Cuándo un día de lluvia hace que los demás sean soleados.

sábado, 18 de abril de 2015

Cincuenta y siete.

Narra Pablo
Han pasado dos días desde la última vez que hablé con Lucia. O yo estoy muy ocupado, o ella no me responde a mis llamadas, ni a mis mensajes. Ella nunca ha sido de usar mucho su teléfono móvil para hablar por Whatsapp, pero no pensé que se pasara días. Tampoco pensé que se despreocupara tanto de mí.
En estos dos días en lo único que he pensado es en ir a verle. Luego recuerdo en todo lo que tengo que hacer esta semana y ese gran pensamiento de ver su bonita e iluminada sonrisa desaparece de inmediato.

‘’Sonríe, sonríe, sonríe’’ es lo que piensa mi cabeza a cada segundo. ‘’No pueden verte preocupado’’ mi segundo pensamiento.
Quizás fingir que estoy genial es lo que se me da de puta madre. Tampoco estoy mal, porque las grandes cosas de mi vida están sucediendo ahora mismo y eso es fantástico. Digamos que estoy en unos días que…no son mis días. Podrían ser mejores.
-Entras en plató en 5 minutos –Me dijo el presentador de El Hormiguero, Pablo Motos.

Los nervios de la gente se podían notar a metros. Me asomé sigilosamente por la cortina del plató para ver las bonitas caras de la gente que tanto me admira (y que yo admiro más a ellos)
Me dieron la gran señal para salir y pegué unos saltos para relajarme. Me colocaron los cables del micrófono por debajo de la camiseta. Noté la fría mano en mi espalda de la joven chica nerviosa y me dio un pequeño escalofrío.
-Hoy ha venido a divertirse a El Hormiguero: Pablo…¡ALBORÁN! –Gritó entusiasmado Pablo Motos.

Salí con todas mis ganas al plató mientras lanzaba inmensos besos a la gente. Algunos focos me cegaban mientras miraba a la gente de arriba, pero no podía ver sus caras de emoción. Decidí mirar a las primeras filas.
Me senté en la silla y bebí un poco de agua que había encima de la mesa.
''Por Fin’’ sonaba de fondo mientras la gente la cantaba con una gran sonrisa. Otras lloraban de la emoción y eso hacía que mi piel se erizara. Pablo comenzó a hacerme preguntas sencillas. Las incómodas vendrías después.

Después de un pequeño rato, dieron paso a los anuncios. Me levanté para sacarme algunas fotos con la gente. Una. Otra. Una pareja. Un grupo de amigas. Una madre e hija. Un padre e hija. Una madre e hijo. Una abuela y su nieta. Lucía. ¿Lucía?

La miré sin creérmelo y sonrió vergonzosa.

-¿Qué haces aquí? –Pregunté sin llegar a creérmelo.
-Tú sácate la foto conmigo y calla –rió.
Esta situación era demasiado cómica. Como mi propia pareja se saca una foto conmigo fingiendo ser una más de mi familia musical.
Los organizadores le metieron prisa y en seguida querían quitármela de las manos.
-Luego hablamos, pide que te dejen quedarte, que te lo he dicho yo –Le dije susurrándole.
-Vamos, los siguientes –dijo uno de los organizadores echando a Lucía rápidamente.
Se despidió de mí y fui a darle un beso en los labios pero olvidé que estoy en la televisión. Ella me esquivó rápidamente disimulando y me dio un abrazo.


Al rato volvimos a colocarnos para seguir con el programa, pero mi mente se iba a Lucía. Le buscaba con la mirada pero no logré encontrarla, los focos estaban algo fuertes.

-Y cuéntame Pablo ¿Alguna mujer en tu corazón? –dijo el presentador con mucha intriga.
-Uuuuuhh –decía el público mientras una canción romántica ambientaba ese momento incomodo para mí (Pero estaba acostumbrado a esa pregunta tan común)
Supuse que en ese momento Lucía estaría en tensión. No le gusta que nos escondamos, tampoco que le persiga la prensa, pero una de las dos cosas tenía que elegir.
-Mi madre, mi madre es la mujer de mi corazón –reí.
-Típica respuesta para huir de la pregunta –respondió una de las hormigas junto con una  graciosa risa.
-Mi madre también está en mi corazón, claramente. –rió mi tocayo- Pero yo me refiero a el otro tipo de amor.
-Uuuuh –repitió el público y esta vez con una música más sensual.
Reí vergonzoso y pensé la respuesta varias veces.
-Sí, bueno, hay una chica por ahí…-dije vergonzoso acariciándome la nuca.
-¿Por ahí? –repitió Pablo pero con interrogaciones.
-Por ahí, ya sabes, en mi vida –reí ya que no supe que contestar bien.
-Uuuuuuuuuuuuuh –decía el público.
-¿Y cómo vas de sexo? –preguntó Pablo.
En El Hormiguero no pueden faltar las preguntas que te ponen entre la espada y la pared.
-Bien, supongo –reí.
-Uuuuuuh –repitió el público.
-Hombre, a ti no te faltará. –rió una de las hormigas.


35 minutos más tarde acabó el programa y me dirigí hacia el camerino.
Allí ya se encontraba Lucia, sentada en uno de los sofás, con las piernas cruzadas y una sonrisa reluciente.
Cerré la puerta y me dirigí rápidamente hacía ella. Le besé con ganas, muchas ganas, tantas que ella comenzaba a reírse de lo desesperado que parecía.

-Me vas a gastar los labios –reía.
Me abrazó y dejó un beso en mi cuello.
-Te echaba muchísimo de menos ¿Me oyes? Muchísimo –dije mientras le apretaba los mofletes.
-Y yo…-contestó no con muchas ganas.
-¿Ocurre algo? –pregunté preocupado.
-No, nada…
-Ese nada no me convence –respondí aun más preocupado.
-El nuevo trabajo que, hay cosas…bueno, ya te contaré…-dijo mientras se acariciaba la nuca nerviosa.
-Luego en casa me cuentas más –le dije mientras le tocaba el pelo.
-No, no me quedo en Madrid varios días. He venido con el autobús especial para el público de El Hormiguero de Málaga que nos han ofrecido, y salimos mañana bien temprano y me quedo en un hotel.
-Joder…pensé que podríamos pasar más tiempo juntos…-dije apenado y cerrando el puño muy fuerte.
-Lo siento…lo de El Hormiguero ha sido una pequeña loca escapadita para poder verte aun que sea un poco –dijo con media sonrisa.
-Y te lo agradezco, no podía pasar un día más sin verte –le dije mientras posé mis labios en su frente.

Le cogí en brazos y le besé dulcemente. Le senté encima de la mesa con espejo del camerino y me pegué a ella haciendo que la temperatura subiese más y más en estas cuatro paredes.
Pasé mi mano por debajo de su camiseta y ella me frenó.
-Para…no querrás que entre alguien y te vean haciendo esto. –dije mientras miraba desconfiada a la puerta.
-No va a entrar nadie, y si es así, primero tocan a la puerta –sonreí.

Me miro con una mirada muy pícara y puso sus manos en mi trasero y me acercó más a ella.
No tardé en reír y morder su labio a la vez que subía su falda y me deshacía de su ropa interior. Posó sus manos en mi cinturón, abrió mi botón y bajó la cremallera. Podía notar mi erección y ella sonrió. La acerqué a mí y bueno, ya se sabe el resto. Suspiros de placer iban al compás del sonido de la mesa contra la pared.
Tocaron a la puerta y Lucía se puso nerviosa. Le tapé la boca.

-Estoy ocupado ¿Qué ocurre? –dije muy simpático a la persona que se encontraba detrás de esa puerta.
-Le traigo algo de comer –dijo una voz de una joven chica.
-Gracias pero…no tengo hambre –dije mirando a Lucía con una sonrisa pícara.
-Se lo dejo justo en la mesa de aquí fuera.
-Gracias guapa –agradecí amablemente.
Lucía se bajó de la mesa y cogió su ropa interior.
-¿Qué pasa? –pregunté extrañado.
-No quiero que nos pillen haciendo algo –rió- ¿Qué pensarían de ti? Encima si me han visto antes como de público. Pensarán que te tiras a tus fans –resopló.
-Bueno, tienes razón la verdad…no se que hubiese hecho si nos hubiesen pillado.

-Pablo, tengo que ir yéndome al hotel, perdona…-dijo apenada.
-Te acompaño –le dije besándole la mejilla.
-No, tranquilo, está a dos calles de aquí, no es nada –sonrió- tú te tendrás que ir con Esperanza supongo…
-Sí, pero…-me interrumpió.
-Ya hablamos –sonrió.
Me abrazó fuerte y me besó los labios muy delicadamente.
-Espero verte pronto –dijo acariciándome las mejillas.
-No tardaré en ir, te lo prometo –sonreí.
Salió del camerino y un vacio se apoderó de mí. Ahora todo volvía a oscurecerse, un poco menos, pero…seguía oscuro.
Necesito verla más, esto no puede seguir así.

Narra Lucía.

Llegué a mi habitación de hotel  y me tiré sobre las elegantes sábanas blancas que me abrazaban con su fresco aroma.


Suspiré. Miré hacia el techo y pensé en él. En Eric, Eric Varn.