez tan llena de coches agobiantes. Agarré mi iPod y coloqué en el reproductor ‘’Photograph’’de Ed Sheeran en Capital FM (Siempre he sentido más debilidad por las canciones en vivo que grabadas para un disco)

Narra Pablo

¿Derecha? ¿Izquierda? ¿Centro? ¡¿Dónde voy primero?! Poco tenía claro cómo iba a encontrar a Lucía por Madrid, pero era una pequeña aventura que iba a hacer que todo acabase bien.
Tiré hacía la izquierda, siempre me ha dado más confianza esa dirección (Por no decir que en el lado izquierdo de nuestro pecho tenemos el corazón).

Con pasos apresurados y el corazón casi por explotarme de los nervios recorría las calles de Madrid mirando de un lado a otro. La gente se amontonaba. Me coloqué la gorra y las gafas que llevaba en la mochila y me sentía más seguro (Aun que no diese mucho efecto este tipo de escondite)


Las tres y media de la tarde, y yo sin comer. No dude en pararme en McDonald para pedirme algo de comida basura. Será basura, pero a mí me encanta oye. 

Cómo un loco enamorado continuaba buscándola por las calles agobiantes de Madrid. Pasé por parques, tiendas de ropa y demás, pero ahí no se encontraba.  Estoy ansioso por volver a soñar, tengo el insomnio más grande de toda mi vida. Llevo días buscando el que hacer para llenar el hueco que ha dejado en mí, empapándome de libros y melodías nuevas. Al final me di cuenta que, cómo dice Lena, la única manera de encontrarme fue acordándome de ti, maldita. Porque lo mejor del sin mí, era el contigo. Llevo ya un tiempo intentando entenderle en la distancia y no llenarme de ella en cada vacío que deja su ausencia. Noches, noches y noches en las que junto las letras que forman la palabra amor, y solo me sale tu puto nombre, extraño.

Las cinco de la tarde y a 36 grados. Mi mente comenzaba a plantearse abandonar y dejar que esto pase por sí solo, pero mi corazón pedía a gritos un gran momento de éxtasis.

Pocas veces hago caso a mi cabeza, esta vez lo haré. Me di media vuelta y me puse de camino a coger el metro para ir hacía mi casa madrileña. Empezaba a notar cómo si me vigilasen. Creo que no me equivoco, parece ser que hay prensa por los alrededor y muchos me echan el ojo, no sé si me reconocen, supongo que querrán saber noticias sobre mi nuevo disco que saldrá en pocos meses.

No, no me equivocaba. Lentamente se acercaba una joven chica sonriente con una cámara de la 1. Detrás de ella un treintañero de Tele5 con dos cámaras a su lado. No tardaron en pararme y en rodearme en un instante. Poco a poco eso iba llamando la atención y atrajo a mucha más gente.

-Buenas tardes Pablo ¿Qué nos podríamos contar de tu nuevo trabajo que no sepamos ya? –preguntó la joven muy sonriente.
-Lo de siempre, es un disco creado con mucho amor y con la colaboración de mi gran amigo Ricky Martin todo será más grande aun –dije con mi simpatía.
-¿Cómo te afectan los rumores de una posible relación con Ricky Martin? –preguntó el periodista de Tele5, del programa Sálvame concretamente.

No me sorprendía su pregunta, es de Sálvame ¡Que podía esperar!

-Pues…

Me quedé mirando al otro lado de la calle pensando que responder al respecto. Capte la figura de…¡Lucía! ¡Era Lucía!
Intenté apartar a los medios pero me lo impedían.

-¡Lucíaaaaaaaaa! –grité a la vez que levantara las manos para que me viese.
Ella seguía caminando con su maleta morada de ruedas con la mirada perdida.

-¡Lucíaaaaaaa!-seguía gritando intentando apartar a la prensa- Por favor, es urgente. –les decía con educación.

Me dejaron pasar, pero ellos me seguían a paso rápido para no perderme. Comencé a correr. La Gran Vía nos separaba, y los coches pasaban rápido.

-¡Lucíaaa! –volvía a gritar su nombre.

Ella se giró al instante y buscaba a la persona que había gritado su nombre.

-¡Aquí! –alcé la voz a la vez que seguía desesperado.

Ella seguía sin verme por toda la multitud que había. La prensa seguía detrás de mí, pero ya no me importaba nada en absoluto.
El semáforo se puso en verde para los peatones y corrí hacía ella.

-¡Lucíaaaaaa! –gritaba por cuarta vez.

Ella se giró al fin y me observaba algo sorprendida. Detuve mi paso y respiré hondo al tenerla en frente.

-¿Dónde te habías metido? –pregunté preocupado.
-Pues…-le interrumpí.
-¡Da igual! –Le abracé después de la última frase.
-¿A qué viene todo esto? –preguntó sorprendida- ¿Por qué tienes prensa detrás de ti? ¡Por favor, usted no me grabe! –Dijo ella apartando a la cámara.
-Me llevan persiguiendo todo el rato –dije en voz baja.
-¿Qué ocurre? ¿Por qué tanto escándalo al verme? –preguntó extrañada.
-¡No estoy con Cristina!
-¡Vaya por dios, ya habéis roto! ¡Qué rápidos! –dijo con un tono cabreado y aplaudiendo.
-¡No, no, no! Nunca he estado con ella, todo ha sido un mal entendido. Ella me quiere, pero yo no siento lo mismo, por eso el abrazo de ayer. Tan solo le abracé por que le vi llorar. –añadí nervioso.
Ella miraba para todos lados sin saber que responder.
-Me lo ha contado todo Aida.
-¿TODO? –preguntó nerviosa.
-Todo. –añadí.
Ella se quedo seria al escuchar mi última frase.
-Entonces…¿Sabes que yo…?  -mordió su labio preocupada.
-Sí. Yo también.
-¿Tú también me…? –le interrumpí.
-Mira ahora mismo sueño con eso de volver a empezar. De 0. Aquí. Ahora. Contigo.
Sus ojos empezaban a volverse cristalinos al escuchar mis palabras. Cogió aire y lo expulsó lentamente.
-Pablo no quiero joderte la vida, hay cámaras. –dijo nerviosa en voz baja.
Dio media vuelta para irse. Sabía que todo lo hacía por las cámaras, por ahorrarme explicaciones en televisión de todo esto.
Cogí su mano y le giré haciendo que me mirase a los ojos.
-Ven a quererme, o a joderme la vida. Ven a joderme, o a quererme la vida ¡PERO VEN! –grité deseando tenerla junto a mí de nuevo, sin importarme los medios.

Ella rápidamente se abalanzó hacía mí posando sus manos en la parte de atrás de mi cuello y besó mis labios.

martes, 19 de agosto de 2014

Cincuenta y uno.

Anteriormente
Al terminarnos las copas, fuimos todos a bailar para animar la noche y Aida se acercó a mí rápidamente.
-Es tu momento…llévate a Pablo fuera de aquí y díselo. –dijo entusiasmada.
-Le he perdido la vista, no sé dónde está –decía preocupada mientras le buscaba todo el rato con la mirada.
-Vale, Cristina tampoco está. Creo que la hemos fastidiado. –decía Aida muy preocupada.
-¡No me asustes! Vamos a buscarles, anda. –dije cogiendo a Aida de la mano.
Fuimos al baño pero ahí no se encontraba Cristina. Salimos fuera del local y...

-No. Me. Jodas –decía Aida con pausas.

En esos momentos pensé que se me caía el mundo encima.
Ellos dos se encontraban abrazados y podía significar que una nueva relación habían comenzado.
Saqué mi cigarrillo de la semana, aun que ya iban dos. Me lo encendí y salí de allí para dirigirme hacía el hotel.

Narra Lucía.


Me puse en camino hacía el hotel con el cigarro en la mano y lágrimas deslizándose por mis mejillas. Algunas caían por mi barbilla, otras desaparecían en la comisura de mis labios.
Siempre he pensado que la vida es muy puta, pero no que haría que todo me saliera tan mal.

-¡Espera! –gritaba Aida detrás de mí.
-¡Déjame! –grité mientras seguía caminando.
-¡¿A dónde vas?! –preguntaba gritando mientras caminaba a dos metros de mí.
-Necesito estar sola por favor…-decía con un nudo en la garganta.
-¡¿Estás llorando?! –volvió a preguntar gritando
-¡Por favor necesito estar sola! ¡Déjame! –dije gritando y mirándole.
Ella se quedó quieta y me miro sería. Dio media vuelta y volvió al local de dónde veníamos.

Comencé a caminar de nuevo con los llantos más fuertes que antes. Se había creado una tormenta de otoño dentro de mí. Mi corazón parecía la hoja seca que todos pisan en esa misma estación. Ni los pájaros cantan, ni los niños salen a jugar, NADA, dentro de mí solo hay un otoño de soledad.

Llegue al hotel y apagué el cigarro de tal forma que me imaginé que era la cabeza de Cristina. Puedo llegar a ser cruel cuando me viene en gana.
Me adentré en el bar de billar y demás juegos del hotel. Me senté en la barra y pedí una copa.

-Dame lo que sea, pero que me suba el alcohol rápido que no aguanto más. –dije posando mi cabeza en la barra.
-¿Mal de amores? –preguntó un joven al otro lado de la barra.

-¿Mal de amores? ¡Mal de vida! –le corregí.
El joven se acercó a mí y se sentó en el taburete de mi lado.
-¿Quién te ha roto el corazón? –pregunto serio
-Pablo Alborán –dije sin más.
El joven comenzó a reírse y bebió un trago de su copa.
-Qué pasa ¿Tú también estás con lo de que Pablo te ha decepcionado por qué el chico es gay?
-No es gay, ya te lo puedo asegurar yo. –dije subiendo una ceja.
-Ah, bueno, serás una fan de él incondicional –rió.
-Sí, será eso…-añadí a la vez que daba otro trago- Ponme otra, por favor. –Le decía al camarero.
-Ahora enserio ¿Qué te ocurre?-preguntó intrigado el joven sin nombre alguno de momento.
-Comencé a salir con mi vecino pero lo dejamos y luego estuvo jugueteando con otra chica, y ahora hemos venido las dos que morimos por él a declararnos, pero ella se ha adelantado y se ha quedado con ella, FIN. –dije sin más.
-Pensaba que eso solo pasaba en las telenovelas de esas de ‘’Telemundo presenta’’ –dijo con voz de presentador a la vez que reía.
-Tú te ríes pero ahora mismo yo quiero cogerme una borrachera para por unas horas olvidarme de todo esto –dije bebiendo otro sorbo.


El chico moreno me miraba con una sonrisa que solo se dirigía hacia el lado izquierdo de su cara.
Bebí con rapidez aquella copa que me habían servido en tan solo unos segundos.
Cómo sonido de fondo, nos acompañaba esta horrible noche el gran Buena Fe. Yo, cayendo finalmente en los brazos del alcohol que deja huella por la mañana, me dispongo a marcharme de aquel lugar, pero no antes sin haber pedido una botella para que me acompañe esta misma noche.

Comencé a dirigirme hacía los ascensores de aquel lugar. Las puertas se abrieron y el joven con el que había terminado de hablar se une para subir en ascensor. Al entrar mi cabeza dio una vuelta enorme y casi acabo en el suelo. A duras penas recobro el equilibrio. Intentando disimular la grandiosa humillación comencé a toser y el chico rió.
El ascensor llegó al quinto piso donde ahí mismo tenía que bajarme y donde ahí mismo bajó él también.
Abro con demasiado impulso la puerta y me adentro en la habitación con la botella en la mano y dispuesta a pasar un largo rato hablando con la pared de lo jodida que es la vida la mayoría de las veces.
Me asomé rápidamente al pasillo y el joven aun se encontraba ahí, buscando la llave de su puerta.

-¿Entras? –le pregunté dispuesta a pasar un buen rato junto a él.

No dijo palabra alguna, tan solo se dispuso a entrar..
Cerré la puerta rápidamente y me abalancé sobre su cuerpo hasta dejarlo tumbado en mi cama.
-Tienes las ideas claras. Me gusta. –dijo levantando una ceja.
Besó mis labios rápidamente y comenzó a desabrochar su camisa al mismo tiempo que yo me deshacía de la mía. Sus pantalones vinieron después junto a los míos. Su pelo despeinado, su pequeña gota de sudor en la frente y su cuerpo marcado eran protagonistas en esos momentos.
Besaba mi cuello, sus dedos recorrían todo mi cuerpo, su aliento se perdía en mi piel.
Le miré deseosamente pero solo podía captar la imagen de Pablo, cómo si mi mente solo quisiera que fuese a él al que viera.
Me levanté rápidamente y cogí su ropa. Le agarré de la mano y le saqué fuera de la habitación en tan solo ropa interior.
-¡Eh! ¡Qué haces! –gritó
Apoyada en la puerta semidesnuda  escuchando sus quejas me encontraba. Él tocaba mi puerta esperando una respuesta y yo no sé la quise dar.
-Bueno, pues…¡Encantado de conocerte...! ¿Cómo cojones te llamas? –preguntó el joven.
-Lucía –añadí desde el otro lado de la puerta.
-Ahora sí que habla la jodía –rió- Buenas noches –dijo a la vez que se marchaba.

Suspiré y me tiré sobre la cama. Cogí la botella que me esperaba impaciente en la mesita de noche y di un trago intenso. Me asomé a la ventana y pude ver que llegaban las tres hacía el hotel. Aida un poco más animada que ellas dos.
Minutos después la puerta se abrió y su voz llamándome suena en la habitación.
Cerré mis ojos y decidí que hacerse la dormida era la opción más viable. 
-¿Estás dormida? –pregunta Aida sobria.
Me limito a no contestar para no tener que hablar de lo sucedido (esta noche al menos)

A la mañana siguiente.
Narra Aida.

Abrí mis ojos y fije mi mirada en la cama de al lado para ver si Lucía se encontraba despierta en estos momentos.
Su figura no estaba en la cama, ni en ninguna parte de la habitación. Supuse que se encontraría desayunando abajo.
Abrí el armario para colocarme ropa y observé que no había ni una sola prenda de Lucía dentro.
Busqué la maleta por toda la habitación pero era totalmente invisible para mis ojos. No aparecía por ningún lugar de estas cuatro paredes.
Bajé rápidamente al restaurante del hotel y tampoco estaba ella, así que me dispuse a sacar mi teléfono móvil y busqué rápidamente su número en mi lista de conversaciones de Whatsapp.Le envié un mensaje, pero esos dos ticks famosos no aparecían. Me limité a llamarle. Su teléfono se encontraba apagado o fuera de cobertura como mismamente me indicaba la mujer robot del teléfono.
Subí para despertar a Laura y avisarle que Lucía había desaparecido, que se había marchado sin más. Aun que yo misma puedo suponer por qué lo ha hecho.
Entré sin más en la habitación de las dos amigas y se encontraban conversando en la cama. Se asustaron al notar mi desesperación al abrir aquella puerta.

-Laura, necesito hablar contigo un segundo –dije con la intención de echar a Cristina de la habitación.
-Voy a bajar a pedir el desayuno…-añadió Cristina captando lo que yo quería.
Ella salió de la habitación y Laura con cara de no entender el por qué de mi cara de angustia.
-Lucía se ha marchado, sin más. –dije junto con un resoplo.
-¿Cómo? ¿A dónde? ¿Por qué? –preguntó Laura extrañada de su huida.
No pensaba contarle lo sucedido ya que ella cedería a comentárselo a su gran amiga Cristina y no es el momento para complicar más las cosas.
-Ni idea –respondí con disimulo.

Después de llamar cinco veces a Lucía y que el teléfono siguiera en las mismas opté por llamar a Pablo y comentarle lo ocurrido para que él mismo me ayudara con este remolino sentimental de la almeriense.
-Hola Aida ¿Qué ocurre? –preguntó directo el cantante.
-¿Cómo has sabido que ocurre algo, eh?
-Después de ver diez mensajes en Whatsapp diciéndome ‘’Necesito te ayuda’’ supongo que ocurrirá algo. –dijo riendo.
-Lucía ha desaparecido. –añadí directa.
-¿Cómo que ha desaparecido? –preguntó sorprendido.
-Esta mañana ya no estaba aquí ni su maleta ni ella, se ha marchado sin más.
-Por alguna razón será, digo yo. ¿Qué ha ocurrido? –preguntó preocupado Alborán.
-Es complicado de contar…-dije nerviosa.
-¡Cuéntamelo! –gritaba desde el otro lado del teléfono.
-Ella….ella…ella…-repetía la misma palabra todo el rato muy nerviosa- ella…
-¡Ella que! –dijo eufórico.
-Ella sigue estando enamorada de ti desde siempre y ayer al veros a Cristina y a ti juntos se le jodió el plan. Bueno, se nos jodió, que el plan era mío. –dije echándome flores.
-Me quedo mudo….-decía sorprendido- ¿De qué plan hablas? ¿Y cómo que yo con Cristina? ¿Qué es lo que quieres decir? –preguntaba constantemente.
-El plan de volverte a recuperar, por eso vinimos hasta aquí, no para que la zor…-detuve la palabra- la preciosa Cristina se quedase contigo. –añadí rectificando- ¡Deberías haber acabado con Lucía maldito seas! –le grité.
-¡NO TE ENTIENDO! –gritaba enfurecido- Mi cabeza no entiende que quieres decirme…lo siento.
-¡Que a Lucía le mata que estés con Cristina! –grité.
-¡Yo no estoy con ella! –gritó a un más.
Me quedé en completo silencio sin saber que responder a todo esto.
-¿Hola? Me parece que se ha cortado…–dijo el cantante al otro lado del teléfono.
-E-e-estoy aquí –dije balbuceando- ¿No estás con Cristina? ¿Y ayer fuera del local que es lo que pasó?
-Ella sentía cosas por mí, pero mis sentimientos no son los mismos. Simplemente le abracé, no quería que se sintiera mal después de todo aquello. No me jodas que Lucía piensa que estoy con…
-Ay ay ay…pero…pero que confusión más tonta, eh. ¡Aida mala, Aida mala! –me reía nerviosa.
-Entonces…¿Lucía sigue sintiendo algo por mí? –preguntó nervioso.
-¿Algo solo? Su mundo gira solo sobre ti. El caso es que tú…-me interrumpió.
-El caso es que yo le quiero igual o incluso más que desde el principio de nuestra historia. –añadió seguro de sus palabras
Mi corazón se encogió al escuchar las últimas palabras de Pablo.
-Búscale, y dile que le quieres de una vez.
-¿Dónde puede estar? –preguntó nervioso.
-¿De verdad piensas ir a buscarle? El centro de Madrid es muy grande Pablo…
-Pienso ir –añadió sin más.
-En ese caso...Madrid, seguro. A estas horas no ha habido ningún tren destino Málaga.
-Tengo que encontrarle…
-Suer…-me interrumpió colgándome- Suerte –dije acabando la palabra.



viernes, 8 de agosto de 2014

Cincuenta.

Anteriormente.

-Si la otra persona no siente nada, poco ocurrirá entre ellos dos, no sé si me entiendes.
-Vamos, que si Pablo no le quiere, es tontería que ella se declare por qué no ganaría nada, o eso he entendido.
-Exacto. –sonrió- espera aquí un momento.

Casilda entró a su casa y volvió a salir con un papel y un bolígrafo. Escribió en él y me lo entregó con una sonrisa.
Lo abrí nada más que me lo entregase

‘’Calle Cervantes puerta Nº2, Código postal 28018’’



-Si ella puede ¿Por qué tú no?

Narra Lucía.

-No, no, no –le devolví el papel a Casilda- No pienso ir…
-¿Así es cómo luchas por lo que quieres, no? –añadió Casilda enfadada- Esta bien…-cogió el papel.
Me quedé un rato pensativa mirando el papel que estaba en las manos de ella.
-Trae pa’ca. –dije a la vez que le quitaba el papel de sus manos.
-Sabía que no te resistirías –rió
-¡Pero no creo que vaya, eh! –dije no muy segura.
-Eso ya lo veremos…-dijo mientras me guiñaba un ojo a la vez que se levantaba para marcharse.
-Y…¿Cuánto vale un AVE a Madrid? Por curiosidad…-intenté disimular.
-No tengo ni idea pero no disimules tanto, estás deseando ir –rió- Buenas noches Lucía –dijo con una sonrisa mientras cerraba la puerta-

Salí del jardín y me adentré en mi casa.
Sam, como de costumbre, roncaba en el sofá y con la televisión encendida viendo programas basura de Telecinco.
Subí a mi habitación y dejé que mi cuerpo cayera sobre mi cama. Me quité los pantalones y la camiseta y me coloqué una de pijama. Como siempre hago en verano, duermo en ropa interior.
Desde mi cama, cerré la cortina con el pié y apagué la luz para que el sueño me acogiera en sus brazos.
Las noches solo sirven para tener sexo del bueno o pensar sobre lo mierda que es tu vida últimamente. Lo último es lo único que llevo haciendo desde hace bastantes noches.

Al día siguiente.

Vino hacía mí de tal forma que hacía que mi cuerpo quisiera ser solamente de él. Su boca me acababa de declarar la guerra después de esa mordida de labio inferior. Quité su camiseta rápidamente y acaricié su pecho desnudo. Esta guerra solo acababa de comenzar. Sus manos se posaron en mi cintura y poco a poco fueron deslizándose por mis finas piernas. 
-No pienso dejarte ganar la batalla -le dije mientras le besaba el cuello.
-Eso ya lo veremos -rió Pablo.
Me cogió del trasero y me subió encima de la mesa de la cocina. Siempre he querido hacerlo en este lugar.
Echó mi cabeza para atrás e iba dejando besos lentos por mi cuello haciendo que mi cuerpo cogiera una temperatura demasiado alta. Solté un pequeño suspiro y Pablo mordió su labio al escucharlo.
Desabrochó su botón de esos pantalones grises que tanto me gusta que lleve y fue bajando su pantalón hasta que cayeron al suelo. Pose mi mano en su...

-¡Lucía que son las nueve y media! -gritó mi tía desesperadamente.
Abrí mis ojos muy rápido por el susto de buena mañana.
-¡Joder, Sam! –grité por su forma de escandalizar mi mañana.
-Te estabas mordiendo el labio mientras dormías –rió- ¿Con quién soñabas? –subió una ceja.
-No me acuerdo…-disimulé.
-¡Venga ya! –rió- ¿Sueño porno?
-¡Con Pablo, Sam, con Pablo! ¡Y me lo has jodido! –añadí gritando
-¿Tan necesitada estás? –rió.
Me levanté refunfuñando y corrí las cortinas para que entre el sol.
-Venga, vístete rápido que nos vamos. –decía mi tía con prisas.
Abrí el armario y me coloqué lo primero que cogí y lo más cómodo para trabajar.

Al salir de la pastelería me dirigí hacía la casa de Aida, ya que me había dicho que al salir  fuese hacía allí. Algo importante tenía que comentarme, o eso dice.
Toqué el timbre y un mayordomo abrió la puerta muy delicadamente. Aun no asimilo la forma en la que vive esta chica.

-Adelante señorita De La Torre –dijo él educadamente.
-Muchas gracias –sonreí sin más
Me adentré en la casa y el mayordomo cómo siempre me acompañó hasta la habitación de Aida.
-Sé dónde está –añadí.
-Tengo que acompañarle igualmente…-dijo el mayordomo cumpliendo su trabajo.
Tocó a la puerta de Aida y pronunció mi nombre.
Entré a su habitación que era cinco veces más grande que la mía y me senté en un sillón rosa que se encontraba al lado de la cama.
-¿Qué querías? –pregunté extrañada.
-Tengo ‘’EL PLAN’’ –recalcó las dos palabras con mucho entusiasmo.
-¿De qué hablas? –pregunté sin entender nada.
-‘’EL PLAN’’ para que tú y Pablo volváis a estar juntos….y no esté con la bicha esa del chiringuito –añadió con cara de asco.
-Mira Aida no quiero complicar más las cosas sab…-me interrumpió.
-¿Qué es eso? ¿Son campanas de boda? ¡Sí! ‘’Nos complace invitaros a nuestra enlace que se celebrará el día ‘’UUUM’’ a la hora ‘’UUUM’’ No faltéis…firmado: Pablo y Lucía. –decía Aida con voz de narradora.
-¿Cómo dices que empieza el plan? –dije muy interesada después de escuchar su ultimó paripé.
-¡Nos vamos tú, Laura, la bicha esa y yo a Madrid! –añadió entusiasmada.
-¡¿Cómo?! Espera…¡¿Qué?! –dije sorprendida.
-¡Déjame explicarte jolín! –cogió aire- Nos vamos las cuatro tipo super friends de la muerte para ‘’ayudar’’ a Cristina a conquistar a Pablo. Quedamos con él y con algunos músicos de él para salir de fiesta y tu irás tan sumamente sexy que Pablo caerá a tus pies y te lo llevas a un rincón y te lo fo…-le interrumpí.
-Te estás pasando…-añadí.
-Bueno vale, lo he exagerado…-rió- Quedamos con Pablo y demás, luego te lo llevas a un rincón y le confiesas que no le has olvidado. Ahí es cuando entró yo diciéndole a Cristina ‘’He hablado con Pablo y me ha dicho que no siente nada por ti’’ mientras tú te estás dando un beso INCREÍBLE, repito, INCREÍBLE, con Pablo.
-Sabes, las rubias tampoco sois tan tontas…-añadí riéndome- Pero…¿Y si él no siente por mí? –pregunté nerviosa.
-Pablo parece el típico hombre romántico que le cuesta olvidarse de las personas, por eso no te preocupes –me guiñó el ojo.
-No estoy tan segura pero…¿Cuándo dices que nos vamos a Madrid? –dije subiendo una ceja.
Aida empezó a dar saltos de la emoción y se sentó ya que le había causado un mareo.

-Mañana, mañana salimos hacía Madrid, ya he hablado con las chicas –dijo con la mano en la cabeza.
-¿Ya habías planeado ‘’EL PLAN’’ antes de que yo te dijera que sí? –pregunté con una voz cabreada.
-Exacto, pero cómo sabía que ibas a aceptar al final…-dijo mientras echaba su pelo para atrás.
-Cómo me conoces –reí.

Al día siguiente

Cogí mi maleta y la metí en el maletero del coche de Aida. Me adentré en el auto y me senté en la parte delantera junto con ella.
-¿Estás nerviosa Cristina? –le decía Aida.
-¡Demasiado! ¡Puede que cambie mi vida! –añadió entusiasmada.
-Sí, sí…lo que tú digas –pronunció bajito Aida para que no le escuchase.

Todo el viaje de camino a Madrid intentaba quedarme dormida todo el tiempo para no escuchar a Cristina murmurarle a Laura lo que pensaba hacer con Pablo cuando esté con él.
Cristina no es que me caiga mal, pero cuando ella contó que estaba acosando a Pablo cuando él no quería nada más me pone de los nervios.

Después de seis horas de un viaje duro y cansado llegamos al hotel que había reservado Aida.

-Aida yo no puedo permitirme este hotel… ¿Por qué no me consultas nada antes de avisarme? –comenté molesta.

-Tranquila, que te lo voy a pagar yo todo –dijo la rubia guiñando un ojo- Mira aquí pone que no puede entrar Cristina –bromeó con el cartel de ‘’PERROS NO’’

Cristina entró rápidamente a la habitación de hotel mía y de Aida para investigarlo todo. Se tiró sobre mi cama y lo único que hice fue poner cara de que parecía tonta.

-Bueno voy a llamar a Pablo y decirle que estoy en Madrid y quedamos esta noche con él y así le conocéis ¿vale? –decía entusiasmada Cristina.
-Ya he quedado yo con él…-añadió Aida.
-¿Cómo? ¿Lo conoces? –preguntó Cristina extrañada.
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Conocer a quién? Cristina yo a veces no te entiendo, sinceramente. –Decía Aida haciéndose la tonta.
-Bueno, bueno, bueno…pues queda con el muchacho y te acompañamos y te dejamos solita luego y ya haces lo que quieras –dije sonriendo falsamente.
-Eso, voy a llamarle –añadió entusiasmada.
Cristina salió de la habitación para hablar con él.
-Ya te estás poniendo preciosa por qué de esta noche no puede escapar ¿Entendido?
-Sí, mi capitana –bromeé.

Al cabo de un rato bajamos todas al rellano para ir hacia el local dónde habíamos quedado con Pablo y los demás. Cristina iba más arreglada que nosotras, parecía que se iba a una boda o algo por el estilo.

-Por cierto, Pablo no sabe qué vas –me susurraba Aida.
-¿Cómo? ¿Y por qué no le has dicho nada? –pregunté nerviosa.
-¡Para que tenga más emoción!-decía entusiasmada.
-Bueno, chicas…quería deciros que aun que solo os conozco de una noche a vosotras dos, que gracias por planear esto por mí, que ojalá todo salga bien y…¡Qué sois increíbles! –dijo la última frase dándonos un fuerte abrazo.
-Quítamela, Aida, quítamela –susurré.
-¿Nos vamos? –añadió Cristina guiñando un ojo.

Narra Pablo.

Ahora mismo me encuentro con David y Antonio en un local que desconocía de Madrid, pero ya que es el único que conoce Aida, hemos tenido que venir aquí.
Hacía mucho tiempo que no salía por la noche con algunos de mis músicos. Creo recordar que la última vez era cuando yo estaba con Lucía.
De pronto cuatro chicas entraron por la puerta y…espera…¿Cuatro chicas?

Aida se acercó a mí rápidamente y me abrazó.

-Haz cómo si no conocieses a las tres de nada, solo a Cristina. Lo mismo os digo a vosotros -nos decía en voz baja- ¡¡AAAAY QUE EMOCIÓN PABLO ALBORÁN!! –gritaba Aida entusiasmada para disimular. ¡Es que soy su fan! -le decía a Cristina.
-Bueno, os presento –decía Cristina con mucha ilusión- Esta es Laura, Aida…
-Encantado de conoceros chicas –dije disimulando y dándoles dos besos.
-Y esta que está un poco escondida es Lucía –dijo sonriente.
Me quedé mirándole fijamente cómo un tonto que se enamora por primera vez. Iba preciosa con esa falda de flores alta y esa sonrisa vergonzosa que tanto me gusta. No esperaba que ella estuviese aquí también.
-E…e…encantado/a –dijimos a la vez.
Fui a darle dos besos pero ella extendió su mano antes de que lo hiciese.
Me quedé mirándole confuso. Extendí yo también mi mano y la junté con la suya.
-Un placer –añadí sonriente.
-Lo mismo digo –decía ella aun con su mano con la mía.
-Estás esta noche prec…-Aida me interrumpió.
-¡VAMOS A PEDIR ALGO PARA TOMAR! –gritó cómo una loca- ¡VAMOS!
Los demás se fueron para la barra y Lucía y yo seguimos cogidos de la mano mirándonos fijamente.
Fuimos separando las manos poco a poco y aproveché para acariciarla cómo hacía hace tiempo. Noté su inquietud al hacerlo.
-Me hubiese gustado más conocerte así, que de la otra forma –dije riéndome y recordando cómo nos conocimos.

''Me dirigía hacía mi casa después de un largo día lluvioso de planificación del disco cuándo una chica corriendo se interpuso en mi camino. Frené lo más rápido que pude y ella se quedó parada demasiado asustada. Comencé a pitar pero ella seguía q hasta que el coche frenó y le dio un pequeño golpe en la cadera.
-¿TU ERES SUBNORMAL? –gritó con mal genio-
La joven pegó una patada al coche y se fue de aquel lugar.
Salí del auto demasiado preocupado y corrí detrás de ella.
-OYE, EH. -grité mientras ella seguía andando
Me acerqué a la chica y le cogí del brazo dejando el coche en medio de la carretera y con las luces encendidas.''

Ella me miraba fijamente cómo si quisiese decirme algo pero Cristina interrumpió de inmediato.
-¡Hey! ¡Vamos! No os quedéis ahí parados…¡Esta noche invito yo! Tengo la sensación de que va a ser especial. –gritaba Cristina mientras le guiñaba un ojo a Lucía.
No entendía cómo ellas dos han acabado siendo amigas, pero así esta todo mucho mejor.

Narra Lucía.
Al terminarnos las copas, fuimos todos a bailar para animar la noche y Aida se acercó a mí rápidamente.
-Es tu momento…llévate a Pablo fuera de aquí y díselo. –dijo entusiasmada.
-Le he perdido la vista, no sé dónde está –decía preocupada mientras le buscaba todo el rato con la mirada.
-Vale, Cristina tampoco está. Creo que la hemos fastidiado. –decía Aida muy preocupada.
-¡No me asustes! Vamos a buscarles, anda. –dije cogiendo a Aida de la mano.
Fuimos al baño pero ahí no se encontraba Cristina. Salimos fuera del local y...

-No. Me. Jodas –decía Aida con pausas.

En esos momentos pensé que se me caía el mundo encima.
Ellos dos se encontraban abrazados y podía significar que una nueva relación habían comenzado.
Saqué mi cigarrillo de la semana, aun que ya iban dos. Me lo encendí y salí de allí para dirigirme hacía el hotel.

domingo, 3 de agosto de 2014

Cuarenta y nueve.

Anteriormente.

-¿Y quién ese mozo eh? –dijo Laura con voz pícara- No me has contado nada –rió.
-No os lo creeríais jamás. –rió
-De una relación me lo espero todo tranquila –añadí levantando mi ceja derecha.
-Prometerme que no se lo contaréis a nadie –dijo sonriente.
-Tranquila –dijo la rubia.
-¡Me he liado con Pablo Alborán! –dijo entusiasmada.
Las tres escupimos la cerveza a la vez. Aida hacía el lado izquierdo de la silla, Laura hacía el mismo lado y yo directamente a la cara de Cristina.
-¿CÓMO? –preguntó sorprendida Aida mientras que mis ojos quedaron como dos platos llanos.

Narra Lucía.

Mi cara era más que de sorpresa. Gotas de cerveza recorrían la cara de Cristina mientras ella se quedaba paralizada.

-¡Perdón! –dije disculpándome por el despiste.
-¿Lo has hecho aposta? –preguntó Cristina algo cabreada.
-¿Por qué iba a hacerlo aposta? –reí nerviosa.
-Bueno, no importa –dijo mientras se secaba la cara con una servilleta.
-¡NO NOS DESVIEMOS DEL TEMA! –añadió Aida muy eufórica.
-¿Qué pasa? ¿No me puedo liar con un famoso? Si no me creéis…-dijo Cristina.
-No hija, si creerte te creemos, todo es posible en esta vida. –dije mientras doblaba el tenedor.
-Yo aun estoy que no me lo creo –decía Laura con la mirada fija en otro lugar y con los ojos cómo dos platos.

De pronto se me vino a la cabeza el momento en el que me fui de la fiesta de la playa y Lolo detrás de mí. Ese momento en el que vi a Pablo besándose con otra chica en un chiringuito de la playa.
Miré hacía el paseo marítimo y observé que es el mismo sitio dónde me paré a observarles. Definitivamente Cristina era la chica con la que Pablo estaba.

-Yo creo que me voy a ir, eh. –dije mientras dejaba el tenedor doblado en la mesa y me levantaba.
Laura cogió mi mano para impedir mi huida mientras ella seguía con la mirada en el mismo lugar que antes.
-Y…¿Cómo ocurrió todo? –preguntó Aida.
-Pues…-le interrumpí.
-Puede que solo hayas sido un juguete para él, yo no me emocionaría mucho, eh. Puede que cómo lo había dejado con su novia pues buscaba algo con lo que entretenerse y cla…-Aida me interrumpió.
-Lucía…mi amor… ¡CALLATE LA MALDITA BOCA YA! –gritó.
-En verdad fue todo muy precipitado. Me auto-invité a una cena con él –rió- y luego me lo llevé a casa y me lo tiré –añadió la frase final con una gran sonrisa.
-SERÁ PUT…-me tapó la boca Aida.
-Será puta ama, eso quería decir –rió nerviosa- Que grande ¿no? Acostándose con un famoso ¡WOOW!
- ¡Uy! si ¡SUBE LA ADRENALINA! –dije irónicamente.
-Tengo que decir que Pablo no lo hace nada nada pero nada mal –guiñó un ojo a la vez que reía.
-Cógeme Aida cógeme que me tiro hacía ella –murmuré.
-Yo es que…sigo sin creérmelo –añadió Laura mientras seguía con la mirada aun en el mismo lugar.
-Bueno, y Pablo al día siguiente no tenía las cosas muy claras y tengo que decir que lo agobié un poco, pero entenderme ¡ES PABLO ALBORÁN! Y pues quedamos más veces y volvió a mi casa y blá blá blá. El caso es que de una tontería…he acabado enamorándome, o eso creo.
-¡O sea que no sabes si estás enamorada de verdad! ¡Has dicho ‘’O eso creo’’! Y eso es una razón por la que no deberías ir a Madrid a buscar al Alborán ese. –añadí sin apenas vocalizar.
-¿Qué le pasa a esta chica? –le preguntó Cristina a Aida.
-Antes de venir se ha tomado dos cafés, no se lo tomes en cuenta. –añadió Aida murmurando.
-Sí, será por eso… -resoplé.
-Ahora solo quiero hablar con algún músico suyo o cualquier cosa para que me de la dirección de la casa de Pablo de Madrid. No parece tan complicado –sonreía de tal forma que me daban ganas de matarle.
-Lo tienes complicado. Los músicos no pueden dar esa información a gente que ni conocen. –dije bajándole de las nubes.
-Yo creo que sí –subió una ceja- aparte me conocen ya, he ido veces al estudio de Pablo.
Cogí el tenedor de Aida y lo doblé con fuerzas.
-Oye, que la cubertería no es gratis –añadió Cristina.
Tiré el tenedor a la mesa y volví a resoplar.
-Mira que si te molesta que me haya liado con un famoso me lo dices –decía muy simpática Cristina- podría decirle a Pablo que te presente a algún amigo suyo famosito. –rió.
-¡Ay sí que ilusión! ¿Lo harías por mí? –dije irónicamente.
-¡Claro! Si de verdad quieres yo lo haría encant…-le interrumpí.
-No, no quiero. –Subí una ceja.
-¿Y cuándo decías que te ibas a Madrid? –preguntó Aida.
-En cuanto sepa su dirección voy para allá a decirle todo lo que siento, creo que no he estado más segura en mi vida. –suspiró.
-Creo que me voy a fumar mi cigarro de la semana para tranquilizarme –dije sacándolo del bolso.
-Esto es increíble…otra con Pablo…-añadió Laura aun sorprendida de lo ocurrido.
-¿Cómo que otra? –preguntó Cristina muy confusa.
-¡Ah! ¡Nada! –gritó Aida.

Me levanté de la mesa, cogí mi bolso y salí de aquel chiringuito que estaba acabando con mi paciencia.
Aida se levantó de su sitio y siguió mis pasos hasta que me detuvo.

-Déjame irme, creo que deberías entenderme –dije después de dar una calada al cigarro.
-Está bien. –dijo entrando en razón- Esto es complicado de asimilar pero todo tiene una solución –añadió a la vez que subía la ceja derecha-
-Aida pensando…me das miedo. –reí.
-Anda vámonos, yo tampoco soporto a esa chica –rió.

Nos despedimos a lo lejos de ellas y nos dirigimos hacía el coche.


Al llegar a casa me tiré en el sofá e hice que mis chanclas volaran por el comedor al quitármelas de golpe. Suspiré y miraba hacía el techo a la vez que pensaba en lo ocurrido en la playa. Sentía cómo si me estuvieran apretando el corazón para que no pudiera latir cómo él quiere. Me sentía cómo en una pesadilla de niños pequeños en la que yo estaba encerrada en una jaula y Cristina estuviese fuera con una llave que pusiera ‘’Corazón de Pablo’’. Es algo extraño, pero sentirse así era  horrible, es cómo si te estuviesen arrancando poco a poco el futuro que habías planeado para ti.

Al día siguiente.
Narra Pablo.

Me levanté con ganas de comerme el mundo y últimamente no lo hacía. Despertarme con pocas ganas de sonreírle al día era la rutina de esta semana, pero hoy mi mente había cambiado de idea.
Intentaba asimilar que no todo en esta vida sale cómo uno se espera o desea, pero nunca hay que hundirse, ya que dicen que las personas que se han ido de tu vida solo lo hacen para dar el paso a otras mejores.

De pronto tocaron a la puerta de mi casa y me levanté rápido para poder abrir.

-Buenos días Pablo…-añadió Lolo parado en mi puerta.
-Buenos…días…-dije asombrado por su visita- adelante…-le dejé  pasar de inmediato.
-Mira voy a ir al grano: me he comportado cómo un completo imbécil y lo sabes. La tontería del amor te lleva a hacer estupideces y cosas que alguien no merece. Por eso quería pedirte disculpas por si he llegado a ofenderte y demás. Lucía me dijo que no sentía lo mismo que yo por ella en la comida que le preparé y ahí me di cuenta que he llegado a casi perder a uno de los mayores apoyos que he tenido siempre; tú. –dijo con sus palabras más sinceras
-Acepto tus disculpas –dije extendiendo la mano.


Cogió mi mano y sonrió de tal forma que me contagió. Me acerqué a él y le di un buen abrazo cómo los de siempre.
-Por cierto, el día de la comida, Lucía confesó que…-le interrumpí.
-No, no, no –tapé mis oídos- no quiero saber nada de Lucía, hoy estoy bien, estoy sonriente, estoy genial…no la cagues –reí.
-Está bien, está bien –rió- en realidad no sé te hubiera gustado saberlo o no pero era por contártelo –dijo saliendo de mi casa- Nos vemos a las cuatro en el estudio –añadió a la vez que guiñaba su ojo derecho.
-Hasta luego –dije con una sonrisa mientras cerraba la puerta

Me había dejado pensativo, demasiado diría yo. 
Ahora que estaba aquí en Madrid con gente que quiero cómo mis músicos, llegaba la hora de cambiar, pero de pensamientos

Narra Lucía.
Mi mañana en la pastelería de Sam había sido más aburrida de lo normal. Últimamente no pasaban tantos clientes y no lo entendía ¡Si la pastelería de mi tía es la más famosa de por aquí!  Que por mucha Operación Bikini que esté haciendo la gente últimamente, el pan, los pasteles, los donuts y demás ¡SE SIGUE COMIENDO!
---

Por la noche de ese mismo día, me coloqué el bikini y me tiré a la piscina para refrescar mi noche de luna llena.
Cómo olvidar la noche de luna llena que dos locos enamorados más decidieron unir sus vidas. Cómo olvidarlo, si yo en esos tiempos era la más feliz.

‘’ - Ves la luna ¿no? Dicen que su sonrisa es la más bonita que puede existir...
-Que quieres decir con eso...

-No creo en ese dicho, creo que la luna tiene muchos motivos para envidiar tu sonrisa. -sonrió-‘’
....

Salí de la piscina y me tumbé en una de las hamacas del jardín. Shadow se acostó a los pies de mí y me observaba atentamente.
Escuché la puerta de la casa de Pablo y vi que su hermana Casilda tenía dos bolsas de basura, una en cada mano. Fue a tirarlas y al regresar le silbé.

-Anda pero si esta aquí la vecina guapa –dijo tan simpática cómo siempre.
Me acerqué hacía dónde separaba nuestros jardines y le guiñé un ojo.
-¿Qué tal estás? –pregunté con una sonrisa.
- ¡Genial! Ahora mismo iba a hablar con Pablo, que no se de él…no sé si sabes que se ha ido a Madr…-le interrumpí.
-Lo sé –dije cabizbaja.
-Uy…se nota que te ha afectado un poco ¿No? –dijo con la mirada triste- Ven conmigo.
Salté los bajos arbustos que nos separaban y nos sentamos en el banco de piedra que tenían ellos en su jardín.
-Adivino, adivino…-decía con voz pícara- no le has olvidado.

Mis ojos se abrieron más de lo normal al escuchar la última frase. No me importaba decírselo a ella, ya que es la que me ha ayudado siempre con estos temas, aun que no me conozca profundamente.

-La verdad es que no, no le he olvidado ¿Quién lo haría? –reí-
-Mi hermano no es tan perfecto como puedes pensar –rió.
-Cuando estás enamorada, todo lo que tenga que ver con la otra persona te suele parecer perfecto. –añadí con una sonrisa.
Mi última frase le dio que pensar a Casilda. Me miró y acarició mi pelo.
-Sabes…él tampoco te ha olvidado. –decía mientras miraba sus pies.
-¿Cómo estás tan segura? –pregunté nerviosa.
-Cuando escribe canciones, no las hace inventándose una historia, las hace inspirándose en alguien o algo y las últimas que he escuchado…tienen mucho que ver con vuestra historia. –sonrió.
-No creo que eso sea una buena razón para decirme que no me ha olvidado, creo. –añadí- ¡Además! Su guitarrista, Lolo, me comentó que él mismo le había dicho que ya no sentía nada por mí.
-¿Piensas creer a un guitarrista que lo único que quería es tenerte.... antes que a su propia hermana qué vive bajo su mismo techo? –añadió Casilda.
-¿Cómo sabes lo de Lolo? –pregunté sorprendida.
-Mi hermano no se suele callar mucho las cosas. –rió.
-¡Bueno! El caso es que no se qué pensar…¡Tu hermano a estado este tiempo de manitas con otra chica! Y esa misma chica va a ir hasta Madrid solo para decirle sus sentimientos…cosa que yo no me atrevo.
-Pero si ni siquiera sabrá la dirección, es algo que no se le dice a cualquiera. –añadió.
-Dijo que se lo preguntaría a uno de los músicos. Se le veía muy segura de que lo conseguiría.
-¿Eso te preocupa? ¿Qué otra chica se gane su corazón antes que tú? –rió-
-Sí, sí…eso creo…
-Si la otra persona no siente nada, poco ocurrirá entre ellos dos, no sé si me entiendes.
-Vamos, que si Pablo no le quiere, es tontería que ella se declare por qué no ganaría nada, o eso he entendido.
-Exacto. –sonrió- espera aquí un momento.

Casilda entró a su casa y volvió a salir con un papel y un bolígrafo. Escribió en él y me lo entregó con una sonrisa.
Lo abrí nada más que me lo entregase

‘’Calle Cervantes puerta Nº2, Código postal 28018’’

-Si ella puede ¿Por qué tú no?

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