Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

sábado, 28 de junio de 2014

Cuarenta y siete.

Anteriormente.
-Dime algo, no te vayas dejándome así. –dijo suplicando una respuesta.
-Tenías razón –le dije sin más.
-¿Razón? ¡Razón de qué! –preguntó y gritó a la vez muy eufórico.
-No me he olvidado de él, es imposible hacerlo. –añadí muy seria mientras que el taxi arrancó

A la vez que el coche se alejaba de él, podía ver los pedazos de corazón que se iban cayendo poco a poco al suelo haciéndose diminutos, tan diminutos que era muy difícil cogerlos y volver a construir ese bonito y gran corazón que tiene.

El pecho me apretaba, sabía que había hecho daño a alguien, de nuevo.

Narra Lucía.
Una canción triste sonaba en mi cabeza a la vez que una lágrima asomaba por mi ojo derecho. Fue cayendo poco a poco hasta llegar a la comisura de mis labios. Cogí aire, miré por la ventana y lo expulsé.

-¿Mal de amores? –preguntó el taxista.
No respondí, tan solo seguía mirando las calles que habían tras esa ventana trasera.
-Los taxistas hemos visto demasiado de las personas, aun que no contestes, puedo saber lo que piensas. Somos una especie de magos –rió- no te asustes –me hablaba a la vez que miraba al frente.
-Algo de eso oí de vosotros. –dije con un tono triste.
-Tu mirada lo dice todo y tu forma de esquivar la anterior pregunta aun más –sonrió.

‘’Yo te espero aquí’’ de Pablo López y Georgina sonaba en la radio que tenía sintonizada el taxista. No pude resistir sonreír, echaba de menos ir a un concierto de él.
Todos hemos vividos momentos en los que la música era la única forma de soltarte y vivir una aventura inolvidable y Pablo López hizo de una noche cualquiera una de las mejores noches de mi vida.

-Adoras esta canción, eh. –dijo el taxista muy sonriente- La sonrisa que desprendes mientras la escuchas y tu pie derecho marcando el ritmo lo demuestra.
-Estas siempre en el mínimo detalle, es increíble –dije sorprendida.

-Olvidamos que el mundo sigue ahí fuera amenazando nuestra canción –canté junto con Georgina y en voz baja.
-Sabes… sea lo que sea que te ocurra, no dejes que nada ni nadie te quite la sonrisa, es el mayor tesoro que tiene el ser humano y…nunca sabes quién se puede de enamorar de ella. –dijo el conductor frenando el taxi para bajarme en mi destino.
-Es usted una persona encantadora –dije regalándole entonces una sonrisa-  Tome, su dinero. –estiré mi mano para dárselo- quédese con el cambio, solo son unos céntimos.

Salí del coche y cerré la puerta no con mucha fuerza y con la mano me despedí de aquel hombre que me había hecho sonreír por varios minutos.
Me adentré en mi casa y coloqué mi bolso encima de la mesa del comedor. Me dejé caer en el sofá y me quité los zapatos demasiado rápido. Cerré mis ojos y me dejé llevar por el silencio del hogar.

Narra Pablo.

Abrí mis ojos de repente a causa del tono de llamada de mi teléfono móvil. Esperanza me estaba llamando y me levanté corriendo de la cama de Cristina y salí de su habitación para contestar a la llamada.
-Dime
-Cómo que dime Pablo, te dije que tendrías que estar en el estudio de aquí a las tres y son las tres y media pasadas, ¿Dónde te has metido? –preguntó preocupada.
-¡Me había olvidado completamente! –dije sorprendido de mi mismo por el despiste.
-¿Dónde estás? –preguntó algo enfadada.
-En….mi casa. –dije por no decir que en la de Cris.
-En tu casa no estás por qué he llamado a tu hermana y ahí no estabas, no tienes la necesidad de mentirme.
-¿Con quién hablas Pablo? –preguntó Cristina con la voz dormida.
-Estoy ahí en veinte minutos –dije antes de que Esperanza añadiera algo.
Colgué el teléfono y me dirigí de nuevo hacía su habitación.
Me tiré de nuevo a la cama junto a ella y me quedé mirando al techo fijamente. Ella se acurrucó en mi pecho y jugaba con la manga derecha de mi camiseta azul marino.

-¿Te tienes que ir? –preguntó a la vez que hacía pucheros para que no fuese así.
-Es urgente –añadí mientras me levantaba de nuevo y me colocaba las deportivas.
Ella apareció rápidamente por detrás y besó mi cuello lentamente.
-Y dime… ¿Qué somos? –preguntó mientras seguía con sus besos provocativos.
-¿Qué somos? Humanos, somos españoles somos malagueños…-me interrumpió.
-¡Qué somos tu y yo Pablo! ¡Qué relación mantenemos! –dijo alzando la voz algo cabreada.
-No lo sé…-añadí mientras salía de la habitación.
-Vienes, me besas, duermes conmigo, me das caricias, hemos…hemos… ¡Hemos llegado a acostarnos juntos! y luego no somos nada. –decía con un tono malhumorado detrás de mí.
Me giré y puse mi mano en su hombro.
-Si quieres no somos nada. –añadí.
-No quería decir eso…-dijo asustada.
-¿Prefieres que te diga que llevo en mente siempre a la misma chica que fue mi pareja hace poco tiempo? –dije muy directo.
-No hacía falta que dijeras eso, estaba más que claro. –añadió entristecida.
-Pues deja de preguntarme lo que somos, por qué no estoy preparado para parejas. –dije al mismo tiempo de que salí de su casa.
-¡Estás siendo un completo hijo de puta! -gritó en la puerta de su casa mientras entraba yo en mi coche.
-Yo nunca he sido así, las personas me están haciendo así, no tengo otra opción. -añadí a la vez que arrancaba.
-Te llamaré luego ¡Y espero que esa forma de ser se te haya quitado, no eres el mismo!-gritó con rabia.
Se adentró de nuevo en su casa y el portazo de la puerta sonó cómo a ''Mierda, te has pasado Pablo''.

Llegué al estudio y miré por todas partes si se encontraba Lolo en aquel lugar. Unas disculpas por mi parte no estaría nada mal, creo que no soy nadie para hablarle cómo le hablé antes en este mismo sitio.
Pregunté por él pero dijeron que no aparecía por aquí ningún músico.

-Mañana nos iremos a Madrid al estudio de allí y hablar con los de Warner para lo del tema de la publicidad del próximo disco y ya sabes, todo eso. –dijo Esperanza mientras miraba su móvil.
-¿Cuántos días tendremos que estar allí? –pregunté preocupado.
-Si no te apetece ir a Madrid y volver a Málaga todos los días, entonces es conveniente que te quedes en tu casa de allí al menos un mes o dos hasta que saques el primer single.
-¿Tenemos algo que hacer aquí durante meses? –pregunté extrañado.
-Nada, todo va a ser en Madrid hasta que lleguen las firmas de discos, pero queda demasiado. –añadió.
-Entonces me quedaré allí hasta las firmas. –añadí.
-¿Pablo? ¿Eres tú? –tocó mi cabeza muy sorprendida- antes te peleabas conmigo por qué pasabas mucho tiempo fuera de tu casa de Málaga y ahora quieres pasarte meses en Madrid? ¿Qué te ha dado?-reía.
-Creo que me vendrá bien eso de desconectar un tiempo de la gente de aquí. –guiñé el ojo derecho- Desconectar...un poco.


-Mejor no saberlo…-rió- Yo también aprovecharé a estar con mi familia de allí. –dijo besando mi frente y volvió su trabajo.

Al día siguiente
Se deshizo de mi camiseta igual que ella se deshizo de su vergüenza al hacerlo. Sus manos en mi pecho y su cuerpo contra al mío. Su boca pedía a gritos un tierno beso que diera comienzo a la guerra entre ella y yo en este blando campo de batalla denominado cama. Mordió mi labio inferior, lo hizo de tal forma que dolió y no tardé en quejarme, lo mismo tardó ella en reírse de mí y tirarme a la cama.

-Que gane el mejor –dijo con una voz provocativa.
-¿Y si vamos en el mismo bando? –añadí.

No hizo caso a mi propuesta y se decidió a desabrocharme el botón del vaquero para deshacerse de él en menos de un segundo.  Sus dedos fueron deslizándose por mis muslos hasta llegar a un punto en el que mis bellos se pusieron de punta.

-Ven aquí anda –Le dije a Lucía muy decidido a la vez que la colocaba encima de mí.

No sé cómo conseguí hacerlo pero desabroché su sostén en muy poco tiempo. Ella abrió mi mano, colocó un preservativo, la cerró y sonrió. Cuándo fue a deshacerse de mis boxers una voz salió de la nada gritando ‘’PABLO’’

-¡Pablo, Pablo, Pablo, despiértate ya!

Mis ojos se abrieron de repente y pude captar la imagen de mi hermana encima de mí.

-¡Son las 12 de la mañana! ¡Tendrías que estar hasta desayunado! ¡En media hora vienen a por ti para marcharte a Madrid!
No dije nada, tan solo lamenté que todo lo ocurrido con Lucía había sido un sueño (erótico).
Quité la sabana de verano de encima de mí, pero rápidamente volví a colocarla.
-¿Qué ocurre? –preguntó mi hermana muy extrañada.
Me temo que esa mañana mi compañero estaba demasiado contento. El sueño le había sentado muy bien.
-Tu vete, yo ahora bajaré a desayunar. –añadí muy nervioso.

Mi hermana cerró la puerta y rápidamente fui al cuarto de baño a darme una ducha rápida.

Narra Lucía.

Tumbada en la hamaca del patio, con el bloc de dibujo en la mano, estaba dispuesta a dibujar al Shadow el querido perro de mi hermano que se encontraba tumbado en el borde de la piscina.
El sol penetraba en mi piel y unos extraños bichos cuyo nombre nunca he sabido, que habitan en los arboles y hacen bastante ruido, eran la banda sonora de mi tranquila mañana.
Giré mi cabeza rápidamente al escuchar la puerta de la casa de al lado. Pablo salía con dos maletas grandes y se dirigía hacia la salida de su casa. Un coche le esperaba en la puerta.
La curiosidad vino a mí. Corrí rápidamente hacía la puerta de mi jardín para observarle sin que pudiera verme.

-¿Estás seguro de irte cuatro meses a Madrid? –dijo Esperanza mientras le ayudaba a meter las maletas en el coche.
El corazón se me paró al escuchar ‘’cuatro meses’’.
Salí rápidamente y pregunté:
-¿Cuatro meses?
Ellos dos se giraron rápidamente para observarme.
 Él se fijó en mi inquietud y poco a poco fue acercándose a mí.
-Pablo, nos tenemos que ir ya o perdemos el avión

___
Si te ha gustado, hazlo saber en @Alboran_ista y dame tu opinión sobre este capítulo. Besos.

1 comentario: